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El sector recientemente restaurado, comprendido entre las calles Santa Fe, Urquiza, Lavalle y avenidas Yrigoyen y San Martín, en términos generales quedó my lindo. Canteros floridos, sendas peatonales, quioscos de libreros, playa, la limpieza diaria, vigilancia permanente, sanitarios y otros. Pero -siempre hay un pero- la iluminación es deficiente. Hace más de dos semanas que por lo menos 45 luminarias están apagadas. Por calle Santa Fe hay dos juegos infantiles que no han sido instalados y sería bueno que se coloquen muchos más.
En la parte externa: por la Urquiza, un señor desocupado, Juan Carlos, ha construido en los tocones de los viejos eucaliptos 11 o 12 canteros que cuida con esmero y mantiene limpia la vereda; más allá de sus “dominios” la cosa cambia: hay toda clase de basura, tres bancos rotos, la casilla de bombeo deteriorada, etc.
Por avenida Yrigoyen, más o menos 20 metros de vereda han cumplido su ciclo. Por San Martín, a la altura del teleférico, la vereda presenta grietas, roturas y hundimientos. Hay un caño que debe ser de una bomba de agua que requiere de una tapa, restos de canteros de piedra y basura al por mayor.
Por Lavalle se estaciona en la playa-vereda, que ya presenta grietas, el agua se filtra y pronto serán paños flotantes.
Por Santa Fe, se han dejado dos quioscos que sirven de dormitorios y baños, y además hay escombros en la vereda. De quienes llevan sus mascotas para que ensucien jardines y sendas peatonales, de las parejitas y sus excesos, de los perros vagabundos que allí viven, de los chicos y chicas que se hacen la “yuta” de sus colegios y se juntan a fumar y a beber, celular en mano, mejor no digo nada.
Mario Monserrat
Ciudad