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Quisiera narrar un suceso desagradable que viví con la empresa de transporte San Gabriel. En junio utilicé los servicios de dicha empresa para el traslado (ingreso/ egreso) de mi hijo de 7 años de edad al colegio ubicado en avenida San Martín entre Lerma y Córdoba a mitad de cuadra. Durante una conversación casual en familia, el menor manifiesta que el transporte se detenía sobre lo que deduje se trataba de calle Lerma, la celadora descendía con mi hijo, lo acompañaba a cruzar la calle y lo dejaba en la esquina, haciendo que continúe solo los 50 metros hasta el colegio. Al enterarme de ello, decidí corroborarlo con mis propios ojos, por lo que el 26 de junio, luego de que el transporte retirara al niño del domicilio, concurrí a la intersección de calle Lerma y avenida San Martín para esperar. Al ver llegar el utilitario, observo cómo la celadora, de nombre Florencia, desciende con mi hijo, y realiza lo que él me contó, regresando al vehículo para continuar el recorrido, lo que me hizo reaccionar y me acerqué a ella cuestionando lo observado. Fue allí que ella actuó de modo totalmente violento diciendo improperios, gritando y arrojando amenazas sobre mi persona siendo que, creo yo, tuve una reacción como cualquier madre que ama y protege a un hijo. El mismo día, siendo casi las nueve de la noche, recibí un mensaje por whatsapp: “Buenas noches quería avisarle que hasta hoy se le brindó el Transporte! Gracias por usar nuestro servicio!!”. Me comuniqué ya que faltaban 2 días para la finalización del mes que ya había sido pagado en término y el chofer del vehículo, de nombre Eduardo, manifestó que yo tendría que haberle hablado de la situación en otro momento y no hacer un “espectáculo” en la calle y dijo que esa fue una actitud desleal de mi parte. Yo les confié la vida de mi y si le ocurre algo, no habrá seguro que me lo devuelva.