inicia sesión o regístrate.
Maradona llora desconsoladamente. Alemania ejecuta la venganza que planeó cuatro años antes, desde México 86, y con la ayuda del árbitro mexicano Eduardo Codesal. Cobra un penal polémico, Andreas Brehme no falla a cinco minutos del final y Alemania vence a la Argentina por 1 a 0. Levanta la Copa por tercera vez en la historia y no solo Diego llora, el país se vuelve lágrima.
Esa fue la última final de Argentina en un Mundial, en Italia 90, en el estadio Opímpico de Roma, en vísperas del Día de la Patria, en esa Copa del Mundo en la que deslumbraron Milla, Schillaci y Goycochea.
“Argentina no podía ganar”, reveló diez años más tarde el expresidente de la Asociación de Arbitros de México, Jorge Rojano, en diario La Jornada.
“La FIFA puso como condición al árbitro Codesal que no podía ganar Argentina”. Esa nefasta decisión respondió, en parte, a las diferencias que existían entre el entonces presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange y Maradona.
Y en esa jugada del penal quedó la sensación de que Rudi Voeller se tiró ante el cruce de Roberto Sensini.
Más alla de la superioridad de Alemania durante el partido, esa final iba derecho a la definición por penales, una instancia que pintaba favorable para Argentina después de las proezas de Goyco contra Yugoslavia e Italia. Y Maradona nunca dudó de que a la Selección “le robaron” esa final.