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El constante tráfico de camiones, cosechadoras, tractores y otros vehículos de los sectores productivos pone a los automovilistas ante un constante estado de alerta, para evitar los accidentes. Ahora, el deterioro se siente fuerte en tres puentes claves de esta arteria fundamental que llega hasta Bolivia por la localidad de Salvador Mazza. El estado que muestran los puentes causaron alarma entre los vecinos que frecuentan la zona, sobre todo tras las constantes crecidas de los ríos en Salta.
La fuerte tormenta que cayó durante la noche del lunes en el norte de la provincia produjo nuevos socavones en el puente sobre el río Tartagal sobre la ruta nacional N§ 34. Las malas condiciones de la antigua estructura -utilizada por grandes unidades de transporte de cargas que transitan el tramo norte de la ruta nacional 34- datan desde hace más de dos meses.
En esa oportunidad el socavamiento de las bases del puente se produjeron por pérdidas del sistema cloacal que lleva las aguas servidas desde la zona sur de Tartagal hacia el cauce del río ya que para esa zona la ciudad no cuenta con una planta depuradora.
Obreros de la empresa prestataria del servicios Aguas del Norte trabajaron en el lugar durante varias semanas realizando rellenos provisorios pero sin la colocación de gaviones de contención como es habitual en este tipo de socavamientos. En esta oportunidad y como consecuencia de la situación antes descripta, es la cinta asfáltica la que presenta un gran deterioro.
El puente de Zanja Honda sobre la ruta 34, que está ubicado a 6 kilómetros al norte de Tartagal, sufrió agrietamientos en un costado de la estructura y también en la cinta asfáltica.
Por precaución, Gendarmería Nacional habilitó únicamente una mano para que los vehículos livianos circulen con muchísimo cuidado.
Mientras tanto continúa lloviendo en la zona, lo que no permite que se puedan realizar tareas para reparar la emergencia.
Unos 20 kilómetros al norte de Tartagal hay otro puente sobre la ruta nacional 34 que es el que permite cruzar el río Caraparí.
Aquí la precariedad es absoluta dado que una de las cabeceras se encuentra totalmente descalza.
Allí vialidad colocó advertencias y un vallado precario que impide el tránsito sobre el lado más comprometido de la estructura.
Pero la situación es la misma que en Zanja Honda, dado que la persistencia de las lluvias impide a los responsables encarar acciones de fondo para reparar la estructura.