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Laberintos humanos. Bailando has de vivir

Viernes, 08 de enero de 2016 01:30
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Laberintos humanos. Bailando has de vivir

Carla Cruz estaba a las espaldas de Michael Jackson, con las manos sobre sus espaldas, mientras el Varela avanzaba con el cuchillo mordido entre sus dientes y sus ojos clavados en los del negro, quien saltó hacia un lado justo en el momento en el que el riojano dejaba caer el mango en la mano y saltaba desafiante.

Tan rápido fue todo que el vestido mojado de Carla Cruz, pegado a su vientre y a sus muslos, recibió el dolor del corte dejando que la negra sangre le cayera sobre la tela. Bajó su mirada para verse la herida, el Varela retrocedió escandalizado de sus propios actos y Michael Jackson la tomó de la mano para llevarla a sus brazos.

Mientras bailaba con ella apretada a su cuerpo, le repetía que no debía dejar de bailar: sólo así seguirás viva, le dijo al oído tomándole la cabeza con una mano, la otra en su cintura, cuando el Varela, fuera de control, le clavó el cuchillo a la altura de los riñones. El bailarín se arqueó hacia atrás en un movimiento estilizado, y abrió la boca para lanzar un gemido de agonía.

La cosa se nos está yendo de las manos, me dijo Armando al oído, pero no era tan fácil resolverlo. Tampoco sabía yo ni cómo ni por qué habían comenzado las cosas, cuando vimos que el negro dejaba a Carla Cruz tendida en los adoquines del suelo, se volvía sobre su propio cuerpo y alzaba una pierna para golpear al Varela en la cara con toda la fuerza de su zapato.

El Varela se dio por aludido, tembló sobre sus piernas, y cayó de rodillas mientras la sangre del tabique roto le caía sobre los labios.

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