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Laberintos humanos. Vamos a resultado
Una mujer de ojos celestes se nos acercó a Armando y a mi para decirnos que Carla Cruz se salvaría dependiendo de quien ganara la pelea, y mientras la veíamos desangrarse sobre los adoquines, le preguntamos si debía vencer Michael Jackson o el Varela para que Carla Cruz viviera. La mujer nos miró con ojos alucinados para respondernos que no tenía la menor idea.
Pero comprenderán que no pueden detener la pelea, nos dijo antes de salir corriendo haciendo flamear las alas de su falda enloquecida. Lo dijo cuando el bailarín le clavaba el codo al Varela en la pera, a lo que nuestro amigo le respondió con el cabo del cuchillo, como enojado: vea amigo, le dijo, se acabaron las impertinencias.
Jackson comprendió que la cosa cambiaba de tono y retrocedió con paso felino. Ya sobre la vereda se tropezó con el cuerpo de Carla Cruz, que se desangraba lentamente, y que al verlo cerca le tendió la mano para que la ayudara a alzarse. De pie, comenzó a moverse con un movimiento acompasado pero extraño para una mujer de estas tierras.
La lluvia seguía bañando la sangre que perdiera el Varela por su nariz. Armando y yo estábamos atónitos viendo como la realidad se salía de cauce, como un río de montaña, para volverse incontrolable, si es que alguna vez supimos qué hacer con ella. Michel Jackson le clavó al Varela un puñetazo en el pecho.
Un relámpago atravesó el cielo del valle, naciendo de aquel escote que tejen los cerros sobre el seno del Cerro Morado, y los cuatro nos volvimos para ver su tajo entre las nubes grises.