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Su expareja, Malena, hermana del entrenador y la mánager de Santillán, Aron y Fabiola Soria, lo habían denunciado el año pasado por lesiones que el púgil le produjo en dos oportunidades -en la última la amenazó de muerte con un arma de fuego-. El juicio abreviado estuvo a cargo de Azucena Vázquez, la defensa del imputado fue de Sara Esper y el fiscal penal, Pablo Cabot.
Algunas de las restricciones son: no mantener contacto con su expareja, no consumir bebidas alcohólicas, solicitar autorización para ausentarse de Tartagal cuando sus obligaciones deportivas así lo requieran. Al ser interrogado por la jueza, Ricky se identificó como "boxeador profesional".
Su padre, Juan Santillán, sostuvo: "Cuando pasan estas cosas, siempre se vuelve a la casa paterna. Tendrá la contención de toda su familia, somos humanos, podemos cometer errores y mi hijo, sin duda, que los cometió". Malena, por su parte, señaló: "Soy respetuosa de lo que decidió la Justicia, pero si vuelvo a vivir un hecho similar no voy a dudar en denunciarlo".