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28 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Ricardo Gareca saldó su deuda con Perú

En 1985, el Tigre dejó fuera del mundial a los incaicos con un gol agónico. Pero hoy cierra la herida con la alegría más grande del fútbol peruano en las últimas tres décadas: regresar a una copa del mundo.
Jueves, 16 de noviembre de 2017 18:16
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Ricardo Gareca, con la clasificación al Mundial de Rusia 2018, pasó de villano a héroe para los peruanos. 
La camiseta blanca y celeste a rayas fue lo más parecido a un traje de villano el 30 de junio de 1985 para los incaicos. El Tigre, con su gol, metió a Argentina en el Mundial de México 86 y dejó en el camino a Perú. 
El presente se empezó a convertir en pasado cuando Ricardo Gareca, vestido con la camiseta de Argentina, les quitaba la esperanza de ir a un Mundial al empujar la pelota tras un rebote en el palo.
Era el 2-2 con el que la albiceleste que comandaba Diego Maradona aseguraba un lugar en México 1986. La sonrisa dentro del arco no se le borraba. Mientras Buenos Aires era el epicentro de la alegría, Perú se quedó en silencio. 

 

Sin embargo, Ricardo Gareca quedó afuera de la lista de convocados para la copa del mundo. Para el Tigre fue el golpe más duro de su carrera. El héroe de la clasificación se quedó afuera.
Pero el destino es caprichoso. El círculo había quedado inconcluso. La historia siempre te da una oportunidad, aunque no sea la misma. Hoy Gareca hace llorar a todos los peruanos de nuevo, pero ahora de alegría. 
Las cuentas pendientes están hechas para saldarse. Ya no como jugador pero estará en un Mundial dirigiendo. El azar lo trajo para redimirse.
Gareca se convirtió en el arquitecto de este sueño que sonaba a locura y se terminó convirtiendo en realidad. 
Hace dos años, Perú tenía un arranque tembloroso en las eliminatorias: 4 puntos de 18 posibles. Peor, imposible. 
La Copa América sirvió para tratar de salvar el barco antes que se hunda. La blanquirroja eliminó a Brasil. Creer se volvió en una palabra fetiche. Se empezaba a pensar que los mitos se pueden caer.
Perú comenzó a salir a flote, aunque no tenía margen de error. Cualquier traspié lo complicaba hasta que se dieron varios golpes de autoridad que terminan convenciendo de que el camino era el correcto. Uno de esos golpes fue golear 4-1 a Paraguay en Asunción para cortar una racha sin ganar de visitante de 12 años.
En el 2017 Perú está invicto, incluso imponiéndose en Quito por primera vez en la historia. Con una racha de tres triunfos consecutivos, se metió en zona de clasificación para terminar en el repechaje.
Gareca convenció con un discurso claro y motivador. Fue la inyección de adrenalina para volver a creer. Conformó un plantel comprometido y solidario. Puros obreros para poner los cimientos de este sueño.

 

Treinta y dos años después, desde el borde de la cancha, Gareca no empuja el balón, impulsa a los peruanos a esta hazaña histórica, impensada. Del odio al amor hay una delgada línea. O una clasificación. Gareca se ha convertido hoy en el villano favorito de todos los peruanos.

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