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Hace poco más de una semana la Fiscalía del Distrito logró la detención de Delfor Alejandro Dávila, quien trabajaba como celador en el Complejo Penitenciario Federal NOA III, en General Güemes. Formaba parte de la red delictiva que operaba adentro del penal y viene siendo desbaratada desde el año pasado. Con el nuevo acusado, son nueve los imputados.
En la audiencia de imputación, el fiscal general, Eduardo Villalba, recordó que todo se inició tras la fuga de Ruiz Díaz, alias "El Señor Fusil", circunstancias en que se prestó atención a la importante cantidad de secuestro de celulares, producto de requisas internas en el penal federal. Los teléfonos servían para la comercialización de droga dentro del complejo.
El 16 de octubre del 2024, cuando se comenzó a investigar el caso, se pudo circunscribir que el desmanejo tenía su foco en el "Pabellón cerrado", donde estaba encargado Dávila.
Pagaban hasta 300 mil y los revendían a otros internos
El grueso del negocio, según explicó el fiscal, provenía de la venta de los celulares que se secuestraba en las requisas. A cambio de cada teléfono, los presos liderados por Rubén Rodríguez, alias El Patrón, pagaban sumas de 250 a 300 mil pesos, para luego revenderlos a otros internos por 400 mil. El pago a los agentes penitenciarios se hacía a través de transferencias, también en efectivo o por medio de familiares, por fuera del penal.
Al dar una idea del volumen de venta de droga que corría dentro del NOA III, el fiscal hizo mención al hallazgo de 283 envoltorios en poder de Rodríguez, cuando se requisó su celda. "En cualquier barrio de la ciudad, esa cantidad es una brutalidad. Esto marca la impunidad que reinaba en el complejo", afirmó Villalba.
Señaló que este aspecto, ya fue demostrado por la fiscalía con la exhibición de un video que el mismo Rodríguez grabó, y en el cual se puede ver a sus secuaces preparando los envoltorios de drogas que estaba para salir a la venta.
"Todo esto es imposible que lo haya hecho sin la complicidad de su celador, que era Dávila", agregó y remarcó la conducta reticente del celador al momento de ser detenido. "No quiso aportar la llave de su auto, con la excusa de que no las tenía y dio una dirección errada de su domicilio".
Al celador se le secuestró en su auto 30 pastillas entre tranquilizantes y ansiolíticos, y en su casa 156 grs de marihuana que tenía dentro de una funda.