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Dos grandes cerebros de la modernidad se enfrentan desde visiones diametralmente opuestas respecto al futuro de la humanidad y el avance descomunal de la tecnología.
Elon Musk, el visionario fundador de Pay Pal, de la compañía de vehículos electrónicos Tesla y de la corporación espacial privada Space X, sostiene que el mundo enfrenta una nueva y colosal amenaza: la inteligencia artificial.
Por su parte, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, tiene una opinión totalmente favorable al respecto. "Se pueden construir cosas para hacer un mundo mejor", afirma, y dice ser "especialmente optimista en lo que se refiere a inteligencia artificial".
El hecho es que desde hace décadas se vienen realizando todos los estudios y experimentos necesarios para desarrollar máquinas tan inteligentes como los humanos. Desde antes, incluso, de que la genialidad de Bill Gates revolucionara al mundo al inventar un pequeño dispositivo con una capacidad de almacenaje colosal, lo que podemos ver en la actualidad es que la informática, la tecnología y la ciencia interactúan bajo nuevos paradigmas, tras la búsqueda de mayores conocimientos, marcando así no solo el ritmo, sino también el rumbo por el que transita la humanidad, de un modo inexorable.
Las pruebas de que el mutualismo genera beneficios para las partes son innegables, y entre los más descollantes hallazgos figuran los superordenadores programados para derrotar a campeones humanos en programas de preguntas y respuestas. Han logrado también la creación de softwares para detectar, en el cuerpo humano, qué tipo de nutrientes necesita, con solo detenerse segundos bajo un detector similar al de metales. Y no solo eso, una vez evaluado, el programa entregará una lista de alimentos sugeridos para restablecer los valores faltantes.
De hecho, este sistema se utiliza en el comedor de una importante empresa estadounidense que se propone bajar el índice de obesidad de sus empleados. Pero eso no es todo, los ingenieros de Facebook han ideado un algoritmo que permite reconocer un rostro con un acierto del 97%, aun cuando la imagen estuviera mal capturada. Los laboratorios de inteligencia artificial buscan mejorar las funciones cognitivas de los robots y capacitarlos para realizar diagnósticos médicos, evaluación de la personalidad o traducciones en tiempo real.
Además de diagnosticar, ¿podrán medicar? El rumbo y el ritmo están marcados. Pero ¿qué respuestas hay respecto al destino? Sabemos hacia donde vamos? Este es el punto de divergencia entre el gigante de la tecnología y el creador de la red social más grande del mundo. Para Musk, "el potencial de la Inteligencia Artificial es tan grande, que es importante investigar cómo aprovechar sus beneficios, al tiempo que evitar las trampas potenciales". Convencido de que es necesario regularla, junto al físico y cosmólogo Stephen Hawking, firmaron los "Principios Asilomar de la inteligencia artificial", elaborados por el Instituto por el Futuro de la vida, una organización de investigadores creada con el fin de mitigar riesgos tales como la eliminación de puestos de trabajo o el control sobre los sistemas de armas, entre otras cuestiones que contemplan la ética del accionar humano. Para comprender este enfrentamiento de ideas es necesario separar el nombre inteligencia artificial de los calificativos amenazante o peligrosa, y con este ejercicio en clave gramatical, repensar el comportamiento y los usos que el hombre le ha dado a los diferentes descubrimientos e invenciones realizadas a lo largo de la historia: qué hicimos con ellos, para qué los utilizamos, qué efectos produjeron, cuánto perdimos y cuánto ganamos, con qué intención los usamos y cuáles son los resultados, en qué lugar nos dejaron y dónde estaríamos. En consecuencia, no se trata de temerle a los nuevos desafíos o a los nuevos descubrimientos, no es cuestión de cerrarles las puertas al progreso, a la prosperidad o a la tecnología. Se trata más bien de seguir evolucionando como especie, sin dejar de admitir que hay elementos que le confieren al ser humano un poder desmesurado.
Un gran pensador de los últimos tiempos afirmaba que "la técnica necesita un suplemento del alma, porque el hombre no puede gobernar sólo con la razón".
Con otro lenguaje, en otro siglo, y desde un país diferente, el pintor español Francisco de Goya expresaba la debilidad humana en un grabado de la serie Caprichos titulado: "El sueño de la razón produce monstruos".