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Olavarría fue el after Cromañón

Lunes, 13 de marzo de 2017 00:00
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La tragedia ocurrida durante la presentación del Indio Solari en Olavarría no fue casualidad y hasta pudo tener un final mucho más triste, como el de una fecha lamentable e inolvidable: el 30 diciembre de 2004.

Meses atrás, cuando el ex Redondo tocó en Tandil, Mario Pergolini presentó un documental en el que se lo ve por primera vez -delante de cámaras de televisión- al artista en un mano a mano con el conductor. Una frase puntual de esa entrevista me retumba desde el sábado: "Mi público no conoce el sold out (entradas agotadas). Va igual.", dijo cuando Pergolini le preguntó si le gustaría tocar en lugares más chicos.

Si el Indio, su productora y la intendencia de Olavarría sabían que los fanáticos no entienden de límites en cuanto a espacio, ¿por qué decidieron montar un show para 170.000 personas? ¿Realmente pensaron que irían menos fanáticos o no les interesó?

Algunos hablan de 330 mil presentes, otros 400 mil y hasta se dice que hubo más de 500 mil ricoteros. Y como el "sold out no existe", entraron todos y muchos lo hicieron sin presentar ticket, aunque hayan gastado los $800 de sus entradas. O sea que al menos se triplicó la capacidad, como ocurrió en Cromañón con Callejeros.

Si la tragedia no fue peor, fue porque la misma gente saltó las vallas y se autoevacuó pacientemente desde que comenzaron los inconvenientes (en el quinto tema). Además, claro, no hubo pirotecnia y el recital fue en un predio al aire libre.

La evasión, según dicen, fue un caos y con salidas cercadas, empujones e interminables caminatas en una ciudad colapsada que apenas supera los 100 mil habitantes. Pero ojo, esta tragedia pudo pasar antes.

En Gualeguaychú (abril de 2014), la gente se embarró hasta la cabeza y por primera vez en años hubo quejas de maltrato al público, mientras que en Mendoza (meses antes, en septiembre de 2013), más de uno sufrió hipotermia, tras asistir a un predio completamente descampado y hacer un peregrinaje de varias horas con temperaturas bajo cero, entre el estacionamientos de micros y el hipódromo.

Muchos sobrevivientes de Cromañón, conocidos y amigos, estuvieron en Olavarría y lamentablemente reabrieron una vieja herida.

Desde Salta me pasó lo mismo que aquel triste fin de año: la desesperada búsqueda de amigos a los suyos, listas de personas pegadas en hospitales y víctimas fatales (aunque está claro que la diferencia de fallecidos entre un show y otro fue abismal).

Por todo esto, parece que Cromañón no hubiese pasado y que los grandes responsables son los medios de comunicación por informar lo sucedido. Post 2004, pocos se hicieron cargo de una tragedia que jamás dejará de doler y ahora la historia se repite. Con el paso de las horas, el público se fue de Olavarría con un sabor agridulce. Espero que ahora se tome conciencia y no nos haga revivir Cromañón, otra vez.

 

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