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El plan científico de Belgrano

Lunes, 31 de julio de 2017 00:00
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Todos conocemos al Manuel Belgrano abogado, economista y brillante militar. También su actuación en la creación de la bandera argentina, ejecutor del Éxodo Jujeño y vencedor en las batallas de Tucumán (1812) y Salta (20 de febrero de 1813). Bartolomé Mitre escribió una monumental biografía dedicada a su figura. Belgrano nació en Buenos Aires en 1770 y falleció un 20 de junio de 1820, fecha que Argentina conmemora como el Día la Bandera; justo un año antes de la muerte del general Gemes en Salta. Ambos tuvieron una destacada actuación en la causa de la Independencia.

El científico

Menos conocida es su afición a la ciencia, especialmente en los campos de la matemática, agronomía, física y economía. A él se debe una primera traducción de "Los Principios de la Ciencia Económico-Política", obra en la que también escribió una introducción y un largo comentario bajo el seudónimo de "Conde C". Para dar peso a sus conceptos teóricos y prácticos leyó con profusión a autores españoles como Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1802), Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), Jerónimo de Uztáriz y Hermiaga (1670-1732) autor de la "Theórica y práctica de Comercio y de Marina", obra de referencia de la economía durante el siglo XVIII, y otros extranjeros como el fisiócrata francés Fran‡ois Quesnay (1694-1774), el escocés Adam Smith (1723-1790) famoso autor de "La Riqueza de las Naciones", el italiano Antonio Genovesi (1712-1769), y una pléyade de autores de su tiempo. Belgrano, influido por la lectura y traducción de Quesnay, adhirió a la ideas de la fisiocracia, doctrina económica que vinculaba el origen de la riqueza de los países a la explotación de sus recursos naturales.

Deja para la posteridad una frase contundente: "Toda la riqueza que no tiene su origen en el suelo es incierta".

El campo y el comercio

Durante su estadía en la península, Belgrano formó parte de la Academia de Santa Bárbara. Regresó de España en 1794, con el cargo de Secretario del Consulado de Buenos Aires, luego de completar estudios en Salamanca y Valladolid. Imbuido de las nuevas ideas que campeaban en Europa intentó llevar adelante numerosos proyectos de desarrollo pero chocó contra el sarcasmo y la molicie porteña colonial. Esto lo convenció de que su patria no podía progresar bajo el dominio español y que las naciones americanas debían buscar su independencia. Desde 1795 hasta 1800 se dedicó a publicar anualmente las "Memorias", de las cuales escribió quince y se conservan cinco. En esas memorias está contenido el plan de Belgrano en favor de la agricultura, el comercio, la navegación, la introducción de nuevas industrias y el mejoramiento de la red vial. Especialmente la segunda memoria, titulada "Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria, proteger el comercio en un país agricultor", ha recibido la atención de numerosos investigadores, entre otros Emilio Coni (1927), Leoncio Gianello (1961), Rosauro Pérez Aubone (1962) y Gregorio Weinberg (1954). Con respecto a la agricultura puso énfasis en el adelanto de los métodos agrícolas y la introducción de nuevas variedades de plantas desconocidas en el país.

Estimuló las experiencias que llevaba a cabo su amigo Martín José de Altolaguirre, dueño de una quinta vecina a La Recoleta. El inmueble se extendía desde el huerto de los recoletos hasta las orillas del Río de La Plata. Allí, Altolaguirre había plantado árboles frutales y otras especies algo más exóticas. De aquella quinta se conserva aún hoy el que probablemente sea el árbol más viejo de Buenos Aires, un gomero de siete metros de diámetro en la base y unos 200 años de antigedad, cerca de la confitería La Biela.

Cáñamo y lino

Belgrano se interesó especialmente en el cultivo e industrialización del cáñamo y el lino, los que habían atraído su atención en España. Para ello escribió una de sus memorias titulada: "Utilidades que resultarán a estas provincias y a la península el cultivo del lino y el cáñamo, modo de hacerlo; la tierra más conveniente para él, modo de cosechar estos dos ramos, y por último se proponen los medios de enseñar a los labradores para que se dediquen con constancia a este ramo de la agricultura".

El cáñamo ingresó en un cono de sombra desde la década de 1930 por su relación con la marihuana. Sin embargo fue el material más usado para fabricar sogas, cuerdas, bolsas, vestidos, velas navales, redes de pesca, papel y otros objetos. Los trabajos artesanales con el cáñamo eran importantes generadores de mano de obra y Belgrano lo veía en el marco de poder brindar trabajos dignos y decorosos a las mujeres. Más del 90% de los elementos de navegación y pesca se hacían con cáñamo y aún hoy sigue siendo muy utilizado en muchas embarcaciones por su gran resistencia a la humedad y a las variaciones climáticas. Como dato anecdótico las velas de las carabelas de Colón y la bandera de la independencia de Estados Unidos estaban tejidas con cáñamo.

En igual sentido le preocupó el lino, otra fibra textil de gran importancia histórica ya que se conoce desde hace más de 7.000 años en Anatolia (Turquía). Los cuerpos de las momias egipcias estaban envueltos en tejidos de lino.

La fibra de lino es buena conductora del calor lo que produce sensación de frescura y por ello se usa en la confección de prendas de verano.

Belgrano estaba convencido de la importancia de las matemáticas para llevar adelante cualquier estudio o investigación tanto en el plano civil como militar. Por ello, en 1799 creó una “Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y toda especie de Dibujo”, bajo el asesoramiento del famoso naturalista Félix de Azara, que ese mismo año se fusionó para dar nacimiento a la “Escuela de Náutica”. Como director fungió al geógrafo y cartógrafo Pedro Cerviño (1757-1816) que, al igual que Azara, había llegado al Plata con la comisión demarcadora de límites entre los territorios de España y Portugal. Cerviño formó parte de la expedición de Miguel Rubín de Celis para alcanzar el meteorito Mesón de Fierro perdido en el Chaco santiagueño. Asimismo, enseñó Matemáticas, Geometría e Hidrografía junto con el piloto Juan Alsina y con el salteño Francisco Gavino Arias (1732-1808). Al egresar la primera promoción, en 1802, ensalzó públicamente a su director Cerviño y declaró que de allí estaban egresando los hombres que navegarían buques, conducirían ejércitos y enseñarían a las nuevas generaciones los conocimientos científicos, ya que ellos llevarán en su bagaje intelectual “la llave maestra de todas las ciencias y artes, las matemáticas”. Los estudios matemáticos con orientación náutica incluían Aritmética, Geometría, Álgebra, Trigonometría, Ciencias Físico-Matemáticas, Cosmografía, Geografía e Hidrografía, entre otros contenidos. También fue Belgrano uno de los fundadores del “Telégrafo Mercantil” (1801-1802), donde se publicaron trabajos sobre Educación, Agricultura, Medicina, Química, Mineralogía y otras ciencias. Al telégrafo le siguió el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio” (1802-1807) de Hipólito Vieytes, y más tarde el “Correo de Comercio”, fundado por Belgrano en 1810.

Belgrano trató con los grandes hombres de su época. En Salta trabó amistad con el sabio escocés Joseph Redhead, quien lo ayudó en su traducción de la despedida de Washington. Fue Redhead el que evitó que le pusieran grillos en Tucumán cuando lo tomaron prisionero. Y fue a Belgrano a quien Redhead le dedicaría en 1819 el primer trabajo de física experimental realizado en la Argentina y que versó sobre la dilatación del aire atmosférico.

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