¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Sincerándonos como argentinos

Miércoles, 23 de mayo de 2018 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Tras días críticos en materia económica, el país comienza a reencauzarse. Algunos gurúes pronosticaron la caída del presidente y preparaban ansiosos los celulares para filmar el emblemático helicóptero que llevaría a Mauricio Macri al ostracismo. Nada de eso pasó. Pero se sintió vibrar a todo el sistema democrático como anticipo de un terremoto que no fue. Los senadores nacionales y algunos empresarios se plegaron a la necesaria concertación para defender el sistema financiero y sobre todo, el sistema democrático. En realidad, ningún argentino debería, si tiene amor por su Patria, desear la caída de uno de los sistemas de gobierno que costó el derramamiento de mucha sangre de hermanos patriotas, hermanos patriotas de todos los sectores sean de izquierda o de derecha, o simples ciudadanos y servidores públicos.

Pareciéramos un pueblo que espera un salvador que viene de afuera y es un mago capaz de cambiar la realidad de pobreza y miseria con solo un gesto. Nuestras débiles democracias en Latinoamérica tienen una larga historia de interrupciones bruscas y violentas; golpes militares o civiles, con complicidades internas y externas, con complicidades ciudadanas e institucionales. Hay una triste historia de la llegada de supuestos mesías que pretendían perpetuarse en el poder, con el peor de los condimentos, -lacra social, dirá el papa Francisco-, llamada corrupción. La corrupción no es otra cosa que la ausencia de ética pública, ética política, falta de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Pasan los años y seguimos buscando coronar a un rey o un mesías que nos saque adelante. Eso, por suerte, no va a pasar. Van a pasar los años, las generaciones, los gobernantes. La Nación es don y tarea para cada argentino. Debemos dejar de ser simples habitantes y convertirnos en ciudadanos.

Vamos a crecer cuando dejemos de endiosar hombres y mujeres que se destacaron haciendo cosas para la gente con dinero público, con dinero nuestro. Hombres y mujeres que gestionaron la cosa pública, intentando solamente, cumplir con su deber. Algunos lo hicieron bien, otros más o menos y otros no hicieron nada o lo hicieron mal. Los políticos son hombres y mujeres falibles. Si un político se las cree es porque nosotros no nos reconocemos capaces de ser artífices y constructores de nuestra propia historia. Pesamos muchas veces, que el Estado es mágico y lo resuelve todo. El estado mágico no existe. La magia es ilusión, la vida real requiere trabajo comprometido de cada ciudadano, exige el cumplimiento de deberes para disfrutar de los derechos.

He escuchado en estos días de turbulencia muchos agentes de prensa, mediáticos, agoreros y a doña Rosa o Juan de la calle hablar una y mil veces del dólar, de la caída del gobierno, y de recetas mágicas para sacar el país de la crisis, una vieja costumbre argentina. Quisiera oír la voz de muchos argentinos narrando historias reales de gente que trabaja por el bien, noticias positivas que estimulen la imaginación para seguir caminando en esta transformación.

Debemos ocuparnos y preocuparnos de la Patria como ciudadanos. Como nos decía el filósofo español José Ortega y Gasset, en la ciudad de La Plata, allá por el año 1939, "Argentinos a las cosas, a las cosas", para continuar exclamando, "déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. ¿No presumen, acaso ustedes, el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más?"

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD