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El pensador de Atacama

Lunes, 30 de julio de 2018 00:00
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El Dr. Guillermo Chong Díaz es uno de los grandes científicos chilenos. Nadie como él ha penetrado en los arcanos del desierto de Atacama.

Conoce en profundidad la geología, geografía, historia, depósitos minerales, fósiles, flora, fauna y clima del hiperárido desierto que se extiende entre la costa del océano Pacífico a occidente y la alta cordillera volcánica de los Andes hacia oriente.

En ese ambiente reseco y singular, formado por el doble efecto de la barrera orográfica de los Andes que frenan las lluvias amazónicas y por la corriente oceánica fría de Humboldt que no evapora, se generan condiciones de hiperaridez que han dado lugar a la existencia de sales exóticas como los nitratos.

Chong está considerado la máxima autoridad mundial en el estudio de los nitratos.

Un sabio en el desierto

Por sus profundos conocimientos sobre los ambientes desérticos fue contratado por la NASA en sus programas de búsqueda de vida en Marte para rastrear la presencia de extremófilos, o sea organismos que se desarrollan en condiciones físico-químicas extremas para la vida.

Guillermo Chong es el máximo especialista en la geología del norte de Chile. Es además el continuador en el tiempo de la obra que realizaran los grandes sabios decimonónicos como Ignacio Domeyko, Rodulfo Phillipi, Claudio Gay, Pedro J. A. Pissis; así como Juan Bruggen o Humberto Fuenzalida en el siglo XX.

Los intereses científicos de Chong abarcaron -y abarcan- el amplio espectro de las Ciencias Naturales.

La memoria de las rocas

En estas lides describió minerales nuevos para la ciencia, formaciones geológicas desconocidas, huesos de grandes monstruos marinos, yacimientos minerales de muchos tipos, invertebrados, vertebrados y plantas fósiles de distintos períodos geológicos, fenómenos curiosos y otras cuestiones relacionadas con el desierto como un todo.

En sus correrías por el despoblado, ya sea solo o con colegas de muchas partes del mundo, descubrió una gran cantidad de restos fósiles que estudió y publicó en revistas internacionales tales como cocodrilos, reptiles voladores (pterosaurios), amonites, peces, huellas de dinosaurios, huellas de caballos del Terciario, etcétera. Algunos de esos hallazgos los publicó en colaboración con el paleontólogo argentino Rodolfo Casamiquela (1932-2008) o con la especialista en reptiles marinos del museo de La Plata Dra. Zulma B. de Gasparini.

Para contener muchos de sus hallazgos trabajó en la creación del museo geológico Profesor Humberto Fuenzalida Villegas, en Antofagasta (Chile). Allí se conservan piezas valiosas únicas, tanto recolectadas por Chong, como por otros científicos y naturalistas. Entre ellas el enorme cráneo de un cocodrilo marino del Jurásico, con unos dientes que dan miedo de solo mirarlos y que es una de las mayores atracciones del museo. Al igual que una roca considerada entre las más antiguas -sino la más antigua- de la Tierra con una edad de 4.294 millones de años y que le fue obsequiada a Chong en el Ártico por una colonia de esquimales (inuit). También variedad de invertebrados, huesos y huellas de dinosaurios, espectaculares meteoritos y una impresionante variedad de rocas y minerales que reflejan la riqueza minera de la región.

El museo se encuentra en el ámbito del departamento de geociencias de la Universidad Católica del Norte en la cual el Dr. Chong se ha desempeñado como profesor durante más de cuatro décadas y en donde ha formado a decenas de discípulos que hoy reafirman y siguen sus pasos. El museo y los discípulos son parte del valioso legado que el Dr. Chong ofreció en vida a su país. Chile lo ha reconocido nombrándolo Académico nacional, doctor Honoris Causa y haciéndolo acreedor de numerosos premios y distinciones, entre ellos la Medalla Juan Bruggen (2003), que es el mayor galardón para un científico dedicado a las Ciencias de la Tierra en su país.

El hallazgo de litio

En la década de 1970, junto a científicos chilenos y norteamericanos, entre ellos el Dr. George Ericksen (1920-

1996), fue uno de los descubridores del gigantesco yacimiento de litio del salar de Atacama que convirtió a Chile en el primer productor mundial de ese metal alcalino en salmueras.

Fue también en la década de 1970 que el Dr. Chong comenzó a frecuentar la geología del norte argentino, especialmente con la creación de la Universidad Nacional de Salta. En una de sus recordadas conferencias abordó la temática del litio y planteó la necesidad de explorar los salares de la Puna argentina como se había hecho antes en Chile.

En dicha conferencia estaban presentes el geólogo Antonio P. Igarzábal (1925-1997), el ingeniero químico Rolando F. Poppi (1935-1983), junto a otros profesores universitarios y el suscrito en calidad de estudiante de geología. Tanto Igarzábal como Poppi tomaron la posta de las investigaciones de reconocimiento geológico, análisis químicos y tratamiento de salmueras. Ello llevó a que la UNSa participara desde el origen en la exploración del litio tal como lo he explicado ampliamente en mi libro: "Litio: El Metal de los Salares Andinos. Curiosidad de la Química en el siglo XIX a Soporte de la Tecnología del Siglo XXI. Con prólogo del Dr. Enrique J. Baran. Mundo Gráfico Editorial, 120 p.; 2018, Salta".

Anfitrión y maestro

En 1985 el Dr. Chong participó de la organización del Cuarto Congreso Geológico Chileno que se llevó a cabo en la ciudad de Antofagasta y al cual invitó especialmente a investigadores salteños. Luego del congreso hubo un viaje de varios días por el desierto de Atacama en los que participó el científico español de la Universidad de Salamanca, Dr. Antonio Arribas Moreno (1923-2018) y el suscrito. En ese viaje, Chong nos mostró con lujo de detalles su profundo conocimiento de los ambientes naturales, la génesis de los yacimientos, el arte y jerga de los mineros, entre muchísimos otros temas.

Entre ellos la limpieza del cielo y nos pronosticó que en el futuro el desierto chileno se iba a llenar de observatorios astronómicos, cosa que al final del día ocurrió.
Pero también mostró su don de anfitrión, su pasión por la ciencia y su enorme capacidad intelectual para narrar, analizar y dibujar -con arte excelso- la riqueza del suelo y del subsuelo del inhóspito desierto. 
Esa pasión por enseñar y divulgar el conocimiento lo llevó a escribir dos libros emblemáticos que son “Enseñando Geología a los Niños” (2002) y “Enseñando Geología a lo largo de Chile” (2004).
Estos libros no solo han tenido varias reediciones sino que han sido adoptados como textos de enseñanza. No pocas vocaciones nacieron de estos libros o de las continuas conferencias que Chong brinda a escolares, alumnos de liceos, jóvenes universitarios, público en general o bien a investigadores científicos de distintas universidades mundiales a las que es permanentemente invitado. Entre ellas las universidades alemanas, ya que fue precisamente en una de estas, la de Berlín, donde se doctoró en 1984.
El Dr. Chong es de origen chino por parte de padre, como aquellos chinos coolies que poblaron el desierto en la época de oro del salitre. Al parecer lleva en su genética la sabiduría milenaria de los chinos mixturada con el ser americano por parte de madre.

La vivencia de un sabio 

Cuando le preguntaron qué sentía de haber sido contactado por la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) para sus programas espaciales de búsqueda extraterrestre se limitó a señalar que se sentía una partícula en esa gran aventura y lo ejemplificó diciendo “como lo es un grano de arena en la construcción de una duna”.
Para él el desierto son paisajes, rocas, fósiles, colores, formas que transmiten cosas y cuentan historias que vienen de la oscuridad del tiempo pasado. 
Y reflexiona: “¿Cómo no va a ser emocionante encontrar restos fosilizados de un organismo que vivió hace millones de años y desde entonces no lo ha tocado ningún otro ser humano?, ¿cómo no va a ser impactante descubrir venas y arterias de minerales que han surgido del interior de la Tierra?, ¿cómo no sentirse pleno cuando una roca te plantea un problema al parecer insoluble y luego otra te muestra la solución? Son experiencias que te llenan la vida”, sostiene.
 

 

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