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Lucrecia Frías, la maestra que le dedicó 32 años a una escuela rural

Todo el paraje de Cantero despidió de las aulas a Lucrecia Frías. Enseñó en un establecimiento ubicado en el campo que fue apadrinado por el exgobernador Roberto Romero. Se vivieron momentos de gran emoción.
Domingo, 30 de septiembre de 2018 01:30
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Con una fiesta de la que participaron todos los vecinos del paraje Cantero, alumnos, familiares, autoridades e invitados especiales despidieron, con gran emoción, a una maestra que dedicó 32 años de su vida a enseñar, con amor, a los chicos del campo. Se trata de Lucrecia Frías, quien vive junto a su esposo en la segunda sección del departamento de Rosario de la Frontera.

Oriunda de Salta capital y egresada de la escuela técnica Joaquín Castellanos, enseñaba actividades prácticas (una materia hoy denominada "artística") en la escuela Nuestra Señora del Rosario, que fue apadrinada por el exgobernador Roberto Romero.

La despedida fue emocionante y llevó hasta las lágrimas a grandes y chicos, al igual que a sus alumnos que leyeron dedicatorias y palabras de agradecimiento. Todo el paraje se reunió y organizó un festejo para despedirla. En el agasajo estuvo presente el intendente, Mur Reynaga.

"Me inicié en esta escuela el 17 de septiembre en 1985, en esa época el director era don Héctor Cecilio López, y había dos maestros más, no teníamos ordenanza así que la limpieza la hacíamos con los chicos de tarde", recuerda emocionada la maestra Lucrecia.

"Cuando comencé, no había albergue, y fue don Roberto Romero quien lo inauguró y apadrinó. En 1986 vino el gobernador a habilitarlo, luego de la lamentable tragedia que tuvo, la escuela se quedó sin padrino. En esa época concurrían alrededor de 30 alumnos, y una vez que tuvo albergue, llegó a ascender a 90 la matrícula en el año 2000", recordó.

Actualmente la escuela rural tiene solo 9 alumnos, debido a que la gente comenzó a abandonar la zona, que cada vez tiene menos habitantes. Esto está sucediendo en la mayoría de la las escuelas de campo en el sur provincial.

"Cuando yo llegué a la escuela teníamos que acarrear el agua y juntar leña, había mechero y lámpara a gas. Nos quedábamos los sábados y domingos con los chicos. Los caminos no eran como ahora, eran pequeñas sendas para ir a caballo, en las denominadas zorras en esa época, que era como un sulqui pero más pequeña. Cuando llovía no salía ni entraba nadie porque había mucho salitre, se ponía como jabón y había que esperar varios días para transitar", recordó.

Durante varios años Lucrecia recorrió kilómetros en bicicleta desde Copo Quile, para llegar al establecimiento a dar clases a sus queridos niños, hasta que luego donaron una camioneta para que la transporte a ella y a los alumnos.

Sobre los valores entre los niños de antes y los actuales, comentó: "Todavía existe el respeto acá. Todos los que pasaron por esta escuela, cuando voy a Mojón, que pertenece a Santiago del Estero, donde me ven, me saludan y muchas veces yo no los reconozco. Son encuentros muy emocionantes en los que recordamos a la escuela de Cantero. Eso es una gran satisfacción para mí porque ya son hombres y mujeres, de bien", resaltó.

"Soy profesora de artística, además de esta escuela, enseñé en la Almona. Yo había estudiado en la escuela técnica de Salta y llevaba los materiales necesarios para los alumnos que eran de muy escasos recursos y no se podía pedir nada. Algunas chicas me dicen que ahora trabajan haciendo tejidos en Buenos Aires para vender y es una satisfacción que uno pudo enseñar algo que les sirvió en la vida", comentó.

A Lucrecia su familia siempre le decía que era un gran sacrificio enseñar en una escuela que estaba en medio del monte. Ella les respondía que lo hacía porque le gustaba y por amor a los niños.

"Recuerdo que cuando llegué a la escuela por primera estaba como intendente don Juan Carlos Cabrera, también lo conocí a don Cacho López y de director estaba el "Negro" López. Ellos me ayudaron a llegar a la escuela, fue en un tractor, llegué llena de tierra. Pero ahora eso que viví es un anécdota hermosa", relató.

"La vida de campo es tranquila, pero uno como docente no deja de estar pendiente de los chicos en ningún momento, es mucha responsabilidad".

"Los fines de semana, me quedaba con los chicos cuidándolos en el albergue, y nunca faltaban las historias de campo, contadas por ellos, y así las horas pasaban y se me hacían más cortos los días que no había clases, y otras veces cuando no se quedaba nadie en la escuela, ellos me invitaban a comer a sus casas, carneaban alguna gallinita y hacían un guiso o algo para compartir".

"Para el día del maestro los chicos me regalaban algún cabrito, lechón, huevos o pan casero". "Ser maestra rural es dedicación, generosidad hacia los chicos y hacer de todo".

La maestra Lucrecia agradeció a El Tribuno por llegar a esos parajes inhóspitos. No podía creer que su historia se publicaría en el diario.

Fue una escuela parroquial

En 1962, el sacerdote Oscar Daniel Correa, creó en este alejado paraje una escuela parroquial, un año después se construyó el actual edificio. Tras 17 años de funcionar como escuela parroquial, fue oficializada por la provincia.

Homenaje de una alumna

La artista prometedora Nancy Grissel también se hizo presente en la fiesta para agasajar a la seño Lucrecia.

La intérprete folclórica cursó sus estudios primarios en esa escuela y fue el esposo de la maestra quien le enseñó de niña a tocar la guitarra y a cantar. 

“Cuando me llamaron para contarme que se jubilaba, no dudé en dejar todo y venir a cantar para ella, inmediatamente llamé a mis guitarristas,y acá estoy, para homenajearla, por los valores que ella me inculcó, y a todos los alumnos”, expresó la cantante a El Tribuno. 

Una vez arriba del escenario, cantó en dúo junto a su maestro precursor, Víctor Hugo Castaña, apodado como “Fico”, y recordaron entre canto y copla la feliz infancia en la escuela.

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