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Salta vive una semana políticamente intensa. No solo por la llegada del presidente Mauricio Macri, sino porque las primarias del domingo dejaron un escenario novedoso. Dos frentes heterogéneos se perfilan como ganadores en las generales de noviembre y nada indica que los resultados de las presidenciales, el 27 de octubre, puedan influir en la decisión local. La heterogeneidad de ambas coaliciones puede ser vista como positiva o negativa, pero es la realidad y evidencia que la representación política a través de partidos con vida propia sigue estando lejos.
Es notable y los dirigentes de ambas coaliciones reconocen que el ganador de las PASO fue quien logró "cercar la provincia". De este dato podría inferirse que los ciudadanos de Salta apuntan a fortalecer la mirada hacia adentro. Traducido en términos políticos, está claro que la gente empieza a cansarse de la dependencia extrema de la caja nacional y de encolumnamientos extraprovinciales, y espera que podamos empezar a generar nuestros propios recursos.
El proyecto del Plan Belgrano, bandera de campaña de Cambiemos, resumía gran parte de las aspiraciones salteñas. Ninguna provincia del NOA o del NEA podrá desarrollarse sola, pero la materialización del Norte Grande como unidad estratégica sigue siendo la gran posibilidad futura. Las nueve provincias comparten realidades sociales similares, necesidades parecidas e idénticas posibilidades postergadas. Ni el Plan Belgrano ni el "supermercado del mundo" funcionaron, pero el subdesarrollo no nació ahora.
En primer lugar, Salta tiene enorme potencial no desarrollado, mientras que desde la comodidad de los grandes centros urbanos se despotrica sin fundamentos técnicos y se conspira contra las dos actividades que le permitirían a la provincia (y a la región) salir del pozo de pobreza: la minería y la producción agroganadera y comercial.
La pobreza de la región va más allá de los vaivenes de la inflación y de la agobiante crisis actual, porque las economías de subsistencia, la carencia de servicios como gas, electricidad o agua potable son indicios de desequilibrios estructurales que requieren, ante todo, de un esfuerzo regional y una coordinación imprescindible de la administración central, que maneja la recaudación y el presupuesto de los 24 distritos.
El Norte Grande representa una población de 9 millones de habitantes, contra los 18 millones de personas que viven en 25 km a la redonda del puerto de Buenos Aires.
El desequilibrio electoral y comercial entre ambas regiones podría equilibrarse con estrategias y proyectos en común de las nueve provincias que se extienden en la frontera con Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile. Porque ningún gobierno nacional ha logrado, hasta ahora, abstraerse de aquella enorme fuente de votos y de negocios.
Una alianza regional permitiría planificar el desarrollo productivo, comercial y turístico de la región como una cuestión de Estado. Esto no puede depender solo del presidente, sea quien sea.
Requiere una fuerte decisión local. Pero hay una dificultad que también es cuestión de Estado. Hace poco el investigador de la Universidad Torcuato Di Tella, Carlos Gervasoni, en una entrevista reciente con El Tribuno señaló que "la renta fiscal que perciben muchas provincias permite a los gobernadores designar más empleados del Estado de los que necesita y aumentar un electorado cautivo. Por una parte, las empresas privadas, generadoras de empleo productivo, no se sienten cómodas compitiendo con el Estado; por otra, los gobernadores prefieren un escenario más dócil". Su opinión se apoya en un estudio de varios años y con proyección internacional.
Discutir la recaudación y la coparticipación es un problema que desencadena ambiciones y genera conflictos de poder. Para Salta y para el país, en sesenta días comienza una nueva etapa, gane quien gane. Por eso, mientras que la pobreza sigue siendo el tema de la retórica de campaña, el gran desafío político y social es evolucionar hacia otras formas de construir producción y empleo. El régimen rentístico, con gobiernos atados a la coparticipación, alimenta el clientelismo en cada rincón del país y solo genera subdesarrollo.