¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
16°
28 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Tierra y construcción en Humahuaca

Lunes, 28 de octubre de 2019 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El jueves 17 de octubre de 2019 se llevó a cabo en la Universidad Católica de Salta (Ucasal) la defensa de la tesis de maestría del arquitecto jujeño Néstor Abraham José. Dicha tesis se realizó bajo la dirección del arquitecto Sergio Perotta en el marco de la maestría de Valoración del Patrimonio Natural y Cultural que se dicta en la Ucasal y que está acreditada por la Coneau. El trabajo versó sobre la arquitectura en tierra en la Quebrada de Humahuaca con un estudio sobre los materiales de construcción de los pueblos indígenas, la influencia colonial española y las raíces incaicas y preincaicas del territorio. El jurado estuvo integrado por la arquitecta de la Universidad Nacional de Tucumán, Dra. Mónica Ferrari, la Dra. Alicia Bassani de la Universidad Nacional de Salta y el suscripto. Asistieron autoridades, docentes y alumnos inscriptos para el cursado de la cuarta edición de la Maestría en Valoración del Patrimonio Natural y Cultural. La tesis resultó evaluada de manera unánime con la máxima calificación y el correspondiente pedido de publicación.

 

Patrimonio de la Humanidad

La Quebrada de Humahuaca fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2003 y el arquitecto Néstor José fue uno de los profesionales que trabajó en los estudios previos. Por sus raíces quebradeñas conoce a fondo los procesos teóricos y empíricos de los saberes tradicionales. La declaración de Patrimonio de la Quebrada fue en razón de su paisaje natural, su valor escénico y el haber sido un eje integrador como vía ancestral de comunicación.

Desde el punto de vista geológico se trata de una fosa tectónica surcada por el río Grande de Jujuy, flanqueada por enormes montañas a oriente y occidente, las que en muchos casos superan los 5 km de altura sobre el nivel del mar. Como unidad fisiográfica forma parte de los valles y serranías de la provincia geológica de Cordillera Oriental en los Andes Centrales del sur. La quebrada muestra una geología espectacular con rocas que abarcan desde los finales del periodo Precámbrico, el Paleozoico inferior, el Cretácico, hasta las sedimentitas terciarias y los sedimentos pleistocenos y holocenos. Ello da lugar a los cerros pintarrajeados y multicolores que embellecen la policromía escénica del paisaje. Las fuertes pendientes y los grandes resaltos del relieve que alcanzan a 3 o 4 km de rechazo vertical entre el piso del valle y las altas cumbres de las montañas, generan una intensa actividad erosiva y una potente dinámica fluvial.

La juventud del relieve y del paisaje se observa en los rasgos morfodinámicos y en la gran carga de materiales sedimentarios de cantos rodados, lajas y bloques de distintos tamaños que cubren el piso del valle principal y sus cientos de afluentes laterales.

Los antiguos pobladores

Se destaca la presencia de rodados y bloques sueltos de cuarcitas rosadas y blanquecinas que pertenecen al Grupo Mesón (Cámbrico) y que están ampliamente distribuidas. Los ríos transversales que convergen al curso principal, así como las adyacencias de la gran vía fluvial, fueron ocupados desde muy antiguo y conforman los canales de comunicación en sentido norte a sur y de este a oeste; desde los pueblos de la Puna hacia los pueblos de las llanuras orientales. Hay registros de paleocazadores que se remontan a más de 10.000 años atrás. Los antiguos hombres del Holoceno temprano habitaron en los aleros rocosos que no son necesariamente cuevas en el sentido estricto. Allí se protegieron del frío, hicieron fogatas y consumieron el producto de la caza.

La Dra. Alicia Fernández Distel ha realizado aportes arqueológicos notables sobre estos temas. Pueblos pacíficos o guerreros cruzaron, o bien se asentaron en el territorio durante milenios. La llegada del inca imprimió su marca en la nueva vialidad imperial, los pucarás, tambos, colcas, huayras y otras construcciones. Para ello usaron el recurso más abundante de la quebrada: las rocas rodadas y las lajas.

El arquitecto José describió los tipos de construcción en tierra posterior a los incas y que se desarrolló a partir de la llegada de los españoles. Para ello tomó como punto de referencia a la localidad de Rodero donde es posible observar los más diversos tipos de construcción de viviendas con una arquitectura propia de la quebrada y que involucra profundamente al paisaje y su gente.

Allí se usa el tradicional adobe, el encañado, la champa, entre otras formas de levantar las paredes. Para las cubiertas o techos se utilizan la madera de cardón, cañas, torta de barro, paja o ya en tiempos modernos las tejas o las chapas de zinc. El adobe es de un tamaño pequeño y manuable muy diferente al que usaron los españoles de la ribera del Juramento para construir ciudades como la de Esteco donde domina el adobón de mayor tamaño y, el techado de casas, iglesias y demás edificios, es en base a tejas de ladrillo quemado. El encañado es una mezcla de caña y barro muy efectiva. La champa es simplemente el suelo, o sea el horizonte edáfico superficial, que se corta en forma de panes rectangulares los que se colocan superpuestos con la base de las raíces hacia arriba. Los panes de champa se van amontonando hasta formar paredes o paredones que en general sirven para dividir o demarcar corrales de animales o bien potreros de cultivos.

La nobleza del cardón

Por suerte el cardón, aun cuando es una madera noble, ya no se usa y está protegido como especie vegetal y patrimonial. Los techados de algunas iglesias de la quebrada se realizaron con esos listones antiguos de cardón que se distinguen por sus cualidades de durabilidad, resistencia, acústica y belleza. La iglesia del siglo XVII de Uquía, con sus ángeles arcabuceros y la tumba del jesuita Pedro Lozano, es un magnífico ejemplo.

 La evolución edilicia de la quebrada va desde los aleros holocenos a los hostales modernos. En ese largo recorrido de más de 10.000 años el hombre se fue adaptando a las circunstancias del clima, a la provisión de agua del río principal y sus afluentes, a los oasis encadenados en rosario de acuerdo a la profundidad del nivel freático, a las tierras fértiles para cultivo y pastoreo, a los escasos árboles locales (como el viejo algarrobo de Purmamarca cuya edad se calcula en más de 700 años), al patio de la vivienda como el hipocentro de la actividad familiar, entre otros múltiples aspectos. Una geografía singular que llevó a aquel viejo cura español de Tumbaya, en una leyenda probablemente apócrifa a referirse a los “cerros sin árboles, montes sin leña y ríos sin pescados”.

 Tierra de aluviones

Un tema central de la habitabilidad de la quebrada, en conjunción con las fajas climáticas que la atraviesan de norte a sur, tiene que ver con el riesgo geológico y la vulnerabilidad de algunas construcciones. Los volcanes de barro en sus distintas modalidades de flujos densos por remoción en masa representan un peligro real, al igual que las crecientes y los desbordes.

La experticia empírica de los antiguos los llevó a construir en sitios que estaban protegidos o que habían sorteado el peligro a lo largo de generaciones. Esa estabilidad les hizo mantener en pie las viviendas ante los avatares de las fuerzas de la naturaleza.

En la propia boca de la quebrada se encuentra Volcán, lugar emblemático con un espectacular cono aluvial formado a través de los milenios y donde el arroyo del Medio ha sido el canal de salida de los volcanes de barro destructivos que muchas veces taponaron el río Grande y convirtieron a la comarca en un lago.

El Pucará de Tilcara es un sitio seguro pero las quebradas que bajan desde las sierras vecinas traen un flujo de agua y aluviones que pueden generar daños considerables.

La declaración de Patrimonio de la Humanidad llevó a una sobrevaloración económica de las tierras y a un proceso de construcción caótico de hostales y hoteles que tratan de conservar el “estilo quebradeño”. Sin embargo, algunos de ellos se encuentran construidos en áreas de peligro geológico.

En síntesis, la tesis del arquitecto José, rescata el arte y la técnica de los saberes ancestrales de una arquitectura centenaria de construcción en tierra, que dan el sello edilicio al patrimonio cultural genuino de la quebrada. 
 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD