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En Salta y el Noroeste argentino se encuentran algunos de los fósiles más viejos del país. Las viejas rocas fueron hace cientos de millones de años fango marino y conservan en su interior las marcas, huellas o impresiones dejadas por organismos primitivos que se movían allí en busca de alimento u otras actividades vitales. Forman parte del amplio mundo de las trazas fósiles y por su morfología el especialista puede hacerse una idea acerca de qué tipo de animal fue el que las produjo.
Para esa época eran organismos de cuerpos blandos que reptaban, se alimentaban, descansaban o se refugiaban en los barros que fueron depositados en el océano entre unos 600 y 500 millones de años atrás, esto es entre el Precámbrico superior y el Cámbrico inferior.
Al carecer de partes duras, caso de conchillas o bien de exoesqueletos como en los artrópodos, esos organismos no se conservaron como fósiles convencionales. Pero sí lo hicieron las trazas que ellos produjeron y quedaron grabadas en el sedimento marino. Las trazas son el resultado de una acción biológica sin la presencia del organismo que las produjo y se las llama icnitas o icnofósiles. Son fósiles no convencionales y tienen un enorme valor para interpretar la edad o el ambiente de rocas que no han conservado a los fósiles verdaderos.
La vida en la roca
Hasta la década de 1960, todos los geólogos que estudiaron las rocas antiguas del noroeste argentino, las catalogaron simplemente como "basamento", "basamento cristalino", "basamento proterozoico" o azoico. Zoico es vida en griego y por tanto Proterozoico es vida antigua y Azoico, sin vida. Se pensaba que las rocas que conforman los núcleos de montañas de los cordones cordilleranos salto-jujeños eran rocas de un basamento viejo que no tenía rastros o evidencias de vida.
Por el contrario las rocas que las cubrían estaban pletóricas de fósiles, especialmente las del período Ordovícico y su rica fauna de invertebrados marinos donde destacan trilobites, braquiópodos articulados e inarticulados, graptolitos, gasterópodos, bivalvos, etcétera.
El cerro San Bernardo (Salta) es un rico muestrario fósil de aquellos tiempos del Paleozoico inferior. En cambio las rocas que descansan por debajo y que constituyen su basamento eran consideradas estériles en fósiles. Son esas rocas grises o verdes, lajosas, que afloran ampliamente en la Quebrada del Toro (entre Campo Quijano e Ingeniero Maury), a lo largo de la ruta nacional 51 entre Las Cuevas, Muñano y San Antonio de los Cobres, así como también en la Quebrada de Escoipe, en Cachi y en la Quebrada de Humahuaca, por mencionar algunos puntos notables. El conjunto de esas rocas recibe el nombre de Formación Puncoviscana, aunque se sabe que hay muchas unidades rocosas incluidas en ella, así como también calizas negras (Las Tienditas en Salta y Volcán en Jujuy), coladas de lavas basálticas marinas y dolomías (Tumbaya), magmas graníticos que la penetran (Tastil), entre otros elementos de la geología regional.
La historia del "Basamento" comenzaría a cambiar en la década de 1970 a raíz del hallazgo de una traza fósil que lleva el nombre de Oldhamia, la que ya era conocida en otras localidades mundiales. Significaba que el ejecutor de la traza fósil era el mismo organismo que había dejado su huella en los mares primordiales de una época en que los continentes y océanos estaban ensamblados de una manera diferente. Rocas y oldhamias completarían la trilogía con un paleontólogo que desde entonces iba a dedicar gran parte de su vida al estudio de las trazas fósiles del noroeste argentino.
El Dr. Gilberto F. Aceñolaza, de la Universidad Nacional de Tucumán, tomó en sus manos el estudio de los fósiles de la transición Precámbrico-Cámbrico y produjo más de un centenar de publicaciones en revistas y libros, nacionales e internacionales. Puso a las huellas de esos antiquísimos animales marinos en el mapa mundial. Demostró que las rocas que albergan las trazas fósiles se distribuyen desde el sur de Bolivia, pasando por Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca hasta alcanzar a La Rioja.
"Nereites saltensis"
Luego de las famosas oldhamias apareció el rastro de un gusano que recibió el nombre de Nereites saltensis, en homenaje a Salta. Siempre estas trazas fósiles aparecen en esas lajas verdes o grises que han sido ampliamente utilizadas para veredas o revestimiento de paredes.
En la ciudad de Salta hay decenas de veredas con esas lajas que provienen del núcleo de la Sierra de Mojotoro, más precisamente de la cantera Los Guachos, ubicada entre La Quesera y Chamical, dentro de la ruta gemesiana. También en las veredas de Cachi y San Antonio de los Cobres, entre otros lugares.
Con los años se identificaron numerosas variedades de oldhamias (radiata, flabellata, recta, alata, antiqua, geniculata, curvata, etcétera). Y lo mismo pasó con los nereites y otras trazas cuyo número fue creciendo exponencialmente al tiempo que nuevos estudios y búsquedas se realizaban en las viejas rocas. Entre ellos se conocen actualmente los siguientes ichnogéneros: Asaphoidichnus, Cochlichnus, Didymaulichnus, Dimorphichnus, Diplichnites, Glockeria, Gordia, Helmintoida, Helminthoidichnus, Helminthopsis, Helminthoraphe, Monomorphichnus, Multipodichnus, Neonereites, Nereites, Oldhamia, Paliella, Planolites, Protichnites, Protopaleodyction, Protovigularia, Scolicia, Squamodyction, Taphrohelminthopsis, Tasmanadia, Tiernavia, Torrowangea y Treptichnus.
Esta información fue publicada en 2001, en un trabajo de síntesis de G.F. Aceñolaza y el suscripto en el "Journal of Iberian Geology" (v. 27, pp. 11-22). A ello debe agregarse el reciente hallazgo del ichnogénero Thalassinoides. En líneas generales las trazas fósiles responden al tipo "vermiforme" o sea generadas por vermes o bien "artropodiformes" generadas por la reptación de artrópodos. Asimismo se reconoció la presencia de impresiones de organismos de cuerpo blando, afines a medusas, que fueron asignados a las especies Beltanelliformis, Sweckia y cf. Squamodictyon. Los estudios realizados por Aceñolaza y colaboradores permitieron plantear la existencia de tres icnoasociaciones que, de este a oeste son: Beltanelliformis, Nereites y Oldhamia.
Los más viejos del mundo
Los cuerpos blandos podrían representar a la famosa Biota de Ediacara, que contiene a los animales más viejos del mundo. En la década de 1990, los hallazgos cada vez más conspicuos de trazas fósiles atrajeron a Salta al famoso paleontólogo de Yale-Tubingen, Dr. Adolf Seilacher (1925-2014). Seilacher revisó personalmente los afloramientos de Los Guachos, Quebrada del Toro y otros, realizando importantes observaciones sobre la naturaleza de los ichnogéneros allí presentes. Aplicó en Salta sus conceptos y definiciones sobre la Biota de Ediacara, la primera “Revolución Agronómica” en el límite Precámbrico-Cámbrico, la diversificación en el comportamiento de los organismos, así como el cambio ecológico y ambiental radical.
Junto a dos colegas argentinos radicados en Canadá, los doctores Luis A. Buatois y M. Gabriela Mángano publicaron un importante artículo de síntesis en la revista Palaeo-3 (v. 227, pp. 323 356, 2005). Hoy es universalmente aceptado que la revolución biológica ocurrida en tiempos de la transición Proterozoico-Fanerozoico implicó no sólo aspectos que atañen a la morfología y esqueletización de los organismos, sino que también significó profundos cambios paleo-ecológicos, geoquímicos y preservacionales en el ambiente marino.
Mientras que en tiempos ediacarianos hubo predominio de organismos de cuerpos blandos, se sabe que, a partir de la transición al Paleozoico a éstos se agregaron bruscamente formas que lograron esclerotizar partes de su anatomía, generando un rico y variado surtido de icnotaxones.
Esta situación es la que también puede observarse en la cuenca en la que se depositó la “Formación Puncoviscana” en el noroeste de Argentina, y donde la sucesión de áreas en que predominan unos y otros debe tener un significado no sólo paleo-ecológico y paleo-geográfico, sino también crono-estratigráfico. Más allá de los tecnicismos, lo importante a saber es que en el norte argentino están representadas decenas de huellas de gusanos y otros organismos de cuerpos blandos que vivieron antes, durante y después de la gran explosión de la vida que aconteció en la frontera del Precámbrico y el Cámbrico.