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El pasado 7 de marzo se desarrollaron las Jornadas sobre Pioneros de la Arqueología en Argentina, organizadas en la subsede Buenos Aires de la Universidad Católica de Salta, por iniciativa de la Cátedra Constanza Ceruti Montañas Sagradas de la Ucasal. Este encuentro académico se llevó a cabo en memoria del Dr. Juan Schobinger, pionero de la arqueología de alta montaña y de los estudios de arte rupestre, al cumplirse diez años de su fallecimiento y en ocasión de conmemorarse veinte años del descubrimiento y puesta a resguardo de las momias del Llullaillaco.
"Se contó con la participación de varias decenas de asistentes, incluyendo miembros de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, la Sociedad Argentina de Antropología, investigadores del Conicet, profesores de la Universidad Católica Argentina (UCA) y de la Universidad del Salvador (USAL), entre otros. La Dra. Paola Ramundo ofreció un panorama de los pioneros de la arqueología argentina desde el siglo XIX hasta comienzos del siglo XX. Las arqueólogas Ana Margarita Aguerre y Mercedes Podestá, estudiosas del arte rupestre andino-patagónico, recordaron la labor del Dr. Juan Schobinger en este campo de investigación.
Sentido homenaje
Las antropólogas Claudia Forgione y Maricel Pelegrin rindieron un sentido homenaje a la obra del Dr. Norberto Pelissero, arqueólogo estudioso de la Quebrada de Humahuaca. El Dr. Daniel Schavelzon y el Dr. Girelli expusieron acerca de investigaciones pioneras en arqueología histórica y urbana. La Dra. Constanza Ceruti se refirió al descubrimiento de las momias del Llullaillaco (realizado junto con el Dr. Johan Reinhard) y a los inicios de su labor investigativa, como discípula del Dr. Schobinger y primera mujer dedicada a la arqueología de alta montaña en el mundo".
A pocos días del homenaje que tuvo lugar en Buenos Aires, me es muy grato compartir con el público de Salta una semblanza de la vida de Schobinger, un verdadero pionero de la arqueología en nuestro país, quien fue también mi mentor y maestro en las investigaciones arqueológicas en alta montaña.
Juan Schobinger fue el primer profesional arqueólogo dedicado al estudio de los santuarios de altura y las momias incaicas en Argentina. Es casi imposible resumir en pocas palabras las destacadas contribuciones que realizara como arqueólogo de alta montaña, experto en arte rupestre, estudioso de las religiones; investigador esforzado, docente incansable, escritor y dedicado tutor.
Nació en Suiza en 1928 y falleció en el año 2009 en Mendoza, ciudad en la que residió la mayor parte de su vida. Egresó en 1951 de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires con el título de Profesor en Historia, obteniendo su doctorado en la misma especialidad en el año 1954, con una tesis sobre la arqueología de la provincia de Neuquén.
Fue profesor titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo desde 1956, en las cátedras de Arqueología Prehistórica y de Antropología, además de estar a cargo del curso de Historia del Antiguo Oriente. Dirigió el Instituto de Arqueología y Etnología de dicha Casa de Altos Estudios y fue editor de los anales de la institución. Tras su jubilación, en el año 1995, fue nombrado Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Cuyo.
Schobinger recibió múltiples invitaciones de universidades e instituciones extranjeras, para disertar en el exterior. Dictó cursos sobre prehistoria de Sudamérica en España, México, Alemania y Uruguay. Participó en congresos y encuentros científicos en España, Francia, Suiza, México, Bolivia, Perú, Alemania, Estados Unidos, Portugal, Croacia, Bélgica, Brasil y Chile. Los años sabáticos invertidos en viajes de estudio le permitieron familiarizarse con el patrimonio arqueológico de España, Francia, Italia, Israel, Egipto, Siria y Jordania.
Realizó aportes substanciales en diversos ámbitos de la investigación, principalmente en relación al período precerámico, al arte rupestre y a los santuarios incaicos de alta montaña; aunque también cultivó un interés particular por el chamanismo y la arqueología bíblica.
La momia del cerro El Toro y el infante del Aconcagua fueron recuperadas gracias a las pioneras intervenciones que efectuó en carácter de rescates arqueológicos en alta montaña, durante las expediciones conducidas en 1964 y en 1985 respectivamente. La labor de este investigador involucró el esfuerzo de la ascensión a cotas superiores a 5000 y 6000 metros, para la puesta a resguardo de momias que habían sido accidentalmente descubiertas por montañistas. Durante décadas coordinó los estudios interdisciplinarios de estos cuerpos congelados y sus ofrendas; la publicación científica de los resultados de dichas investigaciones y la eventual transferencia a la comunidad mediante la exhibición museística de algunos de los hallazgos. Compartió su experiencia con nosotros y visitó Salta en varias oportunidades, durante los años en que las momias del Llullaillaco estuvieron en custodia temporaria en el campus de la Ucasal.
La docencia era uno de los tantos campos en los que se desenvolvía con profunda vocación. Su nivel de erudición, su humildad y su genuino interés y respeto -tanto por el objeto de estudio como por los colegas investigadores y estudiantes- lo convertían en un maestro sobresaliente.
En Septiembre de 2006 tuve el privilegio de dictar junto a él un curso de estudios sobre momias en la Ucasal. Nuestra casa de Altos Estudios reconoció su trayectoria académica y sus aportes docentes designándolo como Profesor Extraordinario Visitante.
Quienes seguimos los pasos de Schobinger en la arqueología de alta montaña supimos valorar y admirar el carácter pionero de su trabajo. A contracorriente de las teorías y paradigmas imperantes, Schobinger supo cultivar una mirada humanista de la prehistoria y el hombre, a la que las más recientes tendencias en el pensamiento arqueológico y antropológico comienzan a acercarnos nuevamente.
Cientos de trabajos
Fue autor de más de cien trabajos científicos, incluyendo artículos y notas sobre diversos temas de arqueología e historia. Algunos de sus libros se convirtieron en publicaciones de referencia en numerosas cátedras de estudios de Prehistoria Americana, tanto en Argentina como en el resto del mundo. En el ámbito de la arqueología de alta montaña sobresale inicialmente el libro sobre “La momia del cerro El Toro” publicado en 1964 por la Universidad Nacional de Cuyo. También fue autor y compilador de los volúmenes titulados “El santuario incaico del cerro Aconcagua” y “El santuario incaico del nevado de Chuscha”, publicados por la misma editorial 2001 y 2004 respectivamente.
Las preguntas en torno al fenómeno religioso y al potencial humano surgían a menudo en las conversaciones que Schobinger mantenía con sus discípulos, quienes éramos incentivados a buscar respuestas en los aspectos sagrados del paisaje y en las sabidurías ancestrales e indígenas. Schobinger no le temía a las grandes cuestiones existenciales, que de hecho inspiraban sus investigaciones: la filosofía era para él una amiga; y la antroposofía, una maestra.
Con mirada andina
Sus investigaciones arqueológicas en torno al arte rupestre y a los santuarios de altura incaicos contribuyeron a que la mirada andina sobre lo sagrado pueda sumarse a la de otros pueblos del mundo, más ampliamente reconocidos en el ámbito de la historia comparada de las religiones. Lo hizo desde una perspectiva antropológica humanista e integral, trascendiendo el oportunismo y la falta de anclaje histórico que acompañan frecuentemente los abordajes neo-chamánicos, de los cuales Schobinger sabía distanciarse con prudencia.
Ojalá que las jóvenes generaciones de colegas arqueólogos e historiadores logren encontrar en el legado de sus obras escritas la orientación para superar los constreñimientos teóricos predominantes y asomarse a las infinitas posibilidades de realización que ofrece el estudio del ser humano en busca de la trascendencia.
Una síntesis bastante completa de la producción científica de Juan Schobinger fue publicada en el volumen correspondiente al año 2011 de la revista académica Andean Past, adonde fui invitada a contribuir un obituario. Traduzco de este artículo en inglés un párrafo que ilustra acerca del costado más “místico” de la personalidad del Dr. Schobinger, a modo de afectuosa despedida:
“Quienes tuvimos el grato privilegio de compartir con Schobinger alguna salida de campo o viaje de estudio sabemos acerca de su gran amor por el terreno y de su romántica visión de la naturaleza y el registro arqueológico.
Enamorada de sus cosas
Era capaz de quedarse eternos minutos contemplando un tiesto de cerámica... con entusiasmo juvenil celebraba a sus setenta y tantos años la entrada a algún recóndito tambo incaico, como si fuese el primero que viera en su vida (aunque hubiese descubierto y relevado docenas de ellos a lo largo de su carrera). Y ni hablar de su arrobamiento frente a las manifestaciones del arte rupestre. Fue un eterno enamorado de la intencionalidad y el simbolismo en la evidencia material. Por otra parte, quienes lo acompañamos en alguna salida de campo recordaremos hoy con una sonrisa, que aquellas vivencias cuasi extáticas -dignas de un consumado chamán- lo convertían también en una perfecta encarnación del “sabio distraído”. Para desesperación y angustia de los compañeros de expedición, más de una vez, aquella inclinación contemplativa lo llevó a perderse literal y no sólo metafóricamente en la inmensidad de las cordilleras...”
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