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Son innegables los beneficios de la educación para la sociedad: propicia el crecimiento económico y las posibilidades de obtener un empleo; es parte de la solución de los problemas de medio ambiente; mejora la seguridad y salud inclusive, permitiendo combatir los efectos devastadores de la desnutrición (entre otros).
Según un estudio de la Unesco, “la educación posee la capacidad incomparable de reducir la pobreza extrema y potenciar objetivos de desarrollo de más amplio espectro”.
El desafío local que esto implica consiste en rediseñar el Plan Estratégico Educativo para Salta, privilegiando la visión prioritaria del desarrollo de la provincia, de acuerdo con las demandas y parámetros de nuestra época, e implementarlo poniendo en marcha la capacidad transformadora de la educación asegurando que sea de calidad para todos los niveles.
“Estar” y “pasar tiempo”, o más tiempo, en el sistema educativo es una cosa pero “aprender” es otra, y en Salta este último es un problema preocupante.
Hoy, los responsables de diseñar e implementar las políticas de desarrollo a nivel local no lo hacen de acuerdo con los objetivos y criterios aquí planteados; en la práctica hay una disociación letal con la educación, que pareciera “invisible” y queda relegada a programas de dudosos impactos sobre los cuales no se conocen resultados relevantes.
En cambio, sí se sabe, porque suelen ser noticias ampliamente difundidas, que los resultados de los aprendizajes de los alumnos son infortunados de acuerdo a las evaluaciones estandarizadas que se realizan (PISA; Aprender; etc.).
¿Cuándo será la educación de calidad y equitativa, que favorezca el progreso, una prioridad para la región? Noto que desde el “discurso”, la preocupación por lo educativo siempre está presente, pero en los hechos, en la realidad de todos los días, pareciera ser invisible.
Expansión y resultados
A pesar de que en la provincia el desarrollo de una infraestructura digital y servicios asequibles relacionados con ella, principalmente en el área educativa, están siendo tardíos -lo que dificulta la toma de decisiones acertadas-, igualmente se puede hacer un repaso y, analizando estadísticas oficiales del sector, en el Nivel Inicial la tasa de matriculación para niños de 5 años es claramente un logro de estos últimos tiempos. Prácticamente la totalidad de niños de esa edad están escolarizados; hay que avanzar con los de 4, 3 y los jardines maternales (como lo marca la ley). En cuanto a los “proyectos innovadores” que se están aplicando para el nivel, constituyen un capítulo aparte. En el Nivel Primario, la matriculación es destacable como así también el incremento de infraestructura adecuada. Los resultados de las pruebas estandarizadas locales, nacionales e internacionales hacen que se deban replantear contenidos y estrategias para este nivel. El Nivel Secundario es clave por su importancia para obtener un título y una cualificación adecuada a la región, por los conocimientos que requieren los jóvenes para acceder al mercado de trabajo o continuar estudiando en el Nivel Superior. En este punto, la situación es preocupante en Salta, por múltiples razones. La expansión de la Educación Superior en el mundo y en nuestra provincia en particular, en estos últimos años ha sido notable y se realizó una importante inversión en este nivel; tenemos alrededor de 100 unidades educativas de nivel superior no universitario entre públicos y privados, con una matrícula de alrededor de 48.000 alumnos y 4.400 cargos docentes. Prevalece la oferta de carreras relacionadas con los profesorados para los distintos niveles, con un inexistente control curricular; además, carreras técnicas, en menor medida, con una notable falta de articulación con el mundo productivo local.
Mercado de trabajo y educación
El norte para un nuevo plan educativo debería ser “impulsar y fortalecer las competencias correctas, que favorezcan el bienestar de las personas integrándolas, además de favorecer la equidad y el progreso, e impulsar la economía, facilitar el crecimiento y hacer competitiva la región. Un plan de ese perfil renovaría las expectativas de cambio en esta área y aportaría a la generación de empleo y a mejorar la calidad vida de las personas.
Es sabido que, durante las dos últimas décadas, la estructura sectorial y ocupacional del empleo ha experimentado una profunda transformación en numerosos países.
Argentina, y particularmente Salta, no son ajenas a ello. Los efectos de la tecnología en el mercado de trabajo se están haciendo sentir todos los días afectando a los ingresos de los trabajadores de distintos niveles de cualificación.
En Salta, a nivel educativo, ¿se está preparando a los recursos humanos para los nuevos empleos que generaran la nueva oleada de avances tecnológicos que estamos viviendo donde la inteligencia artificial y la robótica son protagonistas?
Solo a los efectos de dar un ejemplo, una de las actividades de mayor peso en la economía local es el Comercio, y es en este sector donde la respuesta política al cambio tecnológico está haciendo falta ya que el aumento de nuevas competencias se hace sentir fuertemente. Los cambios tecnológicos, junto con el comercio, son los “motores” del progreso económico y es necesario poder integrarse a la red de producción y comercio mundial utilizando la tecnología. Si al diseñar los perfiles y competencias del sistema educativo se ignora al sector productivo, se prescinde de las actividades de la región para recopilar evidencias sobre las demandas de competencias presentes y futuras.
Si no se actualizan los programas de estudio y la formación en la región, ¿cómo se mejorará el empleo?, ¿cómo se garantizará la cualificación requerida? Todos los sectores sociales deben ser partícipes de la propuesta de mejora educativa.
Un caso se plantea con los programas de adultos en edad de trabajar, que también necesitan desarrollar sus competencias para avanzar en su trayectoria, satisfacer las cambiantes demandas del mercado laboral y potenciar las competencias que ya adquirieron.
En Salta los resultados de los últimos años revelaron que no todo pasa por la plata. Las estadísticas y el resultado de las evaluaciones de los alumnos de los distintos niveles muestran que el aprendizaje está en crisis pese a todos los esfuerzos realizados hasta el momento; lamentablemente, es dramático el diagnóstico de la calidad educativa en general, con peores resultados en el secundario -especialmente, el de gestión pública-. En este nivel, en Salta, se da inclusive una ecuación altamente llamativa: “más presupuesto, menos alumnos y más cargos docentes”, y los resultados son lamentables: la deserción aumenta, el aprendizaje baja, y la cualificación no mejora. La relación cantidad de alumnos por docentes en este nivel es de 6 a 1; seguramente, si se analiza en profundidad, sigue mostrando falencias estructurales en el sistema educativo local.
El camino por recorrer
En Salta hay una tendencia a hacer más de lo mismo con muchísimos recursos y el aula y las relaciones siguen siendo las mismas. ¿Cómo debería ser el camino de salida de esta situación? ¿Se puede mejorar? ¿Se pueden transformar los perfiles adecuándolos a las exigencias actuales para lograr el imprescindible progreso y desarrollo? Claro que sí; el primer requisito para hacerlo es poner al alumno en el centro de la política educativa y luego fortalecer la cualificación del equipo que la lleve a cabo y la implemente, en el contexto de una política integrada con las demás áreas. No hay fórmulas secretas.