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Este fue el 27º año que se realizó de manera consecutiva la bicicleteada de Efeta, la única escuela primaria bilingüe de gestión estatal para niños sordos de la provincia de Salta. El dinero recaudado se empleará para los elementos tecnológicos que deben reponer en la escuela y para viajes recreativos y educativos. Pretenden comprar cañones, computadoras y un aparato de aire acondicionado para el comedor, donde almuerzan los chicos todos los días.
En el Parque del Bicentenario, ayer a las 10, luego de tomar clases de gimnasia aeróbica para entrar en calor, largaron los primeros participantes de la jornada deportiva, para recorrer tres kilómetros en bicicleta, patines, cochecito, monopatín o a pie. Poco después lo hizo el segundo grupo, compuesto sobre todo por los más chicos, para hacer un trayecto de un kilómetro. Ambos equipos, compuestos por unas 400 personas de la comunidad educativa y de la comunidad en general, iban acompañados por estudiantes de Educación Física de la Universidad Católica de Salta.
La vicedirectora de la escuela, Flora Morales, contó que este año se mantuvo el precio de la pechera a 50 pesos, el mismo valor que el año pasado, por la crisis económica, con la esperanza de que mucha gente pudiera colaborar.
A la escuela asisten alrededor de 70 niños y niñas sordos e hipoacúsicos que cursan en jornada extendida, de 8.15 a 15.15. Por la mañana, trabajan con la currícula común, en lengua de señas y, por la tarde, refuerzan la lectura y la escritura en castellano.
Los sábados, de mayo a diciembre, se dictan cursos de lengua de señas en la institución. La convocatoria es en abril de cada año y la propuesta se estructura en tres niveles: uno por año.
Nadia Antequera, estudiante de Enfermería, que está en el primer nivel de este curso, participó en la bicicleteada y, junto a sus compañeras, preparó una canción para los niños de la escuela. “En la comunidad hay muchas personas que son hipoacúsicas y la gente necesita saber la lengua de señas”, manifestó.
Lihué (7) y Sabrina (7), quienes asisten a segundo y a primer grado respectivamente en la escuela Efeta, contaron a El Tribuno, por intermedio de su maestra Julieta Soria, que en la escuela ellas estudian matemática y lengua y juegan con la hamaca y con sus compañeros. “Cuando suena el timbre, que es de luces, salimos al recreo”, relataron.
Julieta, quien es profesora de Educación Especial, explicó que no debe confundirse lengua de señas con lenguaje, porque se trata de un idioma, como el inglés o el francés. Señaló que la comunidad sorda lucha desde hace años para que el Estado argentino la reconozca como una lengua oficial.
Mencionó que otro término que suele usarse mal es el de sordomudos. Expresó que los chicos que concurren a Efeta son sordos y no mudos, porque emiten sonidos.
La maestra explicó que la lengua de señas es la primera que aprenden las personas sordas. Luego aprenden a leer y a escribir castellano. Comentó la importancia de que la familia sepa lengua de señas, para que haya una comunicación fluida. Lamentó que, si esto no sucede, es un problema: “No todas las familias aprenden y los chicos no se pueden comunicar”.
En cuanto a la inclusión en la sociedad, evaluó que la comunidad sorda no tiene acceso a los medios de comunicación, al trabajo ni a la universidad, entre otros espacios.
“Un sordo que usa lengua de señas necesita un intérprete para comunicarse y acá, en Salta, no hay”, dijo y mencionó que en la Universidad Provincial de Administración Pública (UPAP) este año comenzó a dictarse la carrera por primera vez. “El chico va a la universidad, el profesor habla y el no entiende y, al final, deja. En un trabajo ven que no escucha y no lo toman, aunque puede hacer cualquier cosa. Es grande la dificultad y se lucha día a día contra eso”, aseguró.
La primera carrera de intérprete
Este año comenzó a dictarse la Tecnicatura en Interpretación de Lengua de Señas Argentinas (Tilsa) en la UPAP, la única que hay en el NOA. Se abrió una cohorte en marzo y otra en agosto. Unas 270 personas estudian en la actualidad, de las cuales 57 son sordas.
Verónica Mercado, coordinadora de la carrera, contó que a lo largo de tres años forman a quienes serán futuros intérpretes de lengua de señas y, con un rol intermedio, a personas sordas, para que trabajen como mediadores lingüísticos.
Daniel Muñoz estuvo en la bicicleteada para apoyar la tecnicatura. “Es importante la comunicación de la gente que no puede oír con la que tiene la suerte de oír. En el Poder Judicial, cuando hay problemas de comunicación ya sea con víctimas o con victimarios que son sordos, ellos no se pueden expresar”, lamentó. Expresó que el hecho de que exista la Tilsa es una forma de que se los incluya en todos lados y, sobre todo, en el Poder Judicial.
“El sistema de enseñanza es nuevo. Las clases son dadas por profesores sordos, lo que implica un aprendizaje distinto de la lengua de señas”, analizó el hombre, y consideró que “lo que puede ser esa carrera el día de mañana es algo sumamente importante”.
Contó que esta carrera ha suscitado mucho interés en otros lugares y que hay personas que cursan desde otras provincias y países por medio de videoconferencia.
El lazo azul
Ayer, representantes de la Tecnicatura en Interpretación de Lengua de Señas Argentinas de la UPAP llevaban sobre el pecho lazos azules, que simbolizan la lucha de la comunidad sorda por el reconocimiento de sus derechos lingüísticos y culturales, que aún siguen sin garantizarse. En el nazismo se identificaba con este color a los sordos, a quienes luego se mataba o esterilizaba.