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26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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La inflación pesos - dólar

Martes, 13 de octubre de 2020 02:16
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La inflación dinero - pesos. Tradicional y popularmente, la inflación se asocia con el crecimiento "desproporcionado" de la cantidad de dinero en relación a los bienes, sobrentendiéndose que si las personas reciben ahora más pesos los orientarán a la compra de tales bienes junto a los servicios que también se demandan cuando se incrementa su poder adquisitivo.

Esta mayor compra de bienes y servicios, en tanto estos tienen una cierta inercia para responder en términos de una mayor producción, se ve reflejada entonces en una suba de los precios, en un mecanismo que recuerda a los remates en donde la puja por los mismos objetos que se subastan impulsa los precios hacia el alza, hasta que la demanda se agota y los mejores postores se llevan los lotes disputados.

Las economías cerradas

En una economía cerrada, vale decir una en la que estén ausentes las transacciones con el exterior, la descripción anterior es bastante válida, sin perjuicio de que, además, tal economía esté organizada en torno de una estructura productiva poco competitiva que permita a los empresarios elevar sus precios tanto como fuera posible, junto a una organización sindical que responda a esas subas con otras similares de salarios, los cuales se trasladan a los precios y así sucesivamente, en lo que se denomina una espiral precios - salarios.

Por otra parte, un candidato perfecto para que -volviendo al fenómeno descripto en el párrafo inicial- se produzca una sistemática suba en la cantidad de dinero, es la existencia de déficit en las cuentas públicas, con un estado que gasta más de lo que recauda en concepto de impuestos y financia la brecha fiscal imprimiendo dinero.

Por supuesto, en tanto el déficit no se elimine, en cada ciclo, vale decir, cada vez que el gobierno debe pagar sus gastos con faltantes de fondos, se repite el procedimiento, esto es, se vuelve a imprimir dinero y de esta forma se va produciendo un agigantamiento de la masa monetaria que se aplica a la compra de los mismos bienes y servicios y entonces se produce la inflación que se mencionaba al principio.

Las economías abiertas

¿Qué ocurre, empero, si la economía no es completamente cerrada?

La economía argentina es probablemente el mejor ejemplo de una economía altamente cerrada, medida a través de la relación entre el comercio exterior (la suma de importaciones y exportaciones) y el PBI, valor que en la Argentina es menor al 10%, frente a economías "normales" donde esa relación en muchos casos supera el 50%.

Aun así, la economía argentina requiere del comercio exterior porque, aunque pretendidamente la industrialización que se inició a partir de la década de los cuarenta del Siglo XX debía lograr prescindir de las importaciones, esto nunca se consiguió, con el agravante de que, en tanto el PBI crece, lo hacen también las importaciones de insumos y maquinarias complementarias con la consiguiente demanda creciente de dólares.

A su turno, los dólares que deberían financiar estas importaciones, vale decir, las exportaciones de la economía, no han aumentado al ritmo del PBI como consecuencia de trabas, impuestos distorsivos y pérdidas de mercados, con lo que, además del déficit fiscal de la Argentina, existe siempre un déficit de comercio exterior explícito o latente, el cual impulsa el alza del dólar que se traslada a los precios, con lo que, a la espiral precios - salarios, se añade la del dólar, con una espiral entonces conformada por precios-salarios-dólar.

¿La inflación es "neutra"?

La inflación, a todo esto, no es "neutra" como los economistas ortodoxos sostienen, queriendo decir esto que cuando los precios aumentan lo hacen todos al mismo ritmo y en el mismo tiempo lo mismo que los salarios y el dólar. Sin embargo, la inflación no es neutra sino sesgada, como la justicia en Salta que está representada en el edificio de la Legislatura por una balanza inclinada y un ojo destapado. En efecto, en los salarios, aunque estos dispongan de cláusulas "gatillo", las correcciones se dan "después" que los precios han aumentado, con lo que, en el mejor de los casos, recuperan poder adquisitivo, pero por poco tiempo si la inflación no se detiene, hasta una nueva corrección conforme contratos.

Ni hablar de los que tienen empleo en negro o los que no lo tienen en absoluto, lo mismo que los propietarios de inmuebles en alquiler y otros sectores de ingresos fijos. Frente a esto, la "solución" que los argentinos han encontrado es la compra de dólares para proteger sus ingresos, puesto que el dólar tarde o temprano- aumenta tanto como los precios internos y aun más muchas veces.

La espiral precios - dólar

Se tiene así que, ante el déficit fiscal, muchas personas no se vuelcan únicamente a la compra de bienes para proteger el poder de compra de sus ingresos, sino también y a veces principalmente al dólar, con la importante característica de que, al estar estancada la economía y en particular las exportaciones a la vez que el propio gobierno demanda también dólares para sus compromisos externos, en cada ronda en que las personas adquieren moneda extranjera, quienes la proveen también lo hacen porque de otra forma se quedan sin oferta para una nueva compra.

En otras palabras, si las personas adquieren dólares a los “arbolitos”, estos a su vez deben reponerlos, con lo que hay una doble demanda: del público a los proveedores y de estos a quienes los reaprovisionan. 
Obviamente, si los dólares son escasos, la única forma de atender estas demandas crecientes es con subas de la cotización del dólar.
Como se ha señalado en párrafos anteriores y en otras notas, el dólar forma parte del armado de los precios, por cuanto una parte sustancial de la producción industrial que debía sustituir importaciones según la estrategia oficial surgida del golpe de estado de 1943, está constituida por importaciones; tal el caso de la producción de automóviles, electrodomésticos varios y otros productos. 
Consecuentemente, al elevarse la cotización del dólar, inevitablemente los precios internos experimentan también subas, como los argentinos podemos apreciar visiblemente en cada oportunidad en que el dólar “pega la disparada”.

¿Cómo se sale de esto?

¿Cómo salir del encierro que experimenta la economía argentina con el impacto del dólar en los precios, unido al que también tiene sobre la inflación la conducta - refugio de la compra de dólares por parte de la población? 
Sin perjuicio de las acciones dirigidas a reducir el déficit fiscal -que también se mencionaron en otras notas- y otras iniciativas, una estrategia imprescindible es la de alentar las exportaciones, eliminando impuestos distorsivos y cambiando el “relato anticampo” por otro que lo revalorice, entendiendo que producir no es una conducta antisocial sino todo lo contrario, y que la “opulencia”, en tanto ha sido lograda con esfuerzo y decencia, es absolutamente legítima y es un espejo a imitar por parte de quienes aspiran a mejorar su situación económica y social. 
No está de más tener presente que identificarse sinceramente con los pobres y enfermos implica apoyar -especialmente desde el gobierno- todas la iniciativas que tiendan a que dejen de serlo, no a perpetuar (o incrementar) su condición de tales, ¿verdad?



 

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