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Biden, Trump y un suspenso inédito

Martes, 03 de noviembre de 2020 02:02
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Mientras usted lee esta columna, se desarrolla en Estados Unidos uno de los comicios presidenciales y parlamentarios más importantes de los últimos 50 años. Por un lado, Donald Trump, actual presidente desde el 2016 y parte del partido Republicano; el mismo de George W. Bush, Abraham Lincoln y Ronald Reagan. Por el otro lado, su contrincante, el exvicepresidente de Barack Obama entre 2008-2016, del partido Demócrata; el mismo de Franklin Roosevelt, Jimmy Carter y el ya mencionado Obama, el primer presidente afrodescendiente de Estados Unidos.

Ahora, seguramente, aquellos que siguen el pulso político de Estados Unidos miren de reojo mi descripción de Donald Trump como político y como político perteneciente al partido Republicano. Observaciones que serían discutibles cuando uno investiga y encuentra que Donald Trump no proviene de una formación política de partidos, o de extracción técnica en la gestión, sino más bien, es un empresario inmobiliario y de reality shows en la televisión que hasta principios del 2014, públicamente votó y donó grandes sumas de dinero al partido Demócrata, y, por ejemplo, estuvo en contra de la invasión de Iraq -la política pública corolaria de todos los republicanos circa el 2001-2003-.

Ambigedades

La ambigedad política e ideológica de Donald Trump, desde el 2016 hasta aquí, se transformó desde un interrogante a una posición firme de posturas tradicionales hasta extremos ideológicos y políticos.

Dos ejemplos concretos a modo de ilustración: la desregulación salvaje a toda norma para preservar el medio ambiente (incluida la retirada del Tratado de París) y la glorificación de grupos racistas, xenófobos y violentos -como los Proud Boys- identificados con la propuesta de construir un muro (the wall) en la frontera con México, la separación de niños e infantes de sus padres migrantes y la posterior detención en jaulas; y por supuesto la reinstitución de la pena de muerte a nivel federal. Para hacer un análisis político exhaustivo sobre el perfil, carácter y prioridades del gobierno de Donald Trump, deberíamos de escribir muchas más páginas que las de hoy aquí. Pero para entender el carácter histórico de las elecciones de hoy en Estados Unidos, podríamos reducir a Trump al concepto de antipolítica -que no es apatía política- sino, la contraposición a la visión de la política como servicio público, legislación para el demos en su totalidad, y la capacidad de negociar encuentros y prioridades a largo plazo. Creería que con 9.2 millones de casos de covid-19 positivos y más de 225.000 muertes en Estados Unidos, el concepto de antipolítica quede claro para usted lector.

Fragilidades

Por el otro lado, Joe Biden, el candidato demócrata, es producto del establishment político de Washington desde 1973. Con una vida personal minada de desgracias, Biden es reconocido por su labor en el Senado y su especialidad en política internacional e infraestructura.

Durante la presidencia de Barack Obama, Biden fue el responsable de lidiar con la crisis económica del subprime del 2008. Aun así, Biden no refleja la totalidad del partido Demócrata, donde muchas de sus figuras más convocantes difieren con Biden en políticas de salud, económicas y sociales, desde un lugar más progresista y menos conservador. Por ello, en esta elección - y dada la edad de Joe Biden (77), su candidata a vice y primera candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, Kamala Harris (56 años), de California, es la figura a seguir y la posible estrategia de recambio en cuatro años.

Cuestiones críticas

Por ello, vale recordar un par de cuestiones críticas para entender las elecciones en Estados Unidos. Primero, a diferencia de Argentina, y la mayoría de las democracias del mundo, no existe en Estados Unidos el voto directo para elegir al presidente. Desde 1787, se crea la figura del Colegio Electoral donde cada estado (o provincia) de Estados Unidos que tiene una cantidad de electores determinada que terminan por votar por el candidato que gana el total de votos dentro de esa provincia, con la excepción de Maine y Nebraska que tiene otro sistema de cálculo electoral.

Explicado de otra manera: California con 55 votos del colegio electoral, otorga esa cantidad a Biden en caso de que este gane las elecciones en ese estado, aun así gane por un solo voto del total. El número mágico es lograr obtener 270 electores para un candidato. Sí California tiene 55, Texas 38 y Florida 29 votos, la matemática de la campaña electoral no es obtener el total de los votos a nivel nacional, sino a nivel provincia. Por ejemplo, en el 2016, la candidata demócrata Hilary Clinton ganó el voto popular de la nación por 3 millones de votos, pero perdió el voto del colegio electoral, consagrándose Donald Trump.

El último sondeo coloca a Biden con 216 votos del colegio electoral, versus 125 para Trump. Para aquellos apasionados de los sistemas democráticos, el caso de Estados Unidos es ejemplar, y también a contra de muchas de las películas: Estados Unidos no es una democracia directa.

La segunda clave para comprender las elecciones de hoy en Estados Unidos, es el rol de la Corte Suprema de Justicia y el efecto de la pandemia.

Por razones de salud pública, la mayoría de los estados dictaron y promovieron el voto anticipado o por correo para evitar aglomeraciones, pero también para dar más tiempo para emitir el voto, ya que los días de votación en Estados Unidos no son considerados feriados y no hay obligación de ejercer ese derecho. 
Según sondeos del New York Times, más de 90 millones de personas -más de la mitad del total de la elección del 2016- ya votaron por correo o de manera anticipada. 
Históricamente, el voto anticipado favorece al partido Demócrata, por lo cual Donald Trump instó una serie de estrategias para ralentizar el manejo del correo, instalar la idea de fraude por falsificación de votos y por ende, la fragilidad del sistema electoral para judicializar los resultados eventuales de la noche o los días después del 3 de Noviembre. Casi reeditando lo ocurrido en la elección del 2000 entre Bush y Al Gore con respecto a los votos en la Florida, la Corte Suprema de Justicia podría ser quien decida si los votos en disputa son válidos para determinar a un ganador. Por ello, se descuenta que si los resultados contra Trump no son abultados, su equipo de campaña dispute el resultado en la justicia, creando un contexto inédito de caos político en todo el país.Tan importante es el rol de la justicia que Trump logró imponer a su candidata para una vacante a la Corte en tiempo récord antes de la elección para tener una mayoría de 6 votos de jueces designados por republicanos, contra 3 votos de jueces designados por demócratas. 
Más allá de la posible judicialización del resultado electoral, cabe recordar que no hay evidencia concreta o sistemática de que el proceso electoral en Estados Unidos está amenazado por instancias masivas de fraude electoral. Pandemia de por medio, este día será histórico para Estados Unidos por el contraste que ofrecen los candidatos y por que el resultado -por mal que no nos guste- afectará a la Argentina, y todo el mundo. Después de gastar más de 11.000 millones de dólares en la campaña (equivalente al PIB de Mongolia), esta noche será larga en Estados Unidos.

 * El autor es magister en Políticas Públicas y codirector Jiménez - Buttazzoni Consultoría


 

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