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¿Te costó la decisión de hacer un recital con estas características?
Por un lado tengo la necesidad enorme de volver a la música y al diálogo con la gente, necesito ese diálogo que ahora se da de una forma muy distinta como un gran refugio en el que podemos conectarnos desde una emoción, desde otras orillas y eso me entusiasmó y por lo menos puedo estar con los músicos. Sentí la necesidad de tocar, preparar un concierto cuidando todos los detalles y compartir con los músicos, teniendo el vínculo de tocar juntos y recrear.
¿Y sentís que vas a poder superar la ausencia de público?
Con los músicos nos juntamos mucho por Zoom para buscar esos climas e imaginar al público del otro lado como hacemos al momento de ir a grabar un disco donde uno sabe que está preparando algo para entregarle a la gente. Es como tocar en un estudio de radio y crearnos el clima. Y me aferro a eso porque el hecho musical tiene tanta vida.
Justamente la música tiene un enorme protagonismo en este tiempo de pandemia y encierro...
Se dio una necesidad muy grande de conectarse con la emoción de la música y eso es algo que en lo personal y más allá de que estuve muy activa haciendo cosas por Instagram, me llevó a conectarme con mi paisaje sonoro, con el paisaje de mi región cultural, casi como si fuera un náufrago, aferrada a ese verde, a ese sonido de las aguas y aparecía el paisaje sonando en mi guitarra, sonando y sonando, formando parte de un todo cultural, de un todo de memoria. Fue como estar parada desde ahí enfrentando esta enfermedad del mundo, de la humanidad.
¿Cuánto repercutió eso en tu obra autoral?
Estoy permanentemente en contacto con el oficio de autora y compositora que es parte de mi vida. Tengo etapas como que hago acopio de emociones a nivel personal y comunitario y luego hay un momento donde eso se abre a algo como parte de esa sensibilidad para usar esos lenguajes y apropiarse de lo acopiado. Había estrenado “Musicagua” y estaba como respirando música y vino la pandemia y quedé paralizada y yo me decía “voy a esperar, me estoy esperando” y estuvo bien, porque naturalmente me aferré a mi paisaje y me vi en la isla, en su sonido musical, en su verde, en su agua.