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Desde enero y hasta el 30 de marzo, la provincia en su conteo oficial tenía a 13 niños originarios que habían fallecido a causa de la desnutrición y por causas asociadas a la falta de agua y comida, lo que había motivado que el flamante gobernador Gustavo Sáenz declarara la emergencia social y sanitaria en el chaco salteño. A finales de marzo vino con su furia la pandemia por coronavirus y desde entonces poco se supo de la evolución alimentaria de las familias indígenas del norte que quedaron aisladas en sus comunidades, como todos, y que según informaron en los meses de cruda pandemia, siguieron recibiendo la permanente asistencia alimentaria del gobierno Provincial que a su vez contó con el compromiso del gobierno Nacional para intentar resolver la calamidad del hambre entre los pueblos originarios.
El Tribuno se comunicó ayer infructuosamente con el encargado de prensa del Ministerio de Salud para conocer números y datos de la desnutrición en el Chaco salteño. "No tengo conocimiento", fue la respuesta a la solicitud de información.
Lo que sí se sabe es que mientras los wichis llegaron a la ciudad de Salta hace 10 días a entregar un petitorio al Gobierno de Salta, el cacique Gerbasio contó de la muerte reciente de dos menores de edad en la comunidad de La Puntana y dijo que "mueren de hambre los chicos". Quizás el invierno fue benevolente con ellos y no hubo más muertes por desnutrición. No tenemos conocimiento nosotros tampoco si es que no nos informan. Pero sabemos que la época de las diarreas y las deshidrataciones fatales llegó de nuevo con el verano a esta región sin agua segura del mapa de Salta.
Diezmados en el siglo pasado por el exterminio criollo, los indígenas en Argentina son apenas 2,38% de 45 millones de habitantes distribuidos en 31 etnias, según el censo de 2010. En el noroeste, la zona más pobre del país, Salta es la provincia con mayor población indígena (6,5%), la mayoría wichi, que habita desperdigada en zonas rurales y sobrevive con la venta de carbón y artesanías. La Misión Chaqueña, en Embarcación, es la comunidad wichi más numerosa con unos 8.000 habitantes. Algunos viven aislados en este paisaje de monte cerrado. Los más afortunados tienen energía eléctrica, ninguno agua potable. Son frecuentes los cuadros de diarreas, vómitos, herpes y parásitos. La dentadura completa es un privilegio de los niños, el chagas un denominador común y el dengue una amenaza constante.