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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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Polifonía y memoria

Lunes, 14 de diciembre de 2020 21:53
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Novela polifónica en la que habla un narrador protagonista enmarcado en una introducción que crea lo que llamamos “ilusión de realidad” donde el emisor que firma con las letras iniciales R.A.G. transcribe fragmentos de la novela de un supuesto narrador personaje que a su vez lee otra novela de otro narrador protagonista, Carlos, en una sucesión que evoca las técnicas narrativas de Ítalo Calvino y la novela cervantina. Ese marco que otorga al texto la llamada “ilusión de realidad” articula elementos de la realidad del autor Antonio Ramón Gutiérrez con la ficción a la manera borgiana, ya que R.A.G. vincula la actividad psicoanalítica del autor con su actividad literaria como poeta, ensayista y narrador, la que será cumplida por el “otro” autor de la novela, Ismael. Como el narrador borgiano, R.A.G, es y no es Antonio Ramón Gutiérrez. El emisor apela a un “lector modelo” en el sentido de Umberto Eco que aceptará el desafío y será un “lector cómplice” de un artificio que le permitirá escuchar la voz narrativa apelando a un “otro” que es en realidad “otra”: Ana, la mujer amada y desaparecida, mujer angelical por momentos y mujer terrenal por otros, en el marco de una época contestataria y heroica. Intelectual comprometida, Ana, la joven y hermosa compañera de la escuela secundaria será víctima de la violencia de estado. Dice Zulma Palermo al respecto: Más allá de lo que el relato implica para la memoria social -que nos actualiza ese pasado tan reciente y tan necesario para ayudarnos a salir de la oscuridad presente- me entusiasma el hallazgo de las estrategias narrativas para dar forma novelesca al complejo entramado de tiempos y retóricas. Hay un registro diría lírico para la actualización del vínculo amoroso (con que se inicia y culminan el recorrido) que cede, sin tropiezos a otro cronicado que permite la actualización de los hechos precisos del momento en que se encuadra la “novela” adjudicada a otro -sin dejar de lado el recurso de la epístola- donde se articula la trama que unifica todas las “isotopías” puestas en juego.

La “visibilización” (siguiendo las propuestas de Ítalo Calvino), es completa y rica través del la descripción de un paisaje urbano: Bell Ville, y la misma ciudad de Córdoba durante los años 70. París será el lugar del exilio. Como en “El héroe de las mil caras” de Joseph Campbell , el protagonista regresa a su patria luego de años y puede entonces reconstruir desde la memoria, la formación y la experiencia los fragmentos y parcelas de una historia que es su propia historia, la de una generación y la del país.

Nombres que acuden a la memoria: la imagen del padre, la madre, los hermanos en un lugar recuperado para la escritura como en “À la recherche du temps perdu”, de Marcel Proust. 

En la contratapa leemos: la trama de esta obra se presenta como una red de hilos que se expanden y reúnen, una estructura múltiple, en rizoma (Ítalo Calvino, en Seis propuestas para el próximo milenio), donde los nombres y situaciones remiten a otros y a otros. Sin duda, este procedimiento tiene que ver con la formación psicoanalítica de Antonio Ramón Gutiérrez y también con lo que Gérard Genette denomina “palimpsesto”, entramado donde pueden advertirse las marcas de lecturas y textos, para construir un universo narrativo a través del léxico, de las evocaciones y descripciones de objetos, fisonomías y atmósferas: la música, los grupos de rock nacional, los libros, los recuerdos de la infancia, los automóviles, el cine, todo un mundo dicho desde el “tiempo recuperado” por la escritura, como dice el narrador personaje evocando a Marcel Proust.

Un texto que a través de una novedosa técnica narrativa en la que predomina la apelación constante a quien es la depositaria del recuerdo: la evanescente Ana, que porta entre sus atributos la militancia y el convencimiento de la lucha por una utopía. Continúa el comentario de contratapa: Los ideales de una generación, sus elecciones, la política y también la represión, la muerte de seres amados, el exilio y el retorno al país en un periplo que determina una vida, se encarnan en los caracteres de los personajes. Y permanentemente con poética insistencia, la presencia de un escenario profundamente argentino: la llanura, los pueblos y las ciudades que surgen en ese paisaje ilimitado y monótono. Un inventario de objetos, música, formas de habla, crean la atmósfera de los 70. Un mundo novelesco puesto ante los ojos del lector con una minuciosidad de pintura o fotografía, cuya intencionalidad es el encuentro con el receptor, un lector modelo que intercambiará saberes con el texto y que finalmente sentirá la emoción que transmite “Hoy que vuelto del exilio”, porque el amor, el paso del tiempo, la soledad constitutiva del sujeto marcan el inicio y el fin de la historia narrada, en un tiempo de narración que involucra a quien lee en el presente de la emoción y el reconocimiento, “anagnórisis”, del personaje, del narrador y del lector, finalidad de toda obra de arte, finalidad de la escritura, y, en particular, finalidad de la novela.

 Antonio Gutiérrez, autor de “Hoy que he vuelto del exilio”. Editorial El Mono Armado, que estará próximamente en las librerías.

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