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Reconstrucción, ¿Argentina?

Miércoles, 17 de febrero de 2021 01:23
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La Argentina entra en una etapa de definiciones. Definiciones sanitarias, económicas, políticas, y sociales.

Sin perder de vista el año nefasto de la pandemia, Argentina ya venía de un camino en barranca y de décadas de desajustes estructurales.

Es mucho más simple nombrar la grieta o enfrascarse en las diferencias ideológicas entre los partidos gobernantes.

Ese análisis caería en lo vago, por que, al final de cuentas, la reconstrucción Argentina es por sí misma un mito apolítico.

No hace falta entrar tanto en la historia reciente del país para entrever que la política tiene como guía la confrontación. Una confrontación que hoy se da en el ámbito de la justicia, la sanidad, la producción agroindustrial y en los debates legislativos de ampliación de derechos. En el proceso político argentino, desde la vuelta de la democracia, la conquista política ha tenido puntos altos en consensos, y muchos más, bien bajos, en confrontaciones.

El gobierno de Alberto Fernández debe romper esta dinámica de confrontación a una de concertación en una agenda común que logre conformar a los espectros políticos.

Temas de enfoque sobran: prevención de la próxima pandemia, ley federal de educación, de coparticipación, reforma de la justicia, ajustes macroeconómicos y fiscales, ampliación de protecciones socio-ambientales, y por supuesto, política exterior de calidad.

La capacidad de conllevar a una reconstrucción Argentina tiene que pasar por estos puntos de común acuerdo.

Ahora bien, solo liderazgos claros comandan la posibilidad de acuerdos a largo plazo.

La eterna pregunta de quién lidera al gobierno termina de sofocar la posibilidad de concertación porque justamente no queda claro quién toma la decisión final de lo que debe acordar. Lo bicéfalo del poder político gobernante puede no ser real, pero es percibido como tal. Algunos nombraran la capacidad mediática para instalar una imagen semejante. Pero, esto no es necesario: las cartas de la vicepresidenta son suficientes evidencia para seguir merodeando la pregunta de quién lidera. Lo tácito y lo visible son dos cosas diferentes.

La sociedad de coalición interna del Frente de Todos es una experiencia nueva en la Argentina. Nueva, por que, en contraste con Cambiemos, la coalición interna tiene identidades que poseen poder político y de gestión en contrabalance. Por ende, son facciones con poder real que ejercen el poder en sus territorios, ministerios, secretarías y demás. Pero, para ser una coalición de gobierno efectiva con chances de prolongar su mandato, necesita crear la concertación interna necesaria para llegar a buen puerto. Y para eso, necesita clarificar la pregunta de liderazgos, los sutiles, y los no tanto. También necesita rever la estrategia de imagen externa que da. La experiencia en Chile, en España e inclusive en el Reino Unido hablan de coaliciones de gobierno que saben distinguir la arena pública de debate del ámbito privado de discusión. La necesidad poco inteligente de librar batallas en los medios sobre quién tiene razón logra confundir al ciudadano e incrementar la incertidumbre. El desembarco de Máximo Kirchner al PJ de la Provincia de Buenos Aires es un ejemplo. Otros ejemplos incluyen el enroque de embajadores en China, y los desdichos de Vizzoti y el punto de inflexión de Vicentin en la imagen del presidente. Este es el desafío más grande de la coalición de gobierno: crear, mantener y perfeccionar espacios de debate interno sin impactar la agenda pública. En otras palabras, madurar el espíritu de coalición. Quizás el mejor manual de actualidad sea la serie Borgen.

Por ello, la reconstrucción argentina como concepto necesita de la clarificación de liderazgos, la concertación de agendas políticas y la maduración de la coalición gobernante. Para la oposición, la estrategia es la misma, sabiendo notar los contrapuntos y ganar su mandato electoral en base a la superación de ideas, gestión y voluntades.

En definitiva, el sistema político argentino, diseñado para la confrontación no ha dado resultados. Es hora de reconstruirlo, también.

* Mg. Políticas Públicas. Co-Director de Jimenez - Buttazzoni Consultoría

 

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