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A mediados de 2022 hará 100 años que se creó el Aero Club Deportivo “General Güemes”. Era gobernador de Salta el Dr. Adolfo Güemes, y el entusiasmo por los vuelos mecánicos crecía día a día aunque los “aerostáticos” o globos, seguían despertando gran interés y curiosidad.
La idea de organizar una entidad que agrupe en Salta a los entusiastas por la aeronavegación surgió cuando el aviador del Ejército comandante Juan Guichart, le dirigió una nota al gobernador Dr. Adolfo Güemes. En ella exponía la necesidad de crear un Aero Club para capacitar al creciente número de aspirantes a aviadores.
También señalaba que para tal concreción se necesitaba el auxilio del gobierno, pues era necesario invertir $20.000 para construir un aeródromo, levantar un hangar y adquirir un avión. Además, se iban a necesitar unos $1.500 mensuales para mantener la entidad. Finalmente, concluía señalando que “ya nadie desconoce las ventajas de la aviación en la vida moderna”.
Sugerencia del aviador
Guichart no cayó en saco roto y a poco el entusiasmo invadió al gobernador Adolfo Güemes, a punto tal que en una reunión con sus colaboradores resolvió echar las bases del primer Aero Club de Salta bautizado “General Güemes”. Pero no quedó ahí la cosa: de su propio peculio aportó el dinero para adquirir un avión.
Obvio, un diario opositor tomó con sarcasmo la iniciativa del gobernador y en una de sus páginas, bajo el título “El Primer Piloto Salteño”, se largó diciendo: “S.E. no tiene miras de resolver nuestros problemas terrenales, pero en cambio ha tomado con ardor las cuestiones que se relacionan con el cielo. Ayer -prosigue- en su despacho, presidió una reunión para echar las bases del Aero Club Salta. Está entusiasmado con la idea. S.E. adquirirá de su peculio el primer aparato dedicándose en seguida y de lleno, al vuelo mecánico. En Salta pues -agregaba con sorna- el primer brevet lo obtendrá él. Munido de esta patente que lo habilite para largarse por el espacio, se perfeccionará en la especialidad de los “loopings” y demás proezas aviatorias. Algún día de esos no lo tememos- puede ocurrirle lo de Icaro y trocarse con un caso de árnica o algo peor por sus aventuras sportivas. Lo cual lamentaríamos. Tendremos pronto, entonces, un piloto aéreo en Salta. Siquiera eso, ya que no vemos al piloto terrenal”, concluye la irónica nota del diario de orientación conservadora.
Pero pese a las ácidas críticas, el gobernador siguió en sus trece y a poco se creó el Aero Club Deportivo “General Güemes”. Sus primeras autoridades fueron don Felix Usandivaras, presidente, y vice Juan Guichart, aviador de Ejército e inspirador de la flamante entidad.
Los primeros aspirantes
Meses después, el 30 de octubre de 1922, la flamante entidad dio a conocer la siguiente información bajo el título: “AERO CLUB DEPORTIVO “GENERAL GÜEMES”. PRIMEROS ALUMNOS. Ya están inscriptos tres alumnos para los cursos de pilotaje. El primero, señor Juan Carlos Larrán, es para piloto civil, y los jóvenes Gerardo Andrés Gómez y Cesareo Alberto Aguirre, para pilotos militares o más bien dicho para servir en tiempos de la conscripción en calidad de pilotos por tres meses en lugar de un año. El aspecto de salud fuerte y de tranquila determinación de los tres alumnos pilotos, ha producido la mejor impresión en el comandante Sr. Juan Guichart, encargado del reclutamiento. Unos quince alumnos más están ya para presentarse”, dice el informe.
Pabellón de los Lagos
También en octubre de 1922, el diario “Nueva Epoca” polemiza con un matutino local respecto a las primeras actividades del Aero Club diciendo: “El colega, refiriéndose al posible arriendo del Pabellón de los Lagos (actual sede del Museo de Ciencias Naturales) por el Aero Club, opina a nuestro juicio con acierto, que la idea es mala porque si el hangar se va instalar en Campo Belgrano, resultaría incómodo tener oficinas en el Parque San Martín y el campo de ejercicios en el otro extremo de la ciudad. En cuanto a que el Concejo Deliberante se preste a contribuir “a una de las obras de progreso más simpáticas que se hayan presentado bajo este gobierno”, no llegamos a atar cabos con el anterior juicio del colega. Porque si es malo el proyecto de tener el campo de aviación en el norte de la ciudad y las oficinas en el polo opuesto, no puede ser bueno que el Concejo Deliberante preste su aprobación para ese fin, del Pabellón de los Lagos. Pero de todas maneras prosigue “Nueva Epoca”- los honorables ediles están en Bavia, oficialmente en lo que al plan comentado se refiere. Nuestros informes solo alcanzan a precisar que la solicitud de arriendo del Pabellón ha sido presentada al Intendente señor Langou, ofreciéndose un alquiler de 2.000 pesos anuales por adelantado. Cuando el Concejo conozca el asunto, habrá llegado la ocasión de apelar a su patriotismo para que resuelva lo que estime más conveniente. Antes no”, concluye nuestro colega.
Donaciones de tierras
El 8 de noviembre de 1922, el vicepresidente, comandante Guichart, entregó a la prensa local el siguiente informe: “El señor P. Horteloup propietario del Bordo de Santa Rosa, en Campo Santo; el señor Federico Rodas, de Rosario de la Frontera; el señor Juan Montaldi, de Arenales; y el señor Jovanovies, de Quijano, han ofrecido terrenos de aterrizajes para la constitución de las rutas aéreas de Salta. Esa preparación indispensable de la aviación civil y militar, requiere la colaboración voluntaria de los propietarios.
Un terreno -continúa el informe- de 25 por 26 hectáreas, limpio, sin obstáculos y en forma más o menos cuadrada, es suficiente para todo tipo de aparato en uso. Es necesario que los propietarios que deseen cooperar en la constitución de la red de rutas aéreas del país, pongan estos terrenos a disposición del Aero Club, por un mínimo de cinco años, para que así se justifiquen los gastos que originará su instalación.
Naturalmente -concluye- que en caso de instalación de un aeródromo con sus edificaciones y el movimiento que pronto se desarrollará, estos propietarios quedarán ampliamente recompensados de su generoso concurso por el valor que adquieran las tierras colindantes”.
La tragedia del primer avión
Luego de tres años de la creación del Aero Club arribó a Salta el primer avión adquirido por la entidad, con el aporte del gobernador Güemes. Llegó el lunes 12 de octubre de 1925 y fue bautizado “General Alvarado”. Sobre su arribo, el 14 de octubre el diario “La Voz del Norte” bajo el título: “Vuelo Palomar - Salta”, dijo: “Anteayer a las 6.30 de la tarde, llegó a nuestra ciudad procedente de El Palomar, el avión “General Alvarado” piloteado por el sargento Pascual Vallero y conduciendo al pasajero a don Carlos Larrán. El pájaro mecánico viene destinado al Aero Club para el aprendizaje de nuestros pilotos. El viaje se realizó con toda felicidad, salvo un inconveniente en el tanque de nafta que fue solucionado en la ciudad de Santiago del Estero”.
Al otro día, el piloto sargento Pascual Vallero, arregló el desperfecto e inmediatamente comenzó a sobrevolar nuestra ciudad. Al parecer, el sargento era más que intrépido pues en la nave adquirida para instruir a los alumnos, comenzó a hacer piruetas en el cielo como tratando de demostrar sus habilidades voladoras. Y así siguió hasta que el 17 de octubre, a eso de las 5 de la tarde, el piloto Vallero, con el alumno, ingeniero Emilio Sylvester, abordaron el “General Alvarado” que, luego de carretear por el campo militar, pronto tomó altura. Ya en el aire, el avión voló directo de naciente a poniente realizando en su trayecto algunos “loopings” y por último, cuando iba a baja altura haciendo tirabuzón, su motor se paró en seco. Esto hizo que cayera a tierra con sus dos ocupantes. Poco después, se comprobó que la tragedia había ocurrido en un campo ubicado entre los cuarteles y el Asilo del Buen Pastor, próximo a lo que hoy es la continuación oeste de la calle Alsina. De inmediato arribaron al lugar autoridades militares y sanitarias quienes enviaron al sargento Vallero a la Asistencia Pública y al ingeniero Sylvester al Hospital del Milagro, donde a poco ambos fallecieron. Tiempo después, se levantó un monolito en el lugar, hito que la expansión de la ciudad sepultó, allá por los años 60 del siglo XX.
Este lamentable suceso puso fin al primer Aero Club de Salta cuyo hangar ocupaba el predio donde actualmente está el Hospital Militar. Al fondo, en un pequeño depósito de madera, fueron depositados los despojos del “General Alvarado”.