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Hoy se cumplen 30 años del fallecimiento de Roberto Romero, un hombre nacido en la tierra salteña, a quien se recuerda por su trabajo en los diversos roles en los que le cupo actuar, gestionando las políticas que posibilitan el desarrollo de sus conciudadanos, sembrando con tesón en su presente, pero con la mirada visionaria de consolidar el futuro.
Un empresario con intereses en diversos rubros: mineros, rurales, periodísticos, en los que exhibió su capacidad para promover el desarrollo económico y social. Sobresale y es reconocido por su labor en El Tribuno, diario del que fue propietario y empresa emblemática que lo identifica. Bajo su dirección, ubicó a este medio de comunicación entre los más importantes de la provincia y del país.
En la comprensión que su provincia necesitaba desarrollo, y con vocación de servicio decidió dedicarse a la política, militando en las filas del PJ.
Fue el primer gobernador de la Provincia elegido por el pueblo en democracia después del gobierno militar inaugurado en 1976. En ese momento histórico, le tocó restaurar la democracia y devolver la institucionalidad al Estado, era fundamental eliminar el autoritarismo y encontrar los modos auténticos de representación política.
En 1986, concreta la reforma de la Constitución de la Provincia de Salta, que fue formulada por las mentes más lúcidas de las ciencias jurídicas salteñas. Un dato de relevancia fue su total rechazo a la posibilidad de ser reelegido, a pesar de contar con la anuencia del oficialismo y de la oposición.
Roberto Romero se propuso llevar a cabo la transformación de su provincia a través de un vasto plan estratégico que abarcó todas las áreas, privilegiando y potenciando las políticas sociales que contuvieran y gestaran una dinámica de crecimiento personal en la alicaída sociedad salteña. Su gobierno atribuyó una gran importancia simbólica y real, a la política educativa y cultural. Atención preferente, en orden de prioridades, fue la educación; eje central de su política; mediante la creación de decenas de establecimientos secundarios y terciarios incluyendo a miles de adolescentes y jóvenes al conocimiento, y posibilitando el crecimiento personal de los educandos. Esta creación de escuelas significó la generación de puestos de trabajo para centenares de docentes. En su gobernación se registra una importante suba salarial para los educadores y la recuperación de la carrera docente a través de la convocatoria de concursos. Las trayectorias docentes fueron reconocidas con un régimen jubilatorio que dignificaba a la docencia con la posibilidad de optar por el beneficio jubilatorio con 25 años de actividad frente a alumnos y sin límite de edad.
La implementación de la JUSTA (Jubilación salteña para todos los ancianos) representó un beneficio para proteger a los vulnerables de la sociedad.
En su gobernación se registra la implementación de un programa sanitario denominado Atención Primaria de la Salud. En la misma línea implementó un seguimiento integral para las madres gestantes y la provisión de ajuar para los neonatos.
Otro vértice de su gestión se centró en una vasta construcción de viviendas populares, uno de los pilares de su obra pública. El deporte vio nacer el estadio del Milagro: DELMI, obra que se caracterizó por haber sido realizada en tiempo récord. Otro hito fue la construcción del Teleférico, un emblema para el turismo y destinada al solaz de las familias.
En materia de Turismo, basado en un proyecto sólido, posicionó a Salta como uno de los destinos de atractivo en el país. En este aspecto siempre se interesó en aspectos culturales tales como la cocina regional y el folklore, a los que promovió desde su rol de propietario de El Tribuno y que luego consolidó en su rol de gobernador.
Roberto Romero, pertenece a esa clase de estadistas que busca soluciones a las problemáticas del presente pero que pergeña el futuro, quien busca construir para su Patria chica, un rol protagónico en el contexto de provincias y país.
Fue el promotor y alma mater del desarrollo y de la integración regional. En su gestión gubernamental, colocó a Salta, otrora provincia periférica, en el centro geopolítico del norte argentino. Convocó a los gobernadores de la región NOA y de los países vecinos para estructurar políticas en común. De esta convergencia nació el Norte Grande con el objetivo de articular políticas que resolvieran problemáticas comunes a todos sus integrantes.
Un proyecto señero en este contexto fue la construcción del Gasoducto del Noroeste, obra que posibilitaría transportar el gas natural de Salta a las provincias litoraleñas y que abarcaría hasta el sur de Brasil.En un tiempo complejo para la Nación que se debatía en cuestionamientos militares, en una república que se hundía en un océano borrascoso caracterizado por la hiperinflación y una crisis económica de relevancia, la provincia gobernada por Roberto Romero se erguía como una “ínsula” en un paisaje plácido y sereno, merced a la implementación de bonos que posibilitó una fluida actividad económica que dinamizó al comercio provinciano y cubrió con soltura las necesidades de la canasta familiar.
A treinta años de su desaparición, cabe recordar a un hombre polifacético de discurso sencillo, cordial, amable y campechano, con la simpleza de los grandes caudillos, de aquellos que saben llegar al alma del pueblo que les toca conducir, porque saben ser uno más entre sus conciudadanos.