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Claroscuros con el FMI

Miércoles, 16 de febrero de 2022 02:43
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El acuerdo del Gobierno argentino con el Fondo Monetario Internacional no es opcional; es imprescindible refinanciar la deuda externa en dólares para evitar caer en default. Un país crónicamente deficitario como la Argentina no tiene margen para ilusionarse con acuerdos mágicos con China y con Rusia, con los que parece estar encandilado el presidente Alberto Fernández.

Aún hoy, cuando se acortan los plazos, subsisten muchas dudas acerca de los carriles por los que realmente transita la negociación.

Quizá en forma anticipada, muchas personas e instituciones opinaron a favor o en contra, pero habrá que esperar la firma de la Carta Intención y la letra chica del acuerdo que por fuentes cercanas al gobierno estarían en la segunda quincena de marzo.

Para que sea aprobado por el Congreso Nacional tendrá que consensuarse entre el oficialismo y la oposición para quedar como política de Estado la refinanciación y posterior pago.

En concreto, se sabe poco y nada. Ayer, para atizar las dudas, el jefe del bloque de senadores del Frente de Todos, José Mayans, pidió "detalle del acuerdo con el FMI para saber en qué compromiso vamos a meter al país".

El kirchnerismo, dirigido por la mirada "multilateralista" de la vicepresidenta, está empeñado en que la Argentina sea una de las estaciones de la Ruta de la Seda, el proyecto de expansión planetaria del Partido Comunista Chino; y los chinos están muy interesados en comprar productos primarios, litio, hidrocarburos, commodities y carne. A cambio, nos venderían tecnología, de calidad no comprobada. Pero Pekín no busca socios, y mucho menos, socios deficitarios.

Lo que está ofreciendo es una versión corregida y aumentada del Pacto Roca Runciman, que trazó nuestra política internacional con Gran Bretaña y sobre él caen repudios interminables de todas las variantes de nuestro nacionalismo, incluido, el Nac&Pop.

Mayans no habla por su cuenta y, para tapar lo evidente, aseguró que "no hay dudas de la buena fe del ministro de Economía, Martín Guzmán, ni de la competencia del negociador argentino Sergio Chodos ni de la gestión que vienen realizando".

Sin embargo, el senador formoseño aclaró que el Ministerio de Economía le envió el informe completo del entendimiento con el FMI y que será puesto a consideración de los integrantes del bloque.

La urgencia de concretar un acuerdo con el FMI obedece a que el próximo 22 de marzo tenemos un vencimiento de US$ 2.800 millones y el Banco Central no tiene aseguradas las reservas internacionales para pagar. Este año y el próximo tendríamos que pagar vencimientos por la deuda contraída con este organismo. Con la caída del PBI per cápita de la última década, el déficit fiscal que merodea el 5% del producto y con un país en emergencia social, como lo demuestra el Indec en cada informe sobre la pobreza, no existe otra posibilidad que llegar a un acuerdo que permita refinanciar los US$ 45.000 millones de esta pequeña parte de la deuda. Porque la deuda global del país, en depósitos remunerados y asistencia del Tesoro, equivale a casi el 80% del producto bruto interno. Conforme a informaciones de funcionarios de economía, que aportaron algunos aspectos técnicos relevantes que es necesario conocer, se obtendría para pagar por los vencimientos de este año y del próximo un Stand By que durara hasta junio de 2024, esto significa que tendríamos un crédito para utilizarlo como garantía de respaldo del pago de nuestro país ante el FMI, es decir este organismo internacional nos prestaría el dinero necesario para cancelar las deudas hasta junio del 2024 y posteriormente a través del programa Extended Fund Facility (EFF) que comenzará en 2024 y terminará en 2034 se cancelarían los dólares que nos están prestando para cubrir los vencimientos de estos dos años.

De ser así, podemos considerarlo como un acuerdo inédito para el FMI y por supuesto para Argentina, que consistiría en obtener un Stand By para pagar los compromisos con el mismo FMI desde 2021 hasta junio de 2024 y con el EFF recién se comenzaría a pagar en el 2026 y la última cuota se pagaría en el 2034.

Esta deuda se empezaría a pagar recién en el 2024, es decir el acuerdo terminaría después de tres elecciones presidenciales de acuerdo al cronograma electoral de nuestro País, pero para que ello sea posible dependerá de los compromisos que asuma el Gobierno y la oposición.

Las condiciones

La condición central es generar credibilidad.

Algunos detalles de la política económica que será necesario implementar y que se desprende de los trascendidos, pero sin anuncios formales acerca de la letra chica del acuerdo, podemos definirlos:

1) Lograr un déficit fiscal primario, con una reducción gradual, es importante que se entienda que: a) no habrá ajuste del gasto primario en términos reales, b) mínimo ajuste tarifario, entiéndase energía especialmente e implementar la tarifa plana gravando más a los de mayor poder adquisitivo y c) lograr mayor efectividad en la AFIP. Se partiría de un déficit fiscal primario del 3,1% del PBI en 2022 para llegar a cero a fines del 2025. Para que este año el objetivo se cumpla tendría que aumentar la recaudación un 50%, con más producción, o más impuestos, o con una inflación superior al 50%, como la que se proyecta; sí, porque la inflación no solo es el "impuesto a la pobreza", sino que con solo congelar los gastos sería posible, nominalmente lograrlo, bajar el déficit fiscal (y aumentar el déficit social). Algo ya están haciendo: el aumento del 12% anunciado para los jubilados muestra por dónde viene el recorte. El Congreso, por lo pronto, no está dispuesto al ajuste: El Senado aumentó su presupuesto el 86,4% y diputados el 64,2% contra una inflación del 51,4 por ciento.

2) Disminución de la emisión monetaria, instrumento del Tesoro para cumplir con los compromisos dentro del país. Esto puede ser más difícil que la reducción del déficit fiscal.

 De lograrse aumentarían las tasas de interés, ya que con endeudamiento privado se podría financiar la disminución de esta emisión, perjudicando a la actividad privada, adicionando los 4 billones de pesos de deuda interna en títulos que tendrán que refinanciar durante este     año.
3) Terminar el año con reservas internacionales netas de BCRA de cerca de US$ 5.000 millones. Esto se lograría con el acuerdo porque el FMI le devolvería a Argentina los US$4.300 millones en DEG que se recibieron como ayuda extra por la pandemia y se utilizaron para cancelar deuda con el FMI desde septiembre de 2021 hasta la fecha. Para corregir el mercado cambiario y evitar devaluaciones es necesario mínimamente que se corrija el déficit fiscal primario y disminuir la emisión mone    taria
De todos modos, la buena noticia es que existe un principio de acuerdo. Es solo un paso, ya que falta un programa para poder cumplir en los próximos dos años, con el agravante que como 2023 es año electoral, el Gobierno pondrá en juego su futuro político y tendrá pocas ganas de cumplir con sus compromisos fiscales y monetarios asumidos. Si esto no ocurriera el mercado cambiario (cotización del dólar) tendría que corregir el tipo de cambio generando una mayor inflación provocada por este nuevo reacomodamiento (devaluación).

 Decisiones políticas 

Circulan versiones acerca de la posibilidad de un primer desembolso de US$ 15.000 millones más los US$4.300 millones, que reingresarían por la cuota de los Derechos Especiales de Giro. De ser así, habría mayor previsibilidad para garantizar los pagos de este año y evitaría que, ante un incumplimiento, el FMI pudiera cortar los fondos destinados a pagar nuestros vencimientos. Esto se contradice con los desembolsos con cuentagotas de que habla Martín Guzmán y apunta a uno de los temas que alteran los ánimos del universo K.
Las misiones trimestrales serán necesarias e inevitables. El kirchnerismo no las tolera, porque cree que disminuye la decisión en su política económica.
Un sector pragmático del kirchnerismo, convencido de que en 2023 el problema para ellos no será el FMI sino la inflación, espera que la vicepresidenta exprese su apoyo a las negociaciones con el FMI. La sobreactuada renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista de la Cámara de Diputados dio una señal, absoluta e inequívoca, de todo lo contrario.     
Vayamos pensando
 

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