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5 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Tirando manteca al techo digital

Miércoles, 23 de febrero de 2022 00:00
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No muchos se dan cuenta, muchos lo ven ajeno. Pero vivimos en dos realidades yuxtapuestas.

De las tres generaciones que coexisten (Ortega y Gasset), una protagoniza el viejo universo, que arrastra siglos de instituciones e historia; la otra lo que se ha dado en llamar el metaverso, con una nueva realidad jurídica, financiera y hasta gubernativa global.

En el medio, una generación desconcertada, con un pie en cada uno.

El universo es físico e institucional: los Estados, los organismos multilaterales, el arte y la moneda en papel. El metaverso es virtual, con Estados impotentes, NFT'S y criptomonedas. Más que de diálogo, la relación es de tensión, porque no se entienden, tienen génesis y rumbos diferentes. Uno muere y el otro nace, lo va a transformar todo y vino para quedarse. El dilema tiene soluciones binarias, no admite grises.

Esto aplica a todos, lo público y lo privado, porque el impacto es estructural. Es un gran recentramiento, desde el concepto de propiedad (un cuadro versus una obra de arte virtual en un token, el NFT), el trabajo (el sudor de la frente versus la habilidad tecnológica, sin sudor), la autoridad de los Estados (el señoriaje de los bancos centrales versus la acuñación privada de las criptomonedas), la educación (la inclusión igualadora es ahora el teléfono celular y el acceso a la red; una nueva educación, anárquica y a su manera). Lo abarca todo, el tiempo y el espacio. Época de crisis y oportunidades. Hay países que miran el nuevo mundo, algunos hasta disponiendo la criptomoneda como un medio de pago formal y emitiendo deuda denominada en ese activo virtual; una revolución en el mercado de financiamiento soberano, que incomoda hasta al FMI. No es un juicio de valor ni ideológico: lo que interesa es el "leapfrogging" (salto de desarrollo de un país, quemando etapas otrora obligadas) que se intenta con recetas novedosas y de raíz ante males endémicos.

Hay otros, como el nuestro, que de la mano de regulaciones anacrónicas han decidido quedarse en el universo, ligarse al pasado, pretendiendo reglar el nuevo mundo con herramientas del viejo. Como las viejas satrapías persas, a lo único que atinan es a cobrar un impuesto o prohibir. Es una pena, sobre todo la pérdida de chance, equivalente al dispendio de diez años con precios récord de commodities. Por eso no extraña que no se haga ni el intento de comprender lo que viene para sacar ventaja, y por eso mismo entristece. No es casualidad que la Argentina sea una de las "capitales mundiales cripto": en un ámbito de regulación asfixiante, la expulsión del sistema es afuera o al metaverso.

Éxodo físico o virtual, pero éxodo al fin.

Argentina tiene 1.200.000 personas que cobran un plan, equivalente a medio salario mínimo. 2.800.000 en el Registro de la Economía Popular. 4.900.000 de indigentes. Cifras alarmantes, propias de un Estado fallido. Aún así, siguen perdiendo oportunidades, hablando mucho en el universo y haciendo poco en el metaverso.

Tirando manteca al techo digital.

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