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Luna roja o estrella rosa

Martes, 22 de marzo de 2022 02:17
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La tierra se interpone entre el sol y la luna y tenemos un eclipse. Esta vez la alineación se da con tal precisión que el satélite recibirá una luz rojiza. Le llaman el fenómeno de la luna roja y sucede muy de vez en cuando.

Salgo al balcón con la ilusión de verlo. En los otros balcones del edificio también hay vecinos esperando. Hablamos mientras miramos la luna.

El administrador pasará la semana que viene por expensas atrasadas.

El chico del segundo está preocupado por el ruido que hace el calefón, la chica del cuarto le dice que ella siente el mismo ruido

Los del quinto ni noticias, todo cerrado, oscuro.

Yo meto un bocadillo "puede ser porque hay aire en las cañerías, por eso vibran"

La señora del primero me dice "¿viste el diario hoy? Pusimos un aviso por lo de Susana"

- ¿Qué Susana? ¿La del noveno? ¿Qué pasó?

-Falleció hace tres días.

-No sabía nada

Hace quince años que vivo en este edificio. Nos conocemos más o menos todos, aunque con distancia. No sabemos vida y obra de cada uno. Lo que sí sabemos es que no somos eternos.

Ya no está Nelly, no está la "babasónicos", no está la señora que era la mamá del contador de una empresa importante, no está Dorita; a ella la vimos cuando los sobrinos la llevaban al geriátrico, cerraron el departamento y nunca más tuvimos noticias.

­La pucha! Se fue Susana. Me acuerdo que un día me vio con unas sandalias altas color rosa y coral y me dijo: "Yo usaba unas parecidas a tu edad". En un viaje en el tiempo la vi esbelta, rubia, exigente con los hombres que se le acercaban y con todo. Con más cara de malhumorada agreta que de felicidad, pero una tipa segura. La vi con veinte años en el baile, con veinte años y mil miradas a su alrededor, la vi abriendo sobres con invitaciones, la vi joven.

Otra vez, yo volvía de un casamiento con un sombrero de cotillón rosa. Nos cruzamos en el ascensor y me dijo: "Que hermoso, para tomar sol en la terraza, muy útil". Yo se lo hubiera regalado, pero no sé, el sombrero venía conmigo desde el carnaval carioca a las dos de la madrugada en el casamiento de mi amigo. A las cinco nos fuimos (el sombrero y yo) de la quinta a las afueras de la ciudad donde se hacia la fiesta al hotel donde se alojaba una amiga. Me cambié el vestido por un jean y una remera y a las seis estaba en la terminal con el sombrero en la mano, así emprendí el regreso. Después tomé el cole hasta mi casa con el sombrero en el regazo y a eso de las nueve y media cuando subo al ascensor pasa esto con Susana. Se lo hubiera regalado, pero sentía que hacía mucho tiempo que el sombrero venía conmigo, esas cosas del apego.

No sé mucho de mis vecinos, a pesar de que "nos conocemos todos". Lo que sé de Susana es que le gustaba el rosa, porque ni las sandalias ni el sombrero le pasaron desapercibidos.

Allá donde esté, ya sé de qué color brilla su estrella.

 

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