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El tercer mes del año llegó a su fin. Mes emblemático para hablar de las mujeres por conmemorarse el 8 de marzo el "Día Internacional de la Mujer", jornada destinada a visibilizar luchas, problemáticas, lo ganado y lo que sigue en vísperas. En abril y a lo largo del año, es necesario no perder de vista el tema.
En lo que va del corriente año se contabilizan en la provincia de Salta tres femicidios, dos de ellos, niñas de la comunidad wichi.
Pamela Flores es una ellas, el primer caso contabilizado de femicidio en la provincia ocurrido a mediados de enero.
Las imágenes que circularon de su adiós no hicieron más que agrandar la pena de quienes aún sin conocerla deseábamos otro futuro para ella, así como también para todas las niñas, adolescentes, jóvenes y adultas: Vivir.
En medio de la angustia de esos días solo pude escribir algo que en principio me pareció un ruego, luego un pedido a quien sabe quién, un deseo superior.
Al anunciarse el tercer femicidio en la provincia, Florencia Isabel Torres de 14 años en los primeros días de marzo, volví a mi borrador, lo había titulado "Deseo". Lo leí a la luz de los acontecimientos y supe que en verdad estaba hablando de derechos, del derecho a vivir y del derecho a morir. Lo edité de inmediato y así quedó:
Derecho, no deseo
Que mueran de viejas, de cansadas, de vividas
Que mueran amargas, dulces, ácidas
Que mueran con la piel estirada, con la piel finita, con la piel tatuada
Que mueran con arrugas, con patas de gallo, con arañitas y hasta con várices
Que mueran cuando hayan gastado las risas, los gestos, los caminos
Que mueran con estrías, con celulitis, con cicatrices
Que mueran con los sueños paridos, cumplidos, vividos
Que mueran hartas de amar y ser amadas
Que mueran
Que mueran cuando ellas quieran
Que no las maten
Que no se pudra la piel tersa, el útero sangrante, las uñas duras
Que no se coma la tierra el cabello sedoso, el vello púbico, la rótula flexible
Que no lloren las madres, las abuelas, las hermanas, las amigas, las amantes
Que la madera grácil y sencilla no esconda sus ojos
Que la silicona no cierre su boca
Que el filo del bisturí no indague su cuerpo
Que el barquero no reciba sus monedas
Que nadie rece
Que no las maten
Que mueran
Que mueran cuando ellas quieran