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27 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El aborto divide a Estados Unidos

Martes, 10 de mayo de 2022 02:25
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La filtración del borrador de un fallo de la Corte Suprema de Justicia estadounidense que anularía la sentencia del caso "Roe contra Wade" que garantizó el aborto como un derecho constitucional de la mujer, dictada por el tribunal en 1973, desató una gigantesca tormenta política.

El borrador, cuya autenticidad fue admitida por la Corte, reivindica el derecho de los estados a legislar sobre el asunto. Si bien la aclaración subrayó que no se trataba de una sentencia, todo indica que el fallo saldrá a la brevedad y su contenido coincidirá con los argumentos desarrollados en el documento publicado por el portal de noticias "Político", considerado el más prestigioso de Washington.

El borrador difundido, atribuido al juez Samuel Alito, puntualiza que la sentencia en revisión es "atrozmente errónea desde el comienzo". Señala que "es hora de hacer caso a la Constitución y devolver la cuestión del aborto a los representantes elegidos por el pueblo". Sostiene que "la conclusión ineludible es que el derecho al aborto no está profundamente arraigado en la historia y las tradiciones de la nación".

Alito es uno de los seis jueces de la mayoría conservadora en una Corte con nueve integrantes. Tres de esos magistrados fueron designados durante el gobierno de Donad Trump. En un país mayoritariamente protestante, cinco de esos nueve son católicos, incluido el presidente del tribunal, John Roberts, designado en 2005 por George W. Bush. Algunos trascendidos periodísticos consignan que el resultado de la votación será de seis contra tres.

Un informe del Instituto Guttmacher estima que, una vez dictada la sentencia, veintiséis de los cincuenta estados prohibirán el aborto o limitarán severamente los plazos y las causales para su práctica. Veintidós estados ya tienen leyes antiaborto que entrarán en vigencia con el fallo de la Corte y cuatro se aprestan a sancionarlas. Los plazos serían distintos en cada caso. En Texas, uno de los tres estados de mayor población, regirá automáticamente una prohibición casi total del aborto treinta días después de la decisión del máximo tribunal.

 

La mayoría de los estados donde la interrupción voluntaria del embarazo seguirá siendo legal se encuentran en la costa oeste, como California, Nevada, Oregon y Washington. Gavin Newsom, gobernador demócrata de California, el estado más poblado del país, propuso incluso incorporar el derecho al aborto en la constitución estatal. En numerosos estados la sentencia de la Corte abrirá feroces controversias que involucrarán al conjunto de la sociedad.

Historiadores y sociólogos alertan que la naturaleza de los valores en juego, como el derecho a la vida del niño por nacer o la libertad de elección de la mujer, otorga a la disputa una dimensión inédita en la política estadounidense de los últimos 150 años. Habría que remitirse al debate sobre la esclavitud, que desencadenó la guerra civil entre 1861 y 1865, para encontrar un antecedente de esta envergadura.

En aquellas circunstancias, el bando esclavista, minoritario a nivel nacional, pero mayoritario en los estados del sur, apeló a la naturaleza federal del sistema estadounidense para defender la vigencia de su legislación local, mientras los abolicionistas reivindicaban los derechos del gobierno central. Curiosamente, el fallo de la Corte tomaría esa antigua argumentación de los sureños para devolverle a los estados la facultad de legislar sobre el aborto sin interferencia de Washington.

Un fantasma que reaparece

La Casa Blanca reaccionó con virulencia contra el posible fallo. Joe Biden, que es el segundo presidente católico de la historia estadounidense, ordenó a sus funcionarios que preparen "opciones para una respuesta de la Administración al ataque que continúa contra el aborto y los derechos reproductivos".

La vicepresidenta Kamala Harris fue más allá: "¿Cómo se atreven a decirle a una mujer lo que puede y no puede hacer con su propio cuerpo? ¿Cómo se atreven a negar a las mujeres sus derechos y libertades".

La sombra ominosa de un conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial asomó en el horizonte.

También en este punto cuesta encontrar precedentes cercanos de un enfrentamiento de esta naturaleza. Hay que remontarse a la década del 30, durante la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, cuando el mandatario demócrata tuvo una áspera confrontación con otra Corte Suprema, de mayoría conservadora, que se negaba a convalidar la constitucionalidad de varias leyes necesarias para la concreción de las transformaciones que formaban parte del New Deal.

El Partido Republicano no se quedó atrás. Su comité nacional, un órgano partidario que rara vez se pronuncia públicamente, denunció que "los demócratas demuestran una vez más cuán extremos son en relación con el aborto ilimitado, a pedido y financiado por los contribuyentes hasta el momento del nacimiento". La declaración subraya que "su posición sobre el aborto es radical y única para todos, dejando a los estadounidenses sin voz. El Partido Republicano siempre defenderá la santidad de la vida, defenderá los no nacidos y protegerá a las madres vulnerables".

Mientras el movimiento feminista y los sectores "progresistas" manifestaron su decisión de salir a la calle en señal de protesta y combatir por todos los medios legales la anunciada sentencia de la Corte, la poderosa corriente evangélica y la Iglesia Católica se preparan también para convocar a sus feligreses en defensa del derecho a la vida.
Nunca desde la guerra civil hubo una cuestión que dividiera tan profundamente a la sociedad norteamericana, alineada apasionadamente en dos bandos sólidamente arraigados en sendas franjas de la población.

El debate amenaza copar la campaña proselitista para las elecciones legislativas de noviembre próximo. Hasta ahora, las encuestas señalan una fuerte caída de la imagen de Biden y anticipan un amplio triunfo de los republicanos que llevaría a la Casa Blanca a perder el control de ambas cámaras del Congreso. Los demócratas buscarán tomar el debate sobre el aborto como bandera para movilizar a sus votantes tradicionales, hoy apáticos y desmotivados. La consigna de una victoria que les permita aprobar una ley para ampliar a doce el número de jueces de la Corte y modificar la actual mayoría conservadora, como amenazó hacer Roosevelt en 1937, es extraordinariamente atractiva para ese electorado.

Los analistas aventuran que esta vez los demócratas intentarían imitar, aunque con una consigna invertida, el antecedente de Bush (Jr.), quien inspirado por el estratega republicano Karl Rove, resolvió desoír el consejo de los expertos que recomendaban buscar la conquista de los votos del centro y promovió una campaña basada en la defensa de los valores morales tradicionales para impulsar la concurrencia masiva a las urnas del electorado religioso. A tal fin, los republicanos alentaron precisamente la realización de consultas populares sobre el aborto en varios estados.

Esta agudización de la polarización de la sociedad estadounidense provoca que algunas voces alarmistas adviertan que se puede estar jugando con fuego. Barbara Walter, autora de un reciente libro titulado “Cómo se inician las guerras civiles y cómo detenerlas”, afirma que “estamos más cerca de la guerra civil de lo que cualquiera de nosotros pudiera creer”. Thomas Friedman un columnista estrella del periodismo político norteamericano señaló que “nunca pensé que terminaría mi carrera cubriendo la segunda guerra civil de los Estados Unidos”.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico. 
 
 

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