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"Epicrisis", un aporte médico para Argentina

Jueves, 23 de junio de 2022 00:00

Para determinar un diagnóstico hay que conocer al paciente. Pidiendo prestado de las ciencias médicas el termino "epicrisis", quizás nos aproximemos a lo que hoy ocurre en la Argentina y en Salta, de una manera analítica, justa y certera.

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Para determinar un diagnóstico hay que conocer al paciente. Pidiendo prestado de las ciencias médicas el termino "epicrisis", quizás nos aproximemos a lo que hoy ocurre en la Argentina y en Salta, de una manera analítica, justa y certera.

"Epicrisis" es una palabra que nos da el significado de un momento clave en el análisis y el diagnóstico de una enfermedad en la que se denota que el médico, lentamente pero con autoridad, logra la síntesis después de un recorrido de prueba y error, para saber cuál es la medicina que puede mejorar al paciente.

Claro, el análisis final es un hecho que tiene un recorrido de estudio, de pensamiento, y sobre todo de volver sobre los episodios clave de una enfermedad, desde el diagnóstico inicial a los ensayos para lograr curar y sanar. Epicrisis es un momento en el tiempo que rige por sobre el futuro, que es bisagra, que determina acciones certeras.

Si trasladamos este concepto a la realidad política que nos toca vivir, diría que el momento de epicrisis llego hace un tiempo, pero se materializa de manera violenta ahora. Podemos ver que el primer momento de tensión, de insalubridad, de capa caída, fue mucho antes de la pandemia, que también aumentó los síntomas de una misma enfermedad. La caída del imaginario político en disputa con el campo fue una primera señal.

El desatino de una economía expuesta a la inflación y la producción dependiente de importaciones fue otra señal.

Los saltos devaluatorios, los déficits fiscales, la ausencia de política educacional y la poca inversión en ciencia y tecnología fue otra.

Los préstamos impagables, los postores de divisas y el aumento de la pobreza, todo en prepandemia, ya hace a la sumatoria de síntomas una crisis de diagnóstico reservado. Después, la pandemia, la inflación, la guerra en Ucrania y el desinterés oficialista por gobernarse para gobernar. Todo parece indicar que estamos describiendo un cuadro de gravedad que termina por aumentar su severidad a medida que pasa el tiempo, amén de todos los médicos que han intentado sanar.

La epicrisis, ese análisis finito, definitivo y justo sobre una enfermedad, tiene claros responsables, co-

responsables, incógnitas, pero también tiene soluciones, vacunas, terapias y cirugías. El análisis de la epicrisis recoge que el momento de tensión política en la Argentina tiene solo una salida: una gran PASO a nivel nacional para dirimir las autoridades, los estilos, y las conducciones de las dos grandes coaliciones que hoy acaparan la mayoría de los votos. Se encierra en ese escenario la capacidad de seguir unificado al peronismo a base de personalidades y no de programas de gobierno, como el esfuerzo de jubilar a exmandatarios jugando al centro con políticas públicas moderadas, pero con la amenaza de un frente libertario mal llamado liberal que intenta ocupar espacios pendientes de definiciones. El péndulo de una gran PASO nacional es un antídoto antes de la epicrisis. Las condiciones partidarias, en el Congreso, en los medios y la sociedad civil no está para seguir intentando una convivencia de alternativas que jamás terminan de definir qué son y qué no son. Las disputas mediáticas del oficialismo no solo aburren, sino que terminan siendo lo único que define a este espacio: la entropía de querer tener razón por sobre querer gobernar. Del lado de la oposición, queda claro que importa más quien firma un comunicado que una agenda de leyes superadora que muestre por qué deberían tener una segunda chance de gobierno después de un ciclo nefasto. Del resto del poder político, dos palabras: novedad y ocaso. La novedad de irrumpir con un discurso nuevo y rimbombante para luego caer en el ocaso al faltar preparación, política territorial y, realmente, una propuesta epicrítica.

El contexto en Latinoamérica alienta a la interpretación que el momento de epicrisis ya está entre nosotros. De las últimas quince elecciones en la región, y nueve desde el 2020, los oficialismos no han logrado victoria en ninguna. El aliento pragmático de las campañas en Estados Unidos, Costa Rica, Chile y recientemente Colombia, son suficiente antídoto a una crisis de programa de gobierno y propuestas de carácter moderadas. Cabe explicar que la moderación no tiene que ver con la política social o económica, pero sí con los modos, los tiempos, las lecturas históricas y, justamente, la epicrisis.

La reacción en Chile a la llegada de su presidente más joven y votado de la historia no es otra cosa más que apoyar un proceso de epicrisis, como lo es una reforma constitucional integral. En Colombia, a la llegada del primer presidente de izquierda con la primera vicepresidenta afrodescendiente y activista ambiental, la oferta electoral consistía en la síntesis de 50 años de democracia sin redistribución, protecciones, guerra civil y corrupción.

Por este motivo por hacer un ejercicio concienzudo de epicrisis hay victorias electorales que rompen con la tradición, la conservación de partidos centenarios y la inercia de umbrales bajos de participación ciudadana. La comparación es posible, también, en Francia, en las elecciones regionales de Andalucía en España y será digno de estudio en Brasil, en octubre.

Por eso, mientras el mundo se debate hacia dónde quiere virar el sistema internacional, y la sociedad pospandemia necesita saber que la vida vale más que el confinamiento de oportunidades, el momento de epicrisis es ahora, es continuo y tiene que resultar en síntesis de pragmatismo para acabar con la mala salud y llegar a una plenitud estable. 

Saliendo de los lugares comunes de la coherencia política, el esfuerzo de los consensos, la agenda común contra la pobreza y el manejo de los riegos económicos, el horizonte hasta las elecciones del 2023 no parece incluir un momento de reflexión. 

Más bien la epicrisis para la Argentina llegaría tarde, y de manera crítica, al momento de elegir los destinos más allá del actual gobierno. Lo clave es si el sistema político logra captar el cambio de época, los rasgos del diagnóstico y la medicina adecuada. Pero también es necesario, como en toda enfermedad, seguir el cuadro de evolución porque aun con una economía más calmada no hay certeza que el paciente quiera el mismo jarabe de los últimos 40 años. 
Dejemos de lado la realidad por un segundo, y pensemos que ya estamos curados. La pregunta seria: y ahora, ¿qué rumbo? Esa respuesta es epicrisis. 
Pero para llegar a la cura hay que saber qué fortalece y qué debilita. Hoy, para quienes tienen responsabilidades de gestión, de dirección, de privados y de públicos, de ámbitos universitarios, de grandes y pequeñas empresas, el pragmatismo de acordar un diagnóstico, sellar un rumbo de cuidados y hacer una epicrisis, no puede esperar más. Para los elegidos democráticamente, ese diagramar un contexto de epicrisis es su deber. 


 * Codirector Droit Consultores

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