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Un embrión sintético, la génesis de un hombre artificial

Domingo, 01 de octubre de 2023 02:35
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Hace quince años, los científicos James Thompson y Junying Yu, tomaron una célula de un ser humano adulto y la convirtieron en una "célula madre pluripotente inducida"; o sea, una célula con el potencial de ser convertida -con las técnicas bioquímicas adecuadas- en cualquier tipo de célula que se deseara, desde un óvulo hasta una neurona.

Estas neuronas pudieron ser convertidas en un pequeño tejido cerebral viviente, en todo parecido a un cerebro humano en desarrollo durante el primer trimestre de gestación. No es ciencia ficción. Es ciencia vieja. Estos mal llamados "cerebros en un frasco", DishBrains, u "organoides cerebrales", están permitiendo estudios y avances inimaginables años atrás.

Lo que hace a estos organoides muy útiles es que crecen replicando los mismos aspectos del desarrollo del cerebro humano. Las células se dividen, adoptan la estructura del cerebelo, se agrupan en capas y comienzan a lucir como un modelo en tres dimensiones de un cerebro real. Los científicos pueden ver -en vivo y en directo- cómo una red viva de neuronas se desarrolla, cómo crece y cómo reacciona o es afectada por distintos compuestos químicos, drogas o cómo se desarrolla distinto ante variaciones genéticas; inducidas o naturales.

Científicos australianos enseñaron a esos organoides cultivados en una placa de Petri a jugar al videojuego "Pong", el primer video juego de la historia. Como siempre, la respuesta a la pregunta "¿Por qué hacemos cosas así?" es: "porque podemos"; además de "¿por qué no?".

Organismos sintéticos

Ahora, pocas semanas atrás, otra noticia sacudió al mundo al hacerse público que se había logrado desarrollar un embrión humano sintético, sin la intervención de un óvulo ni de un espermatozoide.

Aunque parezca increíble, se ha logrado crear modelos completos de embriones humanos fuera del útero hasta el día 14, a partir de células madre cultivadas en laboratorios. El Instituto Weizmann de Ciencias de Israel publicó un ensayo en la prestigiosa revista Nature donde explica el procedimiento y afirma que estos embriones han logrado desarrollar "todas las estructuras y compartimentos característicos de esta etapa, incluyendo placenta, saco vitelino, saco coriónico y otros tejidos externos que aseguran el crecimiento dinámico y adecuado de los modelos". Si bien estos "embriones sintéticos", no tienen -todavía- un corazón que late ni tampoco un "comienzo de cerebro"; sí cuentan con todo el resto de las células. "Este modelo es el primer modelo de embrión humano de tres linajes que especifica amnios y células germinales, células precursoras de óvulos y espermatozoides".

Lo que se ha logrado es, simplificando, "crear" un embrión humano en sus primeras etapas de desarrollo, sin que haya habido participación alguna ni de un óvulo ni de un espermatozoide, pero que desarrollaría su capacidad de reproducción sexual. Claro, en caso de que esta capacidad no sea anulada por medio de una intervención genética posterior.

Podríamos estar en los albores de la capacidad de creación -por supuesto que en varias décadas más- de seres humanos en laboratorios; seres humanos -¿es válido decir sintéticos?- que serían por completo indiferenciables de nosotros, excepto por su forma de creación. Y digo "creación" porque -me parece- que no se puede hablar de gestación para estos seres.

Arriesgándome a hacer una predicción, imagino que todos ellos tendrán incorporada "de fábrica", una marca genética que permita diferenciarlos; de seguro en su ADN se embeberá un "código" o "algo" que permita traquear el linaje, y que esta marca será seminal para que -si fueran capaces de reproducción sexual- su descendencia arrastre el código genético diferenciador consigo.

Si estas últimas frases no nos causaron el espanto suficiente es que no las leímos con la suficiente atención. Quizás no nos demos cuenta de la relevancia de lo que se nos está develando como posibilidad pero estamos ante las puertas de poder "crear" una nueva rama evolutiva de seres humanos. Una enorme ruptura ética, ontológica y metafísica.

La evolución de la evolución

La evolución no es un progreso hacia un modelo ideal ni más perfecto sino la forma de un organismo de adaptarse a un nicho dado y prosperar. Ahora vamos a entrar en terrenos donde nosotros mismos podremos direccionar la Teoría de la Evolución al poder crear distintas versiones de seres humanos -de toda clase de organismos, en realidad-; cada uno adaptado de la manera más conveniente a un futuro nicho en particular. ¿Qué nos impediría crear distintas versiones de seres humanos? ¿Por qué no podemos desarrollar un ser humano que sea adecuado para vivir en Marte, y otro apto para vivir en colonias espaciales, o en la Luna? Nada. Solo mejor tecnología, más investigaciones, prueba y error ...y tiempo. Nada más. Es fácil imaginar distintas variantes reales de las fantasías imaginadas en "Gattaca" o en "Un mundo feliz".

La evolución dejará de ser el proceso natural, lento, azaroso y que privilegia determinadas características dado que son las que le permiten a un organismo a adaptarse mejor a un contexto dado; para convertirla en una ingeniería industrial de diseño a medida de cualquier necesidad. No es un cambio de paradigma trivial. El ser humano dejará de estar condicionado por la evolución natural formulada por Charles Darwin. Ahora, nosotros mismos seremos los arquitectos y dioses de la evolución de nuestra especie.

El "motor" del fantasma

Gilbert Ryle fue un filósofo inglés famoso por su oposición a Descartes. En 1949 escribió su obra más conocida: "El concepto de lo mental", un ataque feroz a lo que denominaba el "dualismo cartesiano"; del cual se burla denominándolo "el dogma del fantasma en la máquina". Para Descartes, existía una máquina física y observable -el cuerpo-, y el "fantasma de la máquina" -la mente-; un lugar privado y secreto donde discurren los fenómenos de la percepción sensorial e interna; la conciencia y el pensamiento. Así, una persona es la combinación de estas dos entidades donde la mente actúa sobre el cuerpo mediante ejercicios de voluntad que llamó "voliciones".

Otro filósofo inglés, Bertrand Russell, escribió otro libro con un título similar: "El análisis de lo mental". Descartes, Hume, Russell y Ryle fueron apenas un puñado de filósofos desvelados por entender el proceso del pensamiento; de la conciencia; de la voluntad y la relación entre todos ellos. De allí en más se abrirían enfoques epistemológicos, logicistas, conductistas, monistas, y una infinidad de doctrinas y escuelas de pensamiento.

Ahora nos encontramos construyendo cuerpos y mentes sintéticas que, más adelante, las combinaremos de todas las maneras imaginables. Cuerpos sintéticos accionados por inteligencias biológicas; cuerpos biológicos maniobrados por chips de inteligencia artificial. Quimera entre quimeras, podríamos crear un cuerpo sintético munido de su propio "fantasma" artificial. El poshumano; el cyborg; quizás la inauguración del poshumanismo.

Turing y Dios

Alan Turing, famoso matemático y uno de los padres de la Inteligencia Artificial, postuló en 1950, la idea de que una computadora podía "pensar". Comienza su ensayo "Computadoras e Inteligencia", preguntándose: "¿Las máquinas, pueden pensar?". Y plantea la paradoja que esto implica; si una máquina "aprende" su código se debe ir alterando de manera continua, rompiendo con el paradigma de que "una máquina sólo puede hacer aquello que sabemos cómo decirle que debe hacer". Luego ideó una prueba, -el famoso Test de Turing- para poder discernir si se estaba interactuando con un ser humano o con un algoritmo. Hoy esa prueba está sobrepasada y hay ejemplos diarios en los que nos resulta imposible poder discernir si estamos interactuando con una persona o con un algoritmo.

¿Qué va a pasar si, algún día, no podemos discernir si estamos interactuando con un ser humano real -de nuestro linaje ancestral- o uno por completo artificial? ¿No debería este "ser", ser considerado humano también? ¿Dónde queda Dios en esta ecuación? ¿Dónde el acto de la creación? ¿Crear vida no nos convierte en Dios? ¿Sería "vida" esta "creación"?

¿Quién le daría la conciencia al "fantasma de la máquina"; quién "crearía" ese motor que habita y anima a ese fantasma -fantasma que le da vida al cuerpo-, parafraseando a Descartes? ¿No nos obliga esto a repensar desde nuevas perspectivas conceptos como Creación, conciencia, pensamiento, inteligencia y humanidad; como mínimo?

Quizás, la raza humana como la conocemos sólo sea una transición biológica efímera hacia otra nueva especie consciente; sintética por completo. La transición entre lo que William Burroughs denominaba "la máquina blanda" -el hombre-; hacia el cyborg -la máquina total-. La humanidad como un disparador biológico necesario para la llegada de esta nueva especie. Un "superhombre" nietzscheano. Una inteligencia sintética -no mímica de comportamiento-, embebida en un ser sintético "cultivado en un laboratorio".

El hombre biológico que mató a dios se convierte en Dios y mata a la humanidad, reemplazándola por una especie sintética. ¿Consideraría Nietzsche a esta nueva especie como la respuesta a su exhortación a convertirnos en ese "superhombre" mítico por el cual tanto clamó? El escritor y ensayista británico Edward Morgan Forster vaticinó, setenta años atrás: "Estamos evolucionando, y de un modo que la ciencia es incapaz de medir, hacia fines que la teología no se atreve a considerar".

 

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