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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Un desastre humanitario que amenaza al mundo

Domingo, 15 de octubre de 2023 01:25

Las enormes tensiones que vive el mundo tienen un nuevo punto de eclosión, desde hace ocho días, en el conflicto que involucra a Israel, al pueblo palestino y, probablemente, a todo Medio Oriente.

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Las enormes tensiones que vive el mundo tienen un nuevo punto de eclosión, desde hace ocho días, en el conflicto que involucra a Israel, al pueblo palestino y, probablemente, a todo Medio Oriente.

Lo que ocurre a estas horas en la franja de Gaza y en el territorio israelí es una bomba de tiempo para la paz mundial, pero, sobre todo, una verdadera tragedia humanitaria. En esa superficie, equivalente a la provincia de Misiones, se desencadenó el 7 de octubre un conflicto de proyección imprevisible, pero que ya costó la vida de miles de personas, en su mayoría civiles israelíes y palestinos.

La invasión de las fuerzas de Hamas a poblaciones limítrofes con Gaza tomó por sorpresa a Israel, cuyos servicios de Inteligencia fueron incapaces de percibir la movilización de miles de milicianos de Hamas. Los terroristas atravesaron organizadamente un muro que se creía infranqueable y durante horas asesinaron a mansalva, secuestraron ancianos, jóvenes y bebés, e incendiaron casas de familia de israelíes completamente indefensos.

El territorio de la franja de Gaza, donde viven más de 2.200.000 palestinos en apenas 360 km. cuadrados, está siendo escenario de una avanzada militar israelí, desde que el primer ministro Benjamín Netanyahu declaró la guerra contra Hamas y prometió "aniquilar" a esa organización terrorista. La presión y los ataques del ejército de Israel van precedidos de advertencias para que los palestinos se retiren de las zonas que van a ser bombardeadas. Se trata de evitar una masacre de civiles, pero esas exigencias, que ya produjeron cientos de miles de desplazados, castigan a un pueblo extremadamente pobre, que no tiene posibilidad de migrar hacia otros países.

Ni Israel ni Hamas tienen derecho a violar los derechos humanos en una guerra, desencadenada por el terrorismo islámico, en la que el pueblo israelí y el pueblo palestino terminan convertidos en rehenes y escudos humanos.

Ayer mismo, el músico argentino, también ciudadano israelí y español y con ciudadanía palestina honoraria Daniel Barenboim advirtió que "los israelíes tendrán seguridad cuando los palestinos puedan sentir esperanza". "Los actos bárbaros y terroristas de Hamas contra civiles, incluidos niños y bebés, no pueden justificarse con nada", escribió en un diario alemán. "Es un conflicto profundamente humano entre dos pueblos que conocen el sufrimiento y la persecución", argumentó. Israel no puede quedarse de brazos cruzados, porque el ataque de Hamas ha puesto en riesgo su propia existencia como Estado, pero la guerra no va a ser la solución. La radicalización de Hamas diferencia a este enfrentamiento de todos los anteriores.

Netanyahu debería asumir la necesidad de una acción diplomática de pacificación, con participación de la ONU. Israel ha declarado una guerra esperable contra Hamas, pero es evidente que esta organización terrorista ha optado por el intransigente y primitivo modelo de la Jihad islámica y cuenta con el apoyo de Hezbollah; de ahí el exhibicionismo de inhumanidad que puso en práctica el sábado anterior.

Por su parte, las imprevisiones de Netanyahu, muy cuestionado hoy por su régimen populista e ineficiente, han debilitado la capacidad defensiva de Israel frente a una coalición externa dispuesta a destruirla. Este conflicto debe enmarcarse, por cierto, en los enfrentamientos entre Irán y Turquía con potencias árabes encaminadas a construir acuerdos de paz con Israel.

El fundamentalismo islámico representa una de las corrientes antieuropeas que se proponen desplazar el sistema republicano y democrático y reemplazarlo por autoritarismos o teocracias. Este infierno de violencia que conmueve por sus rasgos sanguinarios es una señal de alerta para la paz mundial y requiere los mayores esfuerzos para lograr una tan necesaria como compleja solución diplomática, sin exterminios ni genocidios, y con la racionalidad que se espera en las relaciones internacionales.

 

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