Hoy es un día muy importante. El voto de cada uno será una contribución esencial en la construcción del futuro de la Patria.
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Hoy es un día muy importante. El voto de cada uno será una contribución esencial en la construcción del futuro de la Patria.
No estamos eligiendo entre próceres, sino entre mujeres y hombres contemporáneos, para que lideren un proceso que necesariamente debe ponerse en marcha para sacar al país del pantano en que está encallado.
La crisis macroeconómica es insostenible y sus efectos se traducen en niveles de pobreza, exclusión y deterioro educativo que no hubiéramos imaginado hace 40 años, cuando renació la democracia. Existe desencanto con el sistema y fastidio con la política, y esos sentimientos se pusieron de manifiesto en las PASO, cuando el número de ciudadanos que no votaron, votaron en blanco o anularon su voto superó a los del candidato más votado.
Ya no hay posibilidad de dar marcha atrás. No se puede seguir gobernando por inercia, repitiendo fórmulas que solo nos llevaron al fracaso. Tampoco es admisible construir fantasías irrealizables ni dar saltos al vacío.
Con disciplina fiscal, transparencia en la gestión, respeto a las instituciones y fidelidad de todos al resultado que muestren las urnas, el país podrá recuperar credibilidad internacional y asegurar la paz interior. Porque, a pesar de todo, hay recursos como para comenzar a repechar la cuesta. No obstante, mantener la ilusión de que nos salvará una buena cosecha sería autodestructivo.
Hacen falta cambios profundos, principalmente, en nuestra cultura política, que se adapten a una nueva realidad social. Y eso solo será posible con un presidente firme y con capacidad de diálogo.
La incertidumbre de estos días se nutre de la virtual acefalía que padece el país. El feriado cambiario del viernes y la sobreactuada persecución a los arbolitos alteraron aún más el humor preelectoral. Y el dólar blue se escapó a $1.100 y $1.200, el contado con liqui, a $1.110 y el tipo de cambio mayorista sigue congelado en $350, con una brecha de que oscila cerca del 300%.
Las medidas compulsivas adoptadas en las últimas semanas, transitan por un camino contrario al que conduce a la salida.
La inflación de septiembre fue de 12,7% y acumuló 138% en los últimos doce meses. Este es el problema más inmediato que devora las economías de los hogares y gangrena a la actividad productiva
El pueblo es soberano y debe asumir su protagonismo. El ciudadano tiene derecho a la información transparente de parte del Estado; tiene derecho a una Justicia independiente, desligada de los caprichos del poder y, también, a estar realmente representado en el Congreso. Los legisladores y los gobernantes eliminarían la grieta que nos fractura como país si lograran entender las aspiraciones de la gente, que no son más que muestras de sentido común.
En un país donde el trabajo registrado es notablemente inferior al número de empleados en negro, desempleados y de personas que están fuera del sistema, las organizaciones gremiales deberían asumir su responsabilidad, sin especulaciones políticas y sin exhibiciones de arbitrariedad.
Y, ante el aluvión de pobreza y exclusión, el Estado debería establecer políticas sociales muy serias, sin delegar responsabilidades y presupuestos en las organizaciones de desocupados, que no son una solución sino otro problema.
En este escenario tan complejo, sea cual sea el resultado de la jornada electoral, tanto el gobierno como el resto de los actores políticos y económicos deberían garantizar que el país comience a estabilizarse y ponga en marcha una transición lo más serena posible. Haya o no balotaje, gane quien gane, el 10 de diciembre será un punto de inflexión para el país.
Depende de la prudencia y la transparencia políticas que el nuevo rumbo nos lleve al desarrollo o a una degradación aún mayor. A una catástrofe.