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29 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
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El pueblo de Gaza, víctima de una guerra muy difícil de frenar

Domingo, 05 de noviembre de 2023 02:39
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La tragedia humanitaria que desde hace cuatro semanas se vive en la Franja de Gaza, pero también en Israel y Cisjordania, es una llaga abierta que ya se cobró más de diez mil vidas y amenaza seriamente a la paz mundial.

La orgía de sangre ejecutada con planificación muy precisa por el grupo palestino Hamas el sábado 7 de octubre produjo casi 1.500 asesinatos a sangre fría y con un exhibicionismo de sangre propios del estilo del terrorismo que desafía al mundo en nombre de la fe islámica. La respuesta de Israel fue la que era de esperar y la que, probablemente, se proponía generar la organización atacante.

La ocupación del territorio de Gaza llevada cabo por las fuerzas israelíes tiene por objetivo recuperar a los 240 rehenes secuestrados por Hamas en los kibutz y destruir, una por una, todas las bases terroristas que operan en escondites subterráneos, túneles trazados estratégicamente para que un bombardeo sobre ellos destruya hospitales y campos de refugiados.

Es decir, la población civil es utilizada como escudo por los terroristas frente a un adversario poderoso que, a su vez, no está dispuesto a aceptar un cese de fuego que haga posible auxiliar a hombres mujeres y niños que hoy carecen de asistencia sanitaria, agua y alimentos, y que sobreviven como pueden al horror de la guerra.

Tampoco Hamas cede y no solo no entrega a los rehenes, sino que se esmera en mostrar lo mal que la están pasando, incluidas brutales ejecuciones.

La ONU advirtió tanto a Israel como a Hamas que "incluso la guerra tiene normas". Se estima que desde el inicio de la contraofensiva israelí han muerto 9.227 personas, entre ellos, casi 4.000 niños.

En Cisjordania, la otra región palestina, los enfrentamientos entre colonos y las incursiones de las fuerzas israelíes para la captura de terroristas produjo dos centenares de muertos.

La Cancillería argentina condenó severamente a Hamas por el ataque genocida que desencadenó la guerra y, ahora, advirtió que "reconoce el derecho de Israel a su legítima defensa. Sin embargo, nada justifica la violación del derecho internacional humanitario y la obligación de proteger a la población civil en los conflictos armados".

La posición adoptada no es ambigua, al menos, en términos humanitarios. Desde el punto de vista del posicionamiento internacional coincide con la posición de la ONU al buscar una solución que reduzca al mínimo el costo en vidas y sufrimientos para millones de personas.

Esta guerra, que tomó por sorpresa a Israel, incluye factores que la convierten en un conflicto casi insoluble. Por razones no equiparables, ambas partes buscan la mutua aniquilación. Hamas le niega a Israel el derecho a existir, mientras que el gobierno de Tel Aviv quiere frenar para siempre al terrorismo.

Esta fuerza palestina cuenta con el respaldo de Hezbollah, la organización terrorista chiíta con base en el Sur de Líbano, y de la Jihad Islámica. Las tres reportan a la teocracia iraní y comparten con varios países árabes la cruzada antiisraelí. También expresan una postura antioccidental que se manifiesta en numerosos ataques terroristas cuyo caso extremo fue la destrucción de las Torres Gemelas, hace 22 años.

Por esa razón, se trata de una guerra con final incierto. EEUU, China y Rusia, con intereses contrapuestos, temen una escalada que aceleraría tensiones entre ellas y con Medio Oriente.

Pero las víctimas inocentes no entienden de razones geopolíticas. La intransigencia palestina, que carece de una representación unificada, y la impotencia del desacreditado gobierno de Benjamin Netanyahu obligan a todas las naciones a realizar un esfuerzo supremo por la preservación de los derechos humanos y por la superación de odios ancestrales a los que la violencia alimenta constantemente.

 

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