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"Toda Nicaragua está bajo arresto. Incluso los nicaragüenses que piensan que pueden caminar libremente están privados de su libertad. Nicaragua se ha convertido en una gran prisión". Así lo definió Félix Madariaga es graduado en Ciencias Políticas, con posgrado en Harvard, detenido y expatriado por ser candidato opositor a Daniel Ortega. Durante su estadía en la cárcel perdió 27 kilos, por falta de alimentos. Lo dijo en una entrevista con el periodista británico Stephen Sackur en el programa HARDTalk, de la BBC.
Nicaragua fue, en 1979, centro de atención mundial cuando Daniel Ortega, jefe del Movimiento Sandinista de Liberación derrocó al dictador Anastasio Somoza. Fue la única guerrilla revolucionaria que logró un triunfo similar en los años 70. A aquella celebración se unieron algunos líderes de la guerrilla argentina, como Enrique Gorriarán Merlo, del ERP, y Mario Firmenich, de Montoneros. Cuatro décadas más tarde, Ortega y su esposa Rosario Murillo encarnan una dictadura anacrónica que designó a Firmenich en su gobierno mientras que encarcelaba y deportaba a Estados Unidos a 222 opositores que mantenía en prisión. Gran parte de ellos, de origen sandinista. Entre otras prominentes figuras del grupo figuraba Madariaga, un político de otra generación.
El 9 de febrero, cumplidos 20 meses de su condena de 13 años (por supuesta traición a la patria en un juicio sin derecho a la defensa), Madariaga amaneció en su celda de la temida cárcel de El Chipote en Managua y aterrizó por la tarde en Washington DC junto al resto del grupo.
"Estábamos en condiciones pésimas e inhumanas. Aislados y sin acceso a abogados", relató Madariaga en la entrevista televisiva.
"Allí se persigue y encarcela a quienes se oponen a Ortega desde el periodismo o el activismo por los derechos humanos, y a todo el que habla abiertamente contra el régimen", agregó, pero puntualizó que "para Ortega es muy difícil justificar frente a sus partidarios que somos criminales, que luchamos contra la soberanía de Nicaragua".
"Mi padre fue un preso político torturado bajo la dictadura de Somoza. Luego, en mi niñez, llegué como refugiado a Estados Unidos por otra situación, la guerra civil, y más tarde noté que en Nicaragua hay un ciclo de violencia: quienes luchan contra la dictadura, al final, se convierten en lo que odian". Madariaga considera que lo más importante es "romper ese ciclo de violencia y la única manera de hacerlo es no odiando a los que nos encarcelan. Nadie puede construir algo productivo a partir del odio. Estoy totalmente en desacuerdo con Ortega y creo que es un criminal de guerra, un dictador, pero el odio personal directo no te permite pensar de una manera estratégica como líder, para movilizar a la comunidad internacional para la reconstrucción de un país completamente secuestrado por la familia Ortega".
La transformación de Daniel Ortega lo convierte en un hombre concentrado en construir su dinastía y un Estado policial. "Está muy claro que Ortega hoy no tiene nada que ver con los sandinistas de los años ochenta y ha sido abandonado y aislado hasta por antiguos amigos", dice Madariaga.
En 1983, Julio Cortázar escribió "Nicaragua, tan violentamente dulce", una compilación de escritos que fue redactando desde 1976, cuando el sandinismo aparecía aún como una revolución. Allí aparece Apocalipsis de Solentiname, testimonio de una visita del escritor argentino a la comunidad del monje y poeta Ernesto Cardenal en 1976. En ese momento, el triunfo militar del Frente Sandinista parecía una utopía. Para Cardenal y Cortázar era inimaginable ver al jefe degradado, como lo que es ahora: un dictador muy parecido a Somoza y verdugo de sus antiguos compañeros de lucha.
(Edición de un artículo publicado el 03/03 por BBC en español https://www.bbc.com/ mundo/noticias -america-latina- 64832315)
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