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Como cada 28 de abril, desde el año 2003, la OIT ha establecido esa fecha como Día de la Salud y la Seguridad en el Trabajo con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la importancia de la prevención de accidentes laborales y enfermedades profesionales. En Argentina, además, se determinó que la última semana de abril se realizarán actividades en el marco de la Semana de la Higiene y la Seguridad.
El año pasado, la 110ª Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) resolvió elevar el derecho a la salud y a la seguridad en el trabajo a la categoría de principio y derecho fundamental en el trabajo, que se integra a los cuatro anteriormente reconocidos en su "Declaración relativa a los derechos fundamentales en el trabajo" del año 1998 (la libertad sindical, la eliminación del trabajo forzoso, la abolición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo). Como se advierte, para el organismo internacional esta cuestión tiene importancia superlativa, y de hecho la mayor parte de sus más de 300 convenios y recomendaciones se ocupan de las problemáticas vinculadas a la salud y seguridad de los trabajadores.
Argentina fue pionera en el estudio de esta problemática a través de ilustres académicos como Carlos Malbrán, Juan Bialet Massé y Alfredo Palacios. Este último, hace más de 100 años, siendo entonces un joven diputado socialista escribe un seudo trabajo sobre "la fatiga y sus proyecciones sociales". Para este estudio, encargado por la Oficina Internacional del Trabajo, Palacios instala el laboratorio en los Talleres del Estado, situados en el Riachuelo, y durante el mes de julio de 1921 estudia a los trabajadores in situ. Sus conclusiones son terminantes y asestan un duro golpe al taylorismo imperante: afirma que, a medida que avanza la extensa jornada laboral, el rendimiento de los obreros decae y la fatiga llega a la extenuación si no se realizan medidas tendientes a fomentar los descansos. En 1905 Palacios había logrado aprobar la ley del descanso dominical y –más tarde- la llamada "ley de la silla", que todo empleador debía disponer para el descanso del trabajador.
El atraso argentino
A pesar de ser pionera en el tema, en las últimas cinco décadas Argentina va quedando en el fondo de la tabla con su vetusta legislación laboral. El atraso de nuestra legislación laboral es notable en varios aspectos, pero quizá sea en esta cuestión donde el anacronismo y la irracionalidad se manifiesten con mayor énfasis. Tomemos tres ejemplos.
Los comités mixtos de higiene y seguridad que existen –con distintos matices- en la mayoría de los países del mundo aún no ha podido hacer pie en nuestra legislación y la actitud cavernaria de las cámaras empresarias y los sindicatos han vedado el ingreso de esa institución en los convenios colectivos de trabajo.
La ley de Riesgos de Trabajo que estableció el nefasto sistema de Administradoras de riesgo de trabajo, es la única norma en el planeta que ha puesto la salud de los trabajadores en manos de entidades con fines de lucro.
La ley de Higiene y Seguridad en el Trabajo (Nº 19557) tiene más de 50 años (1972) cuando no solo no existía internet, ni celulares, ni siquiera se conocían las computadoras personales.
El 28 de abril es también el Día Internacional en Memoria de los Trabajadores Fallecidos y Heridos, por ello no debemos olvidar que, detrás de la aparente inocuidad de la ausencia de normas, según informa la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial, se producen alrededor de 2,3 millones de muertes cada año (y 300 millones de víctimas) debido a accidentes y enfermedades relacionados con el trabajo. Según la misma OIT, cada 15 segundos, un trabajador muere en todo el mundo por estas causas.