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Los oficialismos ganan, por ahora

Lunes, 08 de mayo de 2023 01:16
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Los oficialismos provinciales se impusieron en las elecciones de ayer en Jujuy, La Rioja y Misiones. Los mismo sucedió en Río Negro el 16 de abril, pero ese mismo día, en Neuquén, se produjo una gran sorpresa: el Movimiento Popular Neuquino perdió tras seis décadas de hegemonía. Aunque la derrota tiene sus matices: Rolando "Rolo" Figueroa es un disidente del MPN que derrotó al vicegobernador y postulante oficialista Marcos Koopmann.

En Río Negro, Alberto Weretilneck, del Frente Grande, ya había sido gobernador aliado con el peronismo y ahora sucederá a su correligionaria Arabella Carreras. Esta vez por Juntos Somos Río Negro que sumó a radicales y camporistas.

Los resultados de ayer ratifican una línea de continuidad, con ribetes propios y que muestran que no casualmente estas provincias decidieron votar en forma independiente de la suerte que corran los liderazgos nacionales.

Para el radical Gerardo Morales, el amplio triunfo de su ministro de Hacienda Carlos Samir le permite presentar un plebiscito a sus ocho años de gestión provincial. El exiguo resultado del peronismo, casi empatado con el trotskismo (al menos hasta la medianoche) es un signo alentador para la proyección nacional de Morales, quien ayer se fotografió con Rodríguez Larreta y Lousteau.

En Misiones, el Frente Renovador de la Concordia (afín al Gobierno nacional, pero con cierta distancia) consagró al exmandatario Hugo Passalacqua con cifras que se proyectaban muy por encima del 60%, más del doble de lo que obtenía Juntos por el Cambio con el radical Martín Arjol.

A su vez, absolutamente alineado con el poder central, el riojano Ricardo Quintela retenía la gobernación con más del 40% de los votos por sobre Felipe Álvarez de Juntos por el Cambio pero, sobre todo, dejando muy atrás la incursión provinciana del pintoresco Javier Milei cuyo candidato era Martín Menem, sobrino de Carlitos e hijo de Eduardo (es decir, un heredero de "la casta").

En todas las provincias, y en el país en general empieza a notarse una cierta hibridación en la voluntad de los electorados, al menos en cuanto a las opciones que adoptan. Pero también, aunque las encuestas de opinión no ocultan un desencanto generalizado con la política en esas mismas provincias, las urnas dejan en claro que la gente busca la seguridad provisoria que le da el gobierno de cercanía.

A pesar de una cierta tendencia a la baja en los índices de concurrencia, no se muestra ninguna deserción masiva.

Estos son los grandes interrogantes que sí se plantean en vista a las elecciones nacionales y que refuerzan el interés por anticipar lo que ocurrirá en las grandes provincias de la región central.

Cualquier proyección desde estas cinco experiencias mencionadas sería prematura. En América Latina, en la última década, todos los oficialismos fueron derrotados en elecciones presidenciales, a excepción de Nicaragua. Y los sondeos que estudian los estados de ánimo de los argentinos hacen presumir que ninguna de las dos grandes coaliciones nacionales, Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, carecen de capacidad persuasiva para transmitir confianza y certeza acerca de sus líderes y sus estructuras. El nivel de rechazo a los candidatos es muy elevado: todos registran más del 50% de consultados que responden: "Nunca lo votaría".

Por eso, todos se preguntan: ¿qué va a pasar? Y la respuesta queda en el aire; se da por seguro que nadie tendrá mayoría ni gran ventaja y, también, que mucho depende de los próximos pasos que cada coalición vaya dando.

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