¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

Su sesión ha expirado

Iniciar sesión
26 de Junio,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Paraguay, ante una encrucijada

Martes, 09 de mayo de 2023 00:00
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El contundente triunfo de Santiago Peña en las elecciones presidenciales paraguayas es un acontecimiento político de significación regional. De las anteriores quince elecciones presidenciales realizadas en América Latina, en catorce triunfaron candidatos opositores. La única excepción fue la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua, conseguida con la inhabilitación legal de sus principales competidores y sumamente cuestionada por la comunidad internacional. La regla rige tanto para gobiernos de izquierda como de derecha. Esa alternancia en la derrota sucedió también en las dos últimas elecciones presidenciales en Brasil y la Argentina. La razón es que los gobiernos, más allá de su signo ideológico, no logran responder a las expectativas de sus votantes.

Desde esta perspectiva, la amplia victoria de Peña, candidato del Partido Colorado, que obtuvo el 44% de los votos contra el 27% de Efraín Alegre, líder del Partido Liberal y candidato de una amplia y heterogénea coalición opositora, podría considerarse una excepción. Porque la Alianza Nacional Republicana (ANR), denominación oficial de los colorados, gobierna ininterrumpidamente Paraguay desde 1947. Así sucedió durante 72 de los últimos 76 años, salvo el breve período de gobierno de Fernando Lugo, destituido por el Parlamento.

Sin embargo, este episodio encierra dos particularidades: antes de competir con Alegre, Peña derrotó en las elecciones internas del Partido Colorado de diciembre pasado a Arnoldo Wiens, el candidato apoyado por el presidente Mario Abdo Benítez. Desde entonces toda su campaña proselitista tuvo un contenido abiertamente crítico al gobierno de su propio partido, por lo que su éxito no puede computarse en la cuenta del oficialismo. El propio Peña se encargó de explicarlo: "Fui probablemente la voz más crítica que tuvo este gobierno y ésa es una de las características que tiene el Partido Colorado, un partido tan grande que es capaz de ser gobierno y oposición al mismo tiempo".

Otra singularidad de la elección fue que Payo Cubas, un candidato "outsider" nacido en Estados Unidos, postulado por el Partido Cruzada Nacional, quien centró su mensaje en la denuncia sobre la corrupción del sistema político en su totalidad y fue bautizado en algunos medios periodísticos como el "Milei paraguayo", logró el 22,4% de los votos y estuvo muy cerca de desplazar a Alegre del segundo puesto.

Esta situación obliga a analizar la prolongada crisis interna del oficialismo paraguayo, signada por el encarnizado enfrentamiento entre el actual mandatario y su antecesor, Horacio Cartes, quien en esa misma elección interna de diciembre que ungió a Peña como candidato presidencial le ganó la jefatura del Partido Colorado al postulante apoyado por Benítez. Peña, un economista que hasta el 2013 estaba afiliado al Partido Liberal, es una creación política de Cartes, quien lo designó Ministro de Hacienda y en 2017 intentó infructuosamente ungirlo candidato presidencial en vez de Benítez.

En ningún momento de la campaña electoral Benítez expresó su apoyo a Peña. En un inequívoco guiño a Alegre, el jefe de Estado llegó a señalar que "la alternancia no debe generar temor". Veinticuatro horas antes de la elección, sostuvo también que "el Partido Colorado vive una situación trágica" y sugirió que la conducción partidaria no respeta "los valores del coloradismo". Afirmó que "debe haber un debate fuerte al interior del partido" y que "la tarea de reconstrucción del coloradismo será compleja" y debe contemplar "valores como la integridad, la moral política y la ética", una alusión que fue interpretado como un ataque frontal a Cartes, a quien el gobierno estadounidense incluyó el año pasado en una nómina de personalidades políticas "significativamente corruptas" y prohibió su ingreso a territorio norteamericano.

La sombra de Cartes

Cartes, quien se hizo famoso como dirigente deportivo del Club Libertad (uno de los más populares del fútbol paraguayo), construyó un gigantesco conglomerado económico, integrado por más de setenta empresas, que abarcan una gran diversidad de actividades e incluyen desde la industria alimenticia a los servicios privados de salud, pasando por una red de estaciones de venta de combustibles y una cadena de farmacias, pero entre las que sobresale Tabacalera del Este, la compañía productora de cigarrillos más importante del país.

En su extensa trayectoria, Cartes estuvo muchas veces involucrado en causas judiciales. Ya en 1985, bajo el régimen de Alfredo Stroessner, el presidente colorado que gobernó con mano de hierro entre 1953 y 1989, había sido acusado de evasión de divisas y estuvo prófugo cuatro años. Recién se entregó en 1989, tras la caída de Stroessner, y estuvo preso durante cinco meses, pero fue sobreseído. No obstante, desde antes incluso de su ascenso a la presidencia, pesaron en su contra sospechas de contrabando y lavado de dinero.

Pero el detonante que colocó a Cartes bajo la lupa de Washington fue la comprobación de que el avión iraní - venezolano retenido el año pasado en el aeropuerto de Ezeiza, había transportado cigarrillos de Tabacalera del Este a la isla de Aruba. Marc Ostfield, embajador estadounidense en Asunción, dio una conferencia de prensa para comunicar las sanciones impuestas a Cartes y a sus familiares directos.

Desde entonces el fantasma de un posible pedido de extradición persigue al expresidente.

Peña está obligado a intentar un delicado equilibrio entre las presiones de su mentor político y la necesidad de mejorar el vínculo bilateral con Estados Unidos, tradicionalmente inquieto por el avance del narcotráfico y la presencia de Hezbollah y agentes iraníes en Ciudad del Este, en la triple frontera. Pero esa preocupación se multiplicó en los últimos años cuando el país se convirtió en el primer productor mundial de marihuana y en una ruta para el traslado de la droga de origen boliviano a Brasil, al tiempo que la Hidrovía es utilizada como vía de salida para el transporte de estupefacientes hacia Europa. Esa preocupación es aún mayor a raíz de la creciente actividad en territorio paraguayo del Primer Comando de San Pablo, el principal cartel brasileño del narcotráfico.

Pero el interés de Washington incluye ahora una delicada cuestión geopolítica derivada de la competencia con China en América Latina. Paraguay es uno de los catorce países que todavía mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán y por lo tanto no tienen vínculos con Beijing. Esa rareza tiene una larga historia iniciada durante el régimen de Stroessner, quien facilitó la radicación de empresas y ciudadanos taiwaneses, hasta el punto que se llegó a sospechar que el país podía usarse como alternativa de refugio ante una invasión a la "isla rebelde" por los comunistas chinos. En Asunción hay un monumento al líder nacionalista Chiang Kai- sheck, el archienemigo de Mao en la guerra civil, que es el único existente fuera de China.

Lo que ocurre ahora es que el pujante sector paraguayo de los agronegocios, en el que participan capitales brasileños y argentinos, alienta el reconocimiento diplomático de Beijing para impulsar un salto cualitativo en las exportaciones. Esta poderosa corriente empresaria empalma con los planes de Beijing de participar en el negocio en el tramo argentino de la Hidrovía y motivó el acuerdo entre Benítez y el gobierno de Joe Biden que permitió la instalación de una compañía de ingenieros del Ejército estadounidense para brindar "asistencia técnica" para el manejo de esa estratégica vía navegable. Con toda esta intrincada problemática tendrá que lidiar Peña.

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD