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El "discurso del odio" es un eslogan acuñado por el modelo populista de "democracia 'liberal'" para neutralizar críticas, acusar a opositores y, eventualmente, censurar al periodismo profesional y mandar presos a personajes molestos.
En ese marco, el "reconocimiento de derechos" como eslogan político complementario refiere a las mujeres, los discapacitados, el colectivo LGTB, los aborígenes, los afrodescendientes y los cada vez más numerosos excluidos sociales. Pero esos derechos, en la práctica, no son universales sino subordinados al interés político.
El silencio atronador
El asesinato y descuartizamiento de Cecilia Strzyzowski a manos del clan Sena es uno de los acontecimientos más sórdidos de la política reciente. Y se vincula con la política porque el gobernador Jorge Capitanich no solo apadrinó el matrimonio de Emerenciano Sena y Marcela Acuña, sino que financió con fondos del Estado las actividades del grupo y permitió, al mismo tiempo, que la organización política, manejando planes sociales, construyera un culto a la personalidad de esa familia siniestra.
El silencio atronador de la mayoría de los organismos de Derechos Humanos y de los movimientos feministas fue una muestra más del uso arbitrario que hace el progresismo de utilería de los valores que enarbola como bandera.
Amigos peligrosos
Capitanich hace esfuerzos para intentar despegarse políticamente del femicidio de Cecilia, acusando a la oposición y a los medios, como si sus innumerables fotos, incluso familiares, con el clan no existieran, y como si no hubiera una causa abierta en la Justicia Federal sobre la presunta malversación de fondos provenientes del Estado.
Para apoyar a Capitanich una diputada provincial del oficialista Frente Chaqueño, Claudia Lorena Panzardi, no tuvo mejor idea de tirar al suelo toda la perspectiva de género con un par de frases pronunciadas en el recinto. "Cecilia fue la que eligió a esa familia", dijo y añadió, para despejar dudas: "… hacía muy poco que se habían casado y nunca hubo una sola denuncia por violencia de género. Dejen de mentir". Entusiasmada, añadió: "Por qué vienen a hablar acá de que había violencia de género: si había y si sabían, ¿por qué entonces no denunciaron?". Un panegírico digno del más abyecto de los patriarcados.
Agustín Rossi, el jueves, presidió junto con la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Ayelén Mazzina, un "acto de reparación histórica para la comunidad travesti - trans" dentro de la jornada "Nos mueve el orgullo".
"Hay fuerzas políticas que hacen uso de la violencia y de discursos de odio porque quieren venir por los derechos que hemos conquistado. Estos discursos son antidemocráticos", dijo Mazzina. La funcionaria que solo rompió el silencio en el caso del clan Sena para tratar de defender a Capitanich, ¿cómo entenderá lo que significa "violencia y odio?".
Rossi, como si estuviera en otro planeta, hizo campaña con "los derechos logrados y que hoy están en riesgo". Los derechos están logrados cuando no son una perorata política, sino que se los sostiene incondicionalmente. La actitud de todo el Gobierno nacional sobre el femicidio de Cecilia Strzyzowski es más elocuente que cualquier discurso opositor.
La discapacidad
Y tampoco es el kirchnerismo la única corriente que politiza la discriminación. El periodista Gabriel Levinas, al referirse a la interna del Frente de Todos y a la ahora frustrada candidatura presidencial del ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, afirmó que "la sociedad no está preparada" para tener un mandatario tartamudo.
Desde el espacio público habitualmente se prejuzga cuando se analiza si "la sociedad está preparada" para algo. En el caso de De Pedro, es evidente que la tartamudez no le impidió desarrollar la carrera política que eligió y la sociedad no lo juzga por su oratoria sino por la calidad de su gestión como ministro.
"El impedimento para ser servidor público es servirse de lo público, pero para nada un problema neurológico", dijo el neurólogo y ex precandidato radical Facundo Manes. "De Pedro hizo un tratamiento para la tartamudez por el que ha mejorado muchísimo; eso es producto de su esfuerzo personal, de su resiliencia y también del tratamiento correcto que ha recibido desde hace años".
Casi en simultáneo, la candidata libertaria de Córdoba, Verónica Sikora, descalificó a Luis Juez por llevar a votar a su hija Milagros, quien sufre una enfermedad degenerativa.
"Cualquier padre que tenga un hijo discapacitado no va a votar mostrando al hijo. Estoy harta. Me parece deplorable, deplorable la política que tenemos. Es asquerosa", expresó Sikora en un video. Es ese discurso lo que suena deplorable y asqueroso. Y discriminatorio. Por lo tanto, ruin.
La sociedad, por cierto, es mucho más considerada que la política con los discapacitados. Mientras que en este país "tan inclusivo" las veredas, los accesos, el transporte, los comercios, los shoppings, la burocracia del Estado y, en general, toda la infraestructura edilicia, se convierten en una tortura para los discapacitados, a pesar de todo eso nunca falta quien dé una mano cuando hace falta.
Milagros Juez está habilitada por la ley para votar y cumplió lo que es para ella un derecho y una obligación, dato que no tuvo en cuenta la asqueada Verónica Sikora. "Nosotros nos sentimos muy orgullosos de ella. No tenemos nada que esconder, al contrario, lo exhibimos con altísimo orgullo porque son nuestros hijos", fue la respuesta paternal del vehemente dirigente cordobés.
Otro libertario, Lucas Luna, objetó la postulación del conocido politólogo Franco Rinaldi en la Ciudad Autónoma dentro de Juntos por el Cambio. "Nadie quiere votar a un discapacitado", dijo en un encuentro virtual del cual participaban casi 2.000 seguidores de Javier Milei. Los moderadores reaccionaron destacando la capacidad intelectual y profesional de Rinaldi y repudiando a Luna, quien debió resignar su candidatura a diputado por el Mercosur. Al menos, uno tuvo la dignidad de renunciar.
Rinaldi, a su vez, respondió: "Las cualidades o requisitos para representar, legislar, gestionar y gobernar son independientes de la discapacidad".
La discriminación de discapacitados, indígenas o transexuales es siempre un agravio a las personas. Un femicidio siempre es horroroso y en todos los casos merece el mismo tratamiento. En el caso de Cecilia Strzyzowski, además, tiene connotaciones políticas en sí mismo. Y por eso, Capitanich y el Gobierno nacional debieron expresarse con firmeza y no invocar "discursos de odio" para descalificar a "los otros" y encubrir a "los nuestros".