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Sobredosis de TV

Sabado, 12 de octubre de 2024 01:56
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Cuando le preguntaron qué era la moda, el modisto de María Antonieta respondió: "es lo viejo olvidado". La respuesta vale para todo, también para la política. El problema se presenta cuando son más los que no saben o han olvidado, y pocos los que recuerdan, por aquello de que el que no conoce la historia la repite; y el que la conoce, la manipula.

La discusión política del país es excéntrica y decadente, como en los peores tiempos de nuestra historia. Lo del veto al presupuesto de las universidades públicas es el ejemplo más palmario. De un lado, quiénes esgrimen la falta de transparencia del manejo de los fondos y la necesidad de realizar auditorías. Del otro, sin más densidad argumental que las banderas de la reforma del siglo pasado, en plan de revuelta estudiantina.

Las dos posiciones están sencillamente mal y le hacen mucho daño al país. Lo peor, lo más grave, es que empieza a vislumbrase una nueva oportunidad perdida. Para entender mejor hay que distinguir entre fines y medios. Más precisamente, el desbalance que hay entre los medios que se están aplicando para los fines que se están buscando.

Difícil no estar de acuerdo con la baja de la inflación. Tal vez sean un poco menos, pero lo mismo para la baja del déficit y un presupuesto equilibrado. Pero eso no es un plan; eso es insuficiente y parcial. La motosierra no llega a ser ni un logo de campaña, difícilmente pueda ser un plan de gobierno. Sobran antecedentes de logos que se convirtieron en grandes planes de gobierno. Sirva de recuerdo el "salud, educación y despensa" de Joaquín Costa, el estadista de la restauración española.

Volvamos a Argentina del siglo XXI. Los medios para alcanzar los fines parecen centrarse justamente en esos tres pilares: salud, educación y la despensa de los jubilados. Uno puede atender los números fríos de los fines, pero si le pone una de pizca de ética, cae en la cuenta de que lo que se está dejando en el camino es la tríada que alguna vez fue la esperanza y debiera ser la base de una Argentina futura. Esos tres hitos han sido, son y serán los que permiten los países con continuidad, aquellos con una clase media aspiracional que da lugar al progreso en serio, no el falso progresismo que nos ha obnubilado estos años.

La salud, la educación pública y la despensa de los jubilados deberían ser políticas de Estado. Claro que hay que auditar; claro que si alguien roba esos dineros tiene que ir preso. Claro que cuando se pone en duda la intimidad del poder, el poder debe responder. Pero eso no es excusa suficiente para empujar una sociedad harta, al borde del colapso de nervios.

Recordando al modisto de María Antonieta, más que ver series, habría que leer la historia y saber que esos movimientos han terminado mal siempre, a la corta o a la larga. Por favor, no repitamos la historia de los fracasos. Centremos las discusiones y avancemos.

 

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