Entre los personajes pintorescos y curiosos que pasaron por Salta en el siglo XIX destaca la figura del italiano Guido Bennati (1827-1898). Dueño de una rica biografía, propia de un personaje novelesco, dejó su marca en varias provincias argentinas por donde paseó con sus ungüentos mágicos y su extraña colección de antigüedades andinas.
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Entre los personajes pintorescos y curiosos que pasaron por Salta en el siglo XIX destaca la figura del italiano Guido Bennati (1827-1898). Dueño de una rica biografía, propia de un personaje novelesco, dejó su marca en varias provincias argentinas por donde paseó con sus ungüentos mágicos y su extraña colección de antigüedades andinas.
Mezcla de alto científico para unos y de curandero charlatán para otros, su presencia no dejaba indiferente a nadie. Su mayor biógrafa actual es la Dra. Irina Podgorny, especialista en historia de la ciencia de la Universidad Nacional de la Plata. Ella rastreó y siguió los pasos de Bennati por el interior de la Argentina, por Bolivia y finalmente desempolvó cajas de información archivadas en el Museo de La Plata. Gracias a Podgorny conocemos ahora mucho más sobre este funambulesco "médico" italiano. Podgorny publicó una amplia gama de artículos sobre Bennati en revistas internacionales.
El personaje
En Salta le debemos una primera biografía al ilustre historiador Carlos Gregorio Romero Sosa quien se refirió a Bennati en 1938 y luego de nuevo en 1968 en el diccionario biográfico de Cutolo (T. I., p. 404). En líneas generales se destaca que Bennati llegó a la Argentina en la década de 1860 como miembro de una "Misión Quirúrgica Italiana" y se trasladó a Córdoba primero y a Catamarca después donde participó de la inauguración del Hospital de la Concepción. Se habla de él como un hombre generoso y desprendido que portaba una llama de amor a los pobres y desposeídos. Romero Sosa recuerda a un autor que decía: "Hablaba como un poseído, se llamaba a sí mismo "padre de los que sufren", hacía operaciones "milagrosas" en público y pronunciaba oraciones de tal manera que parecía un verdadero sacerdote".
Lucía como una mezcla de médico y santón.
Al borde de una guerra
Pasó luego a San Juan y Mendoza donde procedió a instituir oficialmente la masonería. Dio a conocer en El Constitucional las obras "Código Masónico" y su propio "Discurso de Institución de la Masonería" (1870). En 1874 se trasladó a Alvear (Corrientes) con su amigo el Dr. Vicente Logatto.
En 1876 ambos protagonizaron un episodio que casi cuesta una guerra con Brasil. En síntesis, Bennati y Logatto le dieron una paliza al Dr. Pamphilio M. Freire de Carvalho, médico cirujano de la Armada Imperial de Brasil. Tres barcos de la armada brasileña bombardearon el pueblo de Alvear el 22 de junio de 1876 escalando las tensiones entre los países. La feliz intervención del canciller argentino Carlos Tejedor logró que las cosas no pasaran a mayores.
En 1876 pasó a Bolivia donde estableció relaciones con altas autoridades del país. Estuvo primero en Santa Cruz de la Sierra, en su calidad de médico sanador, realizando toda clase de curaciones e intervenciones quirúrgicas. Fungía, para quien lo quisiera escuchar, como enviado del rey de Italia y portaba como título el de comendador de la "Orden Imperial Asiática" concedido por Adelina Deldir, princesa del Imperio del Gran Mogol.
Bennati utilizó la hidroterapia de tipo quirúrgico para tratar a los heridos de la batalla de los Pororós en Santa Cruz de la Sierra, evitando con ello la amputación de más de un combatiente. Por esta acción, Bennati fue condecorado por el presidente boliviano con la validación de un título de médico que, en realidad, no poseía.
La Dra. Podgorny escribió en 2011 un libro sobre el paso de Bennati por Bolivia titulado "Los viajes en Bolivia de la Comisión Científica Médico-Quirúrgica Italiana (Fundación Nova, Santa Cruz, Bolivia, 306 p.). Bennati pasó luego a La Paz y desde allí a excavar en las ruinas de Tiahuanaco. Producto de estos viajes por los mercados de medicina tradicional de Bolivia y de sus excavaciones arqueológicas se cargó de hierbas, minerales, fósiles y antigüedades que transportaba a manera de museo itinerante.
Prehistoria de Salta
En 1877 hizo su arribo a Salta y exploró los Valles Calchaquíes en busca de antigüedades. A propósito, rescatamos aquí una carta que le enviara Juan Martín Leguizamón a Bartolomé Mitre, fechada en Salta el 19 de marzo de 1879, donde le dice: "Mi respetable amigo y compatriota: He visto en estos días una preciosa colección de antigüedades americanas. El Dr. Bennati, que ha explorado una parte de nuestra región ecuatorial ha tenido la fortuna de reunir objetos preciosos, que prueban no solamente la antigüedad de la América; sino también las relaciones prehistóricas de los viejos americanos, con los hombres que poblaban los otros continentes. En efecto allí se ven los gigantescos fósiles de la fauna de la época terciana. Cráneos de las antiguas razas de América; fetos de la raza collahua o aymará, que prueban que aquella configuración oblonga del arca huesosa de los individuos no era obra del arte, como se había creído hasta ahora, sino natural. Objetos arqueológicos idénticos a los que se han encontrado pertenecientes a los pueblos que moraban antiguamente en las orillas del Nilo, y en las costas del Mar Mediterráneo. En una palabra, vestigios preciosos de la América antecolombiana. El Dr. Bennati, lleva a mí juicio verdaderos tesoros prehistóricos, que harán conocer en Europa la antigüedad de nuestro continente".
Leguizamón estuvo muy interesado en cuestiones arqueológicas y el origen del hombre americano. Recordemos que mantuvo correspondencia con grandes sabios de Europa e incluso se atrevió a escribir un opúsculo donde se oponía a las teorías de Darwin. Al parecer quedó muy impresionado con los hallazgos de Bennati y así se lo hizo saber a su amigo Bartolomé Mitre quien una década antes había ejercido la presidencia del país. También de sumo interés resulta una anécdota poco conocida y es el comentario que hace el Dr. Ludwig Brackebusch en el viaje que realizara al norte argentino en 1881 para estudiar los depósitos de petróleo de Laguna de la Brea y Garrapata,l en Jujuy. Comenta Brackebusch que en el viaje desde Tucumán a Salta le tocó compartir la diligencia con Guido Bennati, donde también viajaba Teodoro Sánchez de Bustamante y el Dr. Antonio Quijarro, diplomático boliviano que volvía a su país para hacerse cargo del Ministerio de Hacienda.
Dice Brackebusch en sus memorias: "Alcanzamos en la noche el lugar denominado Metán, durmiendo esta vez en la casa del maestro de posta, que hasta aquí había hecho el viaje con nosotros. Como entretenimiento nos servía el célebre comendador de la orden del Imperio del Gran Mogol, Bennati, conocido en toda la República por su ungüento universal, que se compone de pura manteca de chancho; por sus propios cuentos, de sus extraordinarias operaciones, entre las cuales el coto y los tumores formaban el papel principal, por su manía de hacer colecciones extrañas. Durante el tiempo de nuestro viaje se divertía en la formación de una numerosa colección de bastones, que cortaba en los montes vecinos". Y luego apunta: "Esta celebridad había fijado domicilio en estos lugares, y teníamos que sufrir las fatigas que nos ocasionaba con sus cuentos; el nombre de Cagliostro no quería salir de mis pensamientos".
Resulta interesante el contraste entre Leguizamón que le escribe a Mitre recomendando a Bennati y Brackebusch que lo toma por un farsante al estilo de Cagliostro. Giuseppe Balsamo (1743-1795) fue un siciliano que se hacía llamar conde Alessandro di Cagliostro y que se hizo famoso como estafador, místico, alquimista y ocultista y que se presentaba a sí mismo como "curandero magnético" de gran poder.
Al llegar Brackebusch a los manaderos de asfalto de El Garrapatal, dice: "Los habitantes del lugar consistían en un padre y tres hijos, uno más sonso que el otro, y uno ornado con un coto más grande que el otro". Y apunta: "¡Qué lástima que no tuviéramos al Dr. Bennati-Cagliostro entre nosotros!".
Un museo en Buenos Aires
En 1882 Bennati regresa a Buenos Aires luego de pasar algunos años viviendo en Salta. Al llegar a Buenos Aires con sus colecciones de cosas raras decide crear allí el "Museo Científico Sudamericano". Las colecciones se desperdigaron salvo las que fueron adquiridas por el perito Francisco P. Moreno para el Museo de la Plata. Continuó además con sus curaciones a base de su "crema incásica" sanadora de todos los males, que al decir de Brackebusch no era otra cosa que grasa de chancho.
Al día de hoy todavía se siguen vendiendo esos ungüentos mágicos que prometen una cura de todos los males en el marco de la farmacopea tradicional andina. Guido Bennati había nacido en Pisa (Italia) en 1827 y falleció en Buenos Aires en 1898, a los 71 años, en la mayor pobreza. Promovió la fundación de diversas logias masónicas y ocupó diferentes cargos en ellas. Se caracterizó por su filantropía con los pobres a los que atendía gratis.
En 1927, al cumplirse el centenario de su nacimiento, la doctora Julieta Lanteri de Renshaw (1873-1932), importante dirigente socialista y feminista, organizó un homenaje a su memoria publicando un folleto alusivo y colocando una placa en el nicho que guardan sus restos. Más allá del juicio crítico que hoy merezca Bennati, lo cierto es que su paso dejó huella para los estudios de historia de la ciencia, historia de la medicina y la historia de los museos y colecciones.