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6 de Julio,  Salta, Centro, Argentina
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Binarismo y quiebra de democracia

Jueves, 17 de octubre de 2024 01:24
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David Runciman, en su libro "Así termina la democracia", afirma: "La democracia es una guerra civil sin lucha armada. Su quiebra se produce cuando las batallas simbólicas se convierten en batallas reales". Me parece apropiada la cita.

Así como se equivocan quienes piensan que una dictadura es aquella que se impone con el ejército y con tanques en las calles; tampoco hacen falta armas en la calle para que se viva una situación de guerra civil. Esta también puede ser un estado de anomia tal que paralice a las instituciones democráticas; una anarquía que divida al país en dos «fasces", ambas con posiciones irreductibles que no acepten la posibilidad del diálogo entre ellas. También me parece apropiado el pensamiento.

Me pregunto cuántas de las infinitas batallas violentas -algunas virtuales y cobardes por lo anónimas-, y otras tantas institucionales y "desde arriba"; comienzan a permear hacia "abajo"; hacia la sociedad. Cuántas de esas batallas simbólicas comienzan a convertirse en peleas callejeras reales.

El presidente de la Nación; muchos de sus funcionarios y diputados y senadores adhieren a un estilo violento; sea con frases e insultos inadmisibles; sea haciéndose eco de posteos groseros y rudimentarios en la red X (ex Twitter). Dar un "Me gusta" o reenviar un posteo violento; es tan violento como haberlo escrito de propia mano. La "tercerización" de la vituperación no la hace menos propia ni menos violenta.

En las redes, troles de uno y otro bando vomitan su violencia virtual a diario. Aparecen "periodistas independientes" que militan ideas de uno y otro lado. Quizás esté equivocado pero soy de esos que piensan que si alguien milita, entonces no es independiente. Y que tampoco es periodista. La expresión "periodista militante" me parece un oxímoron; otra manipulación del lenguaje y otro engaño de esos que naturalizamos e incorporamos tan rápido y sin pensar.

Hay programas enteros que se han convertido en imágenes especulares de lo que, antes, criticaban; habiéndose convertido en lo mismo que clamaban querer combatir. El triunfo de unos sobre otros venía a poner fin a la debilidad que decían aborrecer, pero, por ahora, sólo parece que hemos cambiado un tipo de debilidad por otra; no mucho más.

Así, se instala un binarismo acérrimo -visceral-; donde todos terminamos siendo el "traidor" del otro. Desaparece la otredad. Sólo quedan dos «fasces"; dos bandos. Si se es "héroe" para unos, se será "traidor" para los otros; y viceversa. Como en una guerra real.

El binarismo ahoga. Nos extingue como seres humanos y como sociedad. Nos apaga. Deja crecer a las bestias, a los verdaderos "inmundos fascistas". Esos que nunca duermen. Esos que acarician y nutren al bacilo pestilente del fascismo, esperando por el momento adecuado para soltarlo. El binarismo lleva al fascismo. Y conduce a la quiebra de la democracia. Instala dos formas de pensamiento hegemónico. Distintas; e iguales.

Bastan pocos ejemplos para ver a ese bacilo pestilente, despertándose. Basta pensar en el inadjetivable "docente", Patricio Zain, que celebró "la hermosa violencia" de un grupo de activistas que agredieron a funcionarios y a un grupo de alumnos militantes de LLA. Basta mirar los candados y cadenas en las puertas de la Universidad de La Plata y a inexplicables militantes que impedían el ingreso a esa Casa de Altos Estudios. Basta escucharlo a Emilio Yacobitti cuando dijo "no es compatible educarse en la UBA y votar a Milei". Basta ver a manifestantes de UxP queriendo "cazar vivo" al influencer libertario "Fran Fijap". Influencer libertario que había escrito en las redes sociales: "Se mantiene el veto contra el proyecto de los degenerados fiscales. LTA zurdos". Como dije, el bacilo de la peste está ahí; despertándose.

Me pregunto cuánto falta para que las respectivas Policías del Pensamiento de uno y otro «fasces" armen sus brazos armados y aparezcan "los camisas negras" -¿violetas?- de Mussolini, unos; y de algún otro color -quizás verde-, los otros.

No se debe naturalizar la violencia; JAMÁS. En ninguna situación. Ante ninguna agresión. En ninguna instancia. Ni la violencia verbal; ni la física. Ni la violencia psicológica; menos la institucional. No existe una "violencia hermosa". Sólo existe una violencia que nos degrada como personas y como sociedad. No hay "violencias buenas" y "violencias malas"; sólo pérdida de civilidad y depravación.

Albert Camus, escribió "La Peste" -una alegoría sobre el fascismo-, apenas acabada la Segunda Guerra Mundial, finalizándola así: "Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las valijas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa". Hermoso como todo lo escrito por Camus. Estremecedor también. El bacilo del fascismo acampa por acá. Sepamos mirar.

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