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En este nuevo mundo político atomizado, fractal y uberizado que asoma desde el abismo de las redes sociales - tras la implosión de los partidos políticos-, surge la idea -manifestada varias veces por el propio presidente de la Nación- que asegura que gracias a "las redes" la política ha adquirido una transparencia que antes no tenía. No es verdad; no la tenía antes tanto como no la tiene ahora.
La premisa de este nuevo contrato social que asoma es que la gente y los líderes se comunican de manera directa y que esta comunicación -"des-intermediada, franca y desacartonada"-, acerca al líder a la gente. Que "genera confianza". Falsa utopía. Hermosa mentira.
La exigencia de transparencia es la muestra fehaciente del imperio de la desconfianza. Transparencia que, como dije, no es tal. Lo intuimos en lo racional y lo sabemos de la experiencia cotidiana. Se sabe que existe un espacio de opacidad enorme -cuando no una completa oscuridad-, desde el mismo momento que no se sabe quién -o qué- está del otro lado de la red. De un lado, vemos un avatar y un nombre de usuario. Del otro puede o no haber una persona. Nunca sabremos si el agente que responde a los mensajes es quien dice ser; si es un "bot"; un "comunity manager"; o una horda de troles mediáticos manteniendo los temas y las conversaciones -alimentados por los datos que infinitos algoritmos les proveen-, con el propósito de pautar la agenda y la comidilla diaria.
Poco importa el tema; su profundidad o superficialidad. Es tan válido ahogarnos con las palabras casi sin sentido de Amalia "Yuyito" González; su supuesta mudanza a la Quinta de Olivos; o actos administrativos que el presidente de la Nación -de manera equivocada-, confunde con eventos de campaña; o los sucesivos agasajos a los circunstanciales "héroes" del déficit fiscal -diputados y gobernadores- que ayudaron a impedir los vetos; diputados y gobernadores que habían sido "inmundos degenerados fiscales" antes, al haber ayudado a impulsar las leyes que obligaron a esos vetos en primer lugar. "Héroe"-"Villano" es la nueva forma que adquiere la dialéctica oficial.
Y, en esta «opacidad", siguen apareciendo cuentas de las que nadie se hace cargo pero que son seguidas con temor reverencial. Cuentas, por ejemplo, que aseguran "interpretar el pensamiento y el sentir del «Javo", mejor que el propio «Javo"". Varias de estas cuentas -«opacas"- son atribuidas a Santiago Caputo; el "Ingeniero del Caos" detrás de Milei. No importa si esta veintena de cuentas pertenecen o no a él. Sólo importa que los funcionarios del gobierno creen que son de él y que las leen e interpretan como si fueran mensajes cifrados de "él"; hacia ellos. Quizás, hasta del propio «Javo". Importa que nadie lo desmiente. Importa, y mucho, que desde estas cuentas se suelen hacer fuertes amenazas o proclamas antidemocráticas. De nuevo; no sabemos si las cuentas son o no de Santiago Caputo. Todos aseguran que sí. Y nadie lo desmiente. Por algo será. La transparencia deviene oscuridad.
Desde una de estas cuentas se dice: "A los que dicen estar de este lado del Rubicón pero creen ser una alternativa más «seria" o «moderada" para una segunda etapa les quiero decir que ese escenario es una quimera. Esto sale bien (para todos) o sale mal (para todos). No hay otra alternativa". ¿No espeluzna, acaso?
Desde otra de estas cuentas, se dice: "La República es un medio para un fin". En esta frase en particular me quería detener. ¿Cuál es el fin "final"; valga la redundancia? ¿La República es un medio o es el fin último de nuestra sociedad? ¿Lo sabemos? ¿Nos lo preguntamos?
Mucha gente confunde democracia con elecciones. Error. Veamos Rusia, Cuba o Venezuela; por poner ejemplos de países donde se llevan adelante procesos electivos y donde no hay ninguna democracia; menos una República. Ejercer un proceso eleccionario amañado no equivale a tener una democracia. Y una democracia débil o un régimen iliberal que usa y pervierte los instrumentos electorales y democráticos tampoco conforman una República. Una "democracia zombie" no es un fin por el que valga la pena luchar.
Para cerrar, desde esta cuenta se reposteó otro tweet que dice: "El liberalismo snob cree que el problema del kirchnerismo radica en el ejercicio del poder en sí mismo, y no en las ideas de mierda que intentaron implementar. Creen que la respuesta al verticalismo es la fragmentación, y no un verticalismo igual de fuerte. Por eso perdieron siempre". Traducido, para combatir al kirchnerismo, más kirchnerismo. Verticalización absoluta. Autoritarismo puro. Para este usuario de la red, hay horrores malos (el kirchnerismo) y horrores buenos (el mileísmo). Y la respuesta es la verticalización total y la imposición.
¿Acaso la monarquía kirchnerista se combate con una monarquía mileísta? ¿A eso se refiere este usuario cuando dice "La República es un medio para un fin"? Era clara la vocación monárquica de los Kirchner. ¿Estamos dispuestos a cambiar un culto mesiánico por otro; una monarquía por otra, tan ilegítima e inválida como la anterior? Espero que no. No lo sé, pero espero que no.