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El sobrepastoreo y sus consecuencias ambientales

Lunes, 07 de octubre de 2024 02:13
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Las montañas del norte argentino están sufriendo un proceso de deterioro importante gatillado por la actividad ganadera cerril. En palabras simples, el ganado que pastorea en los cerros debilita la cubierta vegetal y dispara mecanismos de erosión que van desde los más simples a los más complejos. La cuestión se remonta a la llegada de los españoles cinco siglos atrás que introdujeron animales exóticos al ecosistema americano como vacas, caballos, burros, mulas, cabras, ovejas y cerdos. América del Sur pasó por muchas etapas en su evolución geológica, geográfica, climática, botánica y zoológica desde el Mioceno a la actualidad. El Mioceno, que duró aproximadamente desde 23 hasta 5 millones de años atrás es un periodo singular de la historia de la Tierra por la causalidad/casualidad de múltiples eventos geológicos encadenados que produjeron cambios dramáticos en la geomorfología, clima y vegetación global. Se tiene:

1) la creación de un sistema circumplanetario de corrientes oceánicas,

2) el aumento de la temperatura mundial, evaporación y salinidad de los mares,

3) la desecación del Mediterráneo y la formación de grandes depósitos de evaporitas que dio lugar a la llamada "Crisis Salina Universal Messiniense",

4) la reglaciación de la Antártida,

5) el volcanismo y construcción orogénica que elevaron los Andes, Himalayas, etcétera y que dio inicio a la generación de la topografía moderna,

6) la evolución y expansión de las gramíneas ("Edad de las hierbas"), la expansión de las sabanas ("Edad de las grandes sabanas") y la aparición de los paleo-homínidos en África,

7) la depositación mundial de los grandes yacimientos de boratos, 8) la inundación marina de Sudamérica entre 14 y 12 millones de años atrás, entre muchos otros asuntos de interés global.

El aislamiento espléndido

El gran paleontólogo George Gaylord Simpson hizo referencia al "aislamiento espléndido" que vivió América del Sur mientras estuvo desconectada y convertida en una isla durante gran parte del Terciario.

Las faunas que evolucionaron en América del Sur fueron los perezosos, armadillos, toxodontes y otros animales que formaban parte de los edentados y xenartros, esto es "mal dentados" y con "articulaciones extrañas". Pensemos en megaterios, gliptodontes, milodontes y otros herbívoros que pastaban en las enormes llanuras con gramíneas recién entrenadas. La abundancia de vegetación generó faunas herbívoras; lentas, cómodas y perezosas; donde el rol de los carnívoros quedó en manos de las llamadas "aves del terror", los fororracos. Las chuñas actuales son las descendientes modernas de aquellas aves.

La gran migración

La Gran Paz Sudamericana colapsaría a finales del periodo Terciario cuando las Américas del norte y del sur se fusionaron a través de América Central y comenzó lo que dio en llamarse el "Gran Intercambio Biótico Americano". El GABI, como se lo conoce por su acrónimo en inglés, significó la migración de las faunas entre ambas Américas y una extraordinaria reorganización zoológica. Téngase presente que nuestros armadillos y perezosos migraron hacia el norte y desde allí vinieron mastodontes, caballos, ciervos, jabalíes, camélidos, entre otros herbívoros; y toda una gama de cánidos y felinos carniceros entre ellos los temibles "tigres dientes de sable". Los ecosistemas estuvieron evolucionando en fauna y flora durante al menos los últimos tres millones de años, adaptándose a la nueva realidad zoogeográfica.

El Pleistoceno impuso un nuevo escenario como fueron las glaciaciones que incrementaron la acumulación y el movimiento de los hielos en las montañas, así como los depósitos de loess en los suelos extrandinos.

Un cambio paradigmático ocurriría con la llegada del hombre a través de oleadas de paleocazadores recolectores que ingresaron a la América del Sur por varias vías y dieron cuenta del fin de la megafauna pleistocena. Así, los ecosistemas que habían evolucionado durante el Plioceno y el Pleistoceno, alcanzando un determinado nivel de equilibrio, se rompió con los nuevos foráneos que ingresaron unos diez mil años atrás. Y ello volvería a quebrarse cinco siglos atrás con la llegada de los europeos y sus animales domésticos. Vacas y caballos se adaptaron rápidamente porque el ecosistema estaba preparado para recibirlos. Los caballos ya habían estado y las vacas simplemente reemplazaron el rol ecológico de los perezosos. Cabras y ovejas entraron en competencia con los camélidos de los Andes y otros herbívoros de las llanuras y todos fueron presa por igual de los felinos y los cánidos autóctonos.

Los animales europeos ingresaron así a los más diversos ambientes suramericanos con distintas consecuencias.

El Ing. Carlos Saravia Toledo (1933-2021), notable estudioso salteño, llamó la atención durante muchos años sobre el daño y la degradación que generaban los animales exóticos en los ecosistemas, sea en el Chaco o en las montañas del eje andino. Tuve la suerte de que ambos fuésemos nombrados en 2017 profesores extraordinarios de la UCASAL y que brindásemos clases y conferencias conjuntas sobre el tema en el marco de la "Maestría en Patrimonio Natural y Cultural" de la Facultad de Arquitectura.

En el Chaco, la degradación de los suelos avanza por el pastoreo excesivo que elimina los renovales de los pequeños arbolitos que al ser verdes y palatables son fácil presa del ganado mayor y menor. Al ir eliminando la cubierta vegetal se disparan mecanismos de erosión de los suelos, cambia el albedo de las superficies, estas se calientan, baja la tasa de secuestración de dióxido de carbono, el agua no se infiltra y corre formando hilos erosivos que se van a convertir en cárcavas. Todo ello genera un rulo de retroalimentación negativa con encadenamientos de causas y efectos que van destruyendo el medio ambiente y, la vegetación noble, se reemplaza por especies espinosas y entramadas -como los vinales- que impiden el paso de animales o personas.

En los ambientes serranos, propios de la Cordillera Oriental, esto es la unidad que comprende los valles, sierras y serranías de Calchaquí, Lerma, Toro, Humahuaca, Siancas, etcétera, la cuestión es más compleja dado que aparecen otros factores como las pendientes, ubicación de las laderas al sol, débil cubierta vegetal en pastizales de altura, litologías diversas en rocas sedimentarias de distintas competencias, fenómenos termoclásticos, diferentes albedos y reflectividades, lluvias cortas e intensas, suelos arcillosos con desarrollo edáfico, trabajo erosivo de hormigas y roedores, entre otros muchos elementos.

La presencia de vacas pastando en las laderas inestables de las quebradas o faldas de serranías va deformando el suelo y lo va empujando en función de la gravedad para dar los llamados "pie de ganado", lo que genera un patrón de dibujo como los romboides de una malla metálica romboidal.

Ahí juegan tres factores importantes como son el peso del animal, la forma de la pezuña y el arrancado de las plantas de raíz. Con ello el suelo se debilita y comienza a ceder lentamente a través de mecanismos como el creeping, reptación, deslizamiento, solifluxión, entre otros. Hay algunos viejos cementerios en donde las lápidas, en otras horas verticales, se encuentran inclinadas en favor de la pendiente. En el movimiento descendente general contribuyen además de los animales con el sobrepastoreo ("overgrazing"), la naturaleza de las arcillas y el contenido de agua.

Las arcillas pueden licuarse por tixotropía, hincharse por absorción de agua o deshincharse por sequedad. A veces actúan como lubricantes y pueden generar movimientos de remoción en masa como los "volcanes de barro" (mud-flows) muy comunes en algunas quebradas del norte argentino, especialmente Humahuaca, El Toro, Escoipe y Valle Calchaquí. En estos lugares y muchos otros se están formando grandes cárcavas de erosión que en muchos casos tienen como disparador la presencia de ganado cerril pastoreando en las serranías.

Dentro del Valle de Lerma y su entorno es notable el grado de deterioro que se observa tanto en las montañas del oeste como en las sierras del oriente. Los romboides de "pie de ganado" forman parte de la morfología de muchas laderas. El valle de Lesser, la sierra de Vaqueros, los ríos de las Nieves y Yacones muestran un avanzado grado de deterioro producto de esta fenomenología.

El punto es que las cuencas están aportando mucho más material que el que los ríos pueden evacuar. Ello va generando aumentos del nivel del cauce, desviaciones de los cursos de agua, erosión lateral de las terrazas y eliminación de campos de cultivo, cambios en el nivel de base de las quebradas, avenidas torrenciales, bloqueo de ríos por abanicos aluviales laterales, formación de lagunas temporarias, incremento del ingreso de sedimentos a los embalses y un largo etcétera.

Así, de las actividades humanas, la ganadería sin manejo es el factor que más altera la cubierta vegetal en la región, incidiendo agudamente sobre la generación de sedimentos. De continuar retroalimentándose este proceso las laderas de las montañas seguirán su curso de destrucción acelerando torrentes y movilizando grandes cargas de sedimentos. No es de extrañar entonces que el río Bermejo tenga el raro privilegio de aportar el 70% de los sedimentos a la Cuenca del Plata. Y no hay que olvidar tampoco que el delta del Río de la Plata se construyó en gran parte con despojos de las montañas salteñas.

 

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