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Trump vuelve recargado para presidir los EEUU

El escritor David Rieff, entrevistado por la autora, considera que el presidente electo no es el candidato "del Partido Republicano de George W. Bush, sino de una fuerza política mucho más radical" y que "representa una fantasía de poder e impunidad".
Martes, 12 de noviembre de 2024 02:24
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"Reload. To put more bullets in a gun: to reload a gun/rifle/pistol. He reloaded and fired a second shot" (*). Una definición simple y, sin embargo, concreta y útil la que ofrece el Diccionario de Cambridge tanto para este momento como para este personaje que acaba de imponerse de manera contundente y, por segunda vez, para conducir la política interna y externa del país más importante del mundo: Estados Unidos.

El martes pasado el expresidente Donald Trump aseguró su retorno a la Casa Blanca el próximo enero y lo hizo de manera incontestable, con ruido y con furia, como es usual. El Trump que gobernará de nuevo, a partir de 2025, es un Trump recargado y con más brío que en 2016. Sumará el control republicano del Senado para llevar adelante su agenda. Incluso si parece temerario afirmar, para el exmandatario de 78 años, que vuelve recargado, lo cierto es que lejos de desear un retiro tranquilo y apacible, tanto de la vida pública como política, Trump ha mostrado y demostrado que su voracidad de poder está más viva que nunca. Ratificó el respaldo de Carolina del Norte y recuperó estados perdidos frente a Joe Biden en 2020 (Georgia, Pensilvania y Wisconsin. Así las cosas, Michigan, Arizona y Nevada, pasaron a un segundo plano aquella noche electoral).

Trump obtuvo más apoyo que en 2016, no solo porque se impuso en los 270 votos electorales, sino porque también y a diferencia de 2016, frente a Hillary Clinton, esta vez arrasó y logró el favor y el fervor popular. Trump será el segundo presidente en la historia del país que gobernará dos periodos no consecutivos -el primero, Grover Cleveland, lo hizo en el siglo XIX-.

Las encuestas sugerían un empate técnico, pero el triunfo se percibió incontenible la misma noche del martes y ya no quedaron dudas en la madrugada del miércoles, una madrugada angustiante para los detractores e incluso para aquellos que observábamos el conteo sin apostar por ninguno de los candidatos y con la impresión de que este país merecía una mejor opción de aquellas disponibles. Lo cierto es que, como indicó la abogada y política republicana Liz Cheney el miércoles en la mañana, el sistema democrático funciona y el país tiene un nuevo presidente electo. Ahora todos los ciudadanos deben, por un lado, aceptar los resultados y, por el otro, defender la Constitución para asegurar la institucionalidad, la separación de poderes y el Estado de derecho.

Una semana antes de la elección, me encontraba en Nueva York y tuve la feliz ocasión de conocer y conversar con el escritor David Rieff. Rieff, de 72 años, reparte su tiempo entre Nueva York y Kiev -desde la invasión rusa a Ucrania en 2022-, con estancias en Buenos Aires, Madrid y algunas otras ciudades de Europa.

A pocos días del lanzamiento de su nuevo libro, Desire and Fate, donde se ocupa de diversos aspectos del movimiento woke, el ex corresponsal de guerra, historiador y editor estadounidense, comentó, entre otros temas, las movilizaciones, muchas veces violentas, que han tenido lugar en los campus universitarios norteamericanos tras el 7 de octubre de 2023 en Israel y la carrera presidencial en Estados Unidos. "Obviamente, no sé quién va a ganar. La bola de cristal se rompió hace tiempo, cuando pensé que Hillary iba a ganar y perdió", bromeó Rieff, quien evita las predicciones.

Hablábamos de las tendencias electorales en ciudades como Miami y Nueva York cuando Rieff recordó algunas anécdotas de su paso por Miami, donde vivió dos años y escribió uno de sus libros, muchos años atrás, y que es en algún sentido, la capital de América Latina. "Si bien hay muchas ciudades con un gran número de hispanos, Miami es la única ciudad donde los hispanos son la clase dominante y esto lo cambia todo".

En Miami la tendencia electoral había sido pendular en el pasado, hablando del respaldo a demócratas y republicanos, pero ha quedado claro que este es un bastión republicano y de las corrientes de derecha. Rieff explicó que en buena medida esto tiene que ver con la presencia cubana, pero también con los inmigrantes de otros países que han vivido el comunismo en su piel. En Miami no es común encontrar al hispano liberal y aunque las corrientes más liberales que residen en ciertas áreas no van a moverse del estado sí están resignadas, de algún modo, a esta nueva realidad, destacó.

Su valoración de la gestión demócrata no fue del todo negativa, Afirmó, entre risas, que los demócratas "no han hecho un trabajo tan horrible" y mencionó que Obama, siendo un personaje muy atractivo, inteligente y de importancia simbólica, hizo una gestión que, en el mejor de los casos, fue mediocre. Mientras que Biden y su política de reindustrialización después de la pandemia fue más notable, aunque este año se haya visto desdibujado. Biden "no habrá sido uno de los mejores presidentes, pero sí fue mejor que Obama y su política económica también fue mejor que la de Obama. En términos de política internacional, Biden es de centro y su proyecto es el del establishment de Washington". En esta línea, Harris representaba la continuidad de Biden y no se percibían grandes cambios entre ambos demócratas, aunque se enfrentaría a un Senado dominado por los republicanos que irían a frenar las iniciativas reformistas, obligándola a negociar mucho con un Partido Republicano radicalizado y dominado por Trump. "No hablamos del Partido Republicano de George W. Bush, sino de una fuerza política mucho más radical". De todas formas, en el mejor de los casos, los demócratas creían que una victoria de Harris sería posible por un porcentaje muy reducido.

Los seguidores de Donald Trump, por su parte, supieron mantenerse inmunes e impermeables y respaldaron a su líder con firmeza, más allá de los escándalos en que se ha visto envuelto, sus formas vulgares, autoritarias, extravagantes e improcedentes para un jefe de Estado, los cuestionamientos por corrupción, los líos con prostitutas o el asalto al Capitolio que signó su salida del poder. Aunque "Trump no tiene ideología, es un cínico", tampoco "los demócratas repudiaron a Clinton cuando hubo escándalos y acusaciones por acoso o violación esgrimidas por varias mujeres. No hubo protestas de las feministas norteamericanas porque ellas apoyaban sus políticas. Trump no es algo excepcional en la política norteamericana". Y es que su voracidad de poder, el deseo de tenerlo todo es tal que, si en un momento, sus asesores le hubiesen sugerido adoptar un nuevo rol y, por ejemplo, mostrarse como una figura trans él habría estado dispuesto, ironizó Rieff. "Él era un liberal, en el sentido estadounidense, veinte años atrás, pero su única opción de poder era convertirse en un republicano de derecha dura y lo hizo".

Durante la carrera electoral se habló mucho de la dimensión racial y del nacionalismo blanco entre el electorado de Trump, pero, más allá de lo evidente, Rieff advertía una polarización y división sexual más que racial, es decir, que una mayoría de varones votarían a Trump y una mayoría de mujeres lo harían por Harris. El escritor destacó la alta probabilidad de que las mujeres de la gran burguesía blanca y una mayoría importante de mujeres afroamericanas votasen con entusiasmo por Harris, pero el resto de votantes apoyasen a Harris, no tanto por ella, sino votando contra Trump. "Trump representa una fantasía de poder e impunidad. Hay una crisis de masculinidad porque los hombres no saben qué hacer con este sistema, un poco más justo, no tan justo, pero sí más equilibrado" en términos de igualdad entre hombres y mujeres.

Rieff dejó constancia de que los electores pueden cerrar los ojos a las acciones criminales y a los escándalos que enlodan a sus candidatos y que esa es una posición instrumental, perfectamente racional, no es un absurdo. Por ejemplo, la derecha dura, radical y religiosa, puede ver a Trump como un monstruo, pero, finalmente, "es nuestro monstruo". "Para una persona de derecha cristiana apoyar a Trump es una elección racional, incluso si el hombre es monstruoso".

La noche del martes se corroboró, una vez más, el tipo de liderazgo (populista) y, dicho sea de paso, de masculinidad que seduce al electorado en las Américas. En ese orden de ideas tampoco es de extrañar que para muchos inmigrantes latinoamericanos Trump sea un referente. Habrán salido del pueblo de origen y resuelto su situación migratoria en Estados Unidos, pero mantienen en muchos aspectos su cultura en tanto hábitos, costumbres, comportamientos, orientaciones y mentalidades, desde luego, la proclividad a la seducción autoritaria, al populismo y al mesianismo, aquí y allá buscan un redentor.

(*) Traducción: Recargar. Poner más balas en un arma: recargar un arma/rifle/pistola. Recargó y disparó un segundo tiro.

* Clara Riveros reside en Miami; es editora de la sección Américas del BAS, revista cultural británica dedicada al mundo hispano. Sus libros más recientes: Sexo, pudor y poder. Debates del siglo XXI en el norte de África (Alhulia, 2021) y Autocracia, democracia y constantes vitales en el reino magrebí (Alhulia, 2023).

 

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